Con restricciones a causa de la pandemia y un recorrido entre Nuevos Ministerios y la Plaza de Cibeles, así llegaron sus Majestades de Oriente a la capital el pasado 5 de enero, devolviendo la magia horas antes de una de las noches más especiales del año para millones de niños.
Este año, el Ayuntamiento recuperaba su recorrido tradicional entre Nuevos Ministerios y el Palacio de Cibeles, haciendo un homenaje a la figura de los Reyes Magos y su conocimiento. Un gran espectáculo lleno de magia y sorpresas, del que pudieron disfrutar en directo los pocos afortunados que contaban con asiento reservado, ya que las entradas se agotaron en tan solo diez minutos. Los que no pudieron conseguir una, pudieron seguir la Cabalgata en directo tanto a través de RTVE como de Telemadrid.
Este año, la idea de la Cabalgata giraba en torno al Auto de los Reyes Magos, “el texto teatral más antiguo conservado en lengua española, depositado en la Biblioteca Nacional de España, en el que los tres Reyes Magos aparecen por primera vez como unos sabios conocedores de los secretos del cielo”.
Con esta acción se pretendía fomentar el estudio del cielo entre los niños, explicándoles que Melchor es el sabio astrólogo y que el oro que lleva es un elemento procedente del núcleo de las estrellas y simboliza la luz solar, la inteligencia divina y los bienes espirituales. Gaspar es el sabio alquimista y el incienso que porta procede de la mezcla de diversos vegetales, simboliza la limpieza espiritual y es puente entre lo humano y lo divino. Y, por último, Baltasar es el sabio botánico y la mirra que transporta es una resina procedente de los árboles de África y simboliza a Dios como hombre, reconociéndole su carácter mortal.
Un Dundu gigante simboliza a los abuelos y abuelas
Dentro de la Cabalgata de los Reyes Magos, también ha habido espacio para dedicar a los abuelos y abuelas. El homenaje se ha hecho con un Dundu gigante de luz, que representa el valor y el amor de los abuelos y abuelas de Madrid, y que recorrió, acompañado de la emisaria real, la Castellana hacia la plaza de Cibeles.
Allí se encontró con su nieta Carla para enseñarle la magia de la Navidad y darle la sorpresa de que podría saludar en persona a Melchor, Gaspar y Baltasar. Esta niña de luz representaba a su vez la alegría y la ilusión de todos los pequeños de Madrid.
Lo que dicen los niños de sus abuelos... ohhhhh ¡que bonito!
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.