La historia que el periodista y escritor Wayne Jamison (@WayneJamison) publicó hace una semana está consiguiendo su objetivo al poner en evidencia, tal y como él explica, al Hospital Santa María del Puerto (Cádiz), donde tuvo lugar la pesadilla que vivió al perder a su padre por coronavirus.
"El que sigue es un relato doloroso, fruto de un hondo sentimiento de rabia e impotencia", escribía en sus redes sociales, narrando cómo había vivido un episodio "especialmente duro" que quiso compartir para "poner en evidencia al Hospital, a sus responsables y a un sistema que hace aguas".
Hospital Santa María del Puerto (Cádiz)
"El relato que hubiese preferido no escribir"
El padre de Wayne, un hombre de 85 años, entró en el hospital el pasado 29 de noviembre por una dolencia que no tenía nada que ver con el coronavirus. Sin embargo, fue operado, optando por un "tratamiento conservador en lugar de un operación peligrosa para su avanzada edad". "Tras tratar con al menos cuatro médicos diferentes y diagnósticos, a nuestro entender, contradictorios, al menos en lo que al origen del problema se refiere, una cirujana apuesta semanas después por operar de urgencia porque el tratamiento no ha surtido efecto".
"Uno puede aceptar un posible error, incluso en circunstancias extremas como las vividas, pero resulta más complicado cuando a esto se suma recibir escasísima información, y encima confusa, la ausencia de tacto y unos modales más que cuestionables", escribía.
Tras cinco horas de quirófano, nueve días en la UCI y tres semanas de espera, deciden hacerle unas pruebas para ver qué es lo que sucede, momento en el que detectan síntomas relacionados con el Covid-19. "Pero no hay aislamiento. Mientras esperan los resultados, lo devuelven a la habitación que comparte con un recién operado de próstata y su acompañante y servidor, primero, y mi madre, después. Da positivo. Se ha contagiado en el hospital. ¿Cómo es posible?", se pregunta Wayne.
Después de eso, Wayne y su familia no pudieron volver a visitarlo y solo contaron con las llamadas diarias para informarles de que su padre seguía "igual", hasta que les llamaron diciendo que "respira un poco peor".
"Pido explicaciones. Quiero saber qué ha pasado, cómo es posible que se haya contagiado en el hospital, por qué hemos recibido tan poca información de todo lo que han hecho con mi padre desde que ingresó, por qué no hicieron algo antes...", explica.
"La casa de los horrores"
Estas siete semanas, Wayne tiene la sensación de haber vivido en "la casa de los horrores", un tiempo en el que denuncia haber visto a su padre en "situaciones deplorables". "He visto a mi madre llorar de rabia e impotencia por la falta de información y la actitud de algunos supuestos profesionales. No hay medios. Las enfermeras están desbordadas. Mi padre ha pasado por habitaciones en tres plantas diferentes: urgencias, quirófano, UCI y zona Covid. Me han informado al menos ocho doctores distintos".
Con miedo hasta para preguntar cómo se encuentra su padre, a Wayne le llega la noticia de que ha fallecido debido al Covid, tras lo que le piden que inicie lo antes posible los trámites con la funeraria. "Y ya. Nadie nos ha dado más información desde entonces", denuncia.
Deciden acudir al hospital a pedir explicaciones que "no nos han dado", con la esperanza de "cerrar de una vez el capítulo más desagradable y doloroso de mi vida". Pero los trámites prevén tardar demasiado y Wayne insiste en hablar con un superior para aclarar todo aquello. "Me parece surrealista", explica.
Ante la poca información que recibe igualmente ("me dice que eso es lo que hay"), pide saber qué ha sucedido con su padre y si están tratando con un caso de "negligencia". Sin obtener muchos resultados, Wayne pide la hoja de reclamaciones y se marcha. "Jamás olvidaré estas ocho semanas. Ni los episodios relatados ni otros que me guardo de momento. Afortunadamente tengo pruebas de lo que digo. Pero lo que seguro que tampoco olvidaré nunca es la cara del señor que me atendió esa mañana. Su respuesta, sus gestos, su soberbia, su ausencia de tacto, su capacidad para multiplicar el dolor en un trance ya de por sí tremendamente complicado de gestionar emocionalmente. Y para hacer que uno se sienta humillado", finaliza.
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.