El sistema que discrimina a las personas por edad, también conocido como edadismo, está tan enraizado en la sociedad como el machismo. Al menos así lo entiende el gerente del Consejo Español para la Defensa de la Discapacidad y Dependencia (@CEDDD_), Francisco Olavarría, que lleva desde hace años estudiando este fenómeno social.
Para entender cómo de común es esta práctica, el gerente pone un ejemplo: cumplir años no está bien visto cuando se es mayor. Además, según él, esta festividad suele ser organizada por las familias sin pensar en los verdaderos protagonistas de la fiesta, los mayores. "Normalmente el que sopla las velas suele ser el nieto", explica. Y apunta: "Se trata de un caso muy visual, que nadie es capaz de denunciar y que es fruto de una cultura edadista".
Pero éste es sólo un caso entre otros muchos. Así, Olavarría llegó a detectar más de 70 "frases hechas, que todos repetimos", que discriminan a las personas mayores por el mero hecho de serlo. Y, muchas veces, este trato diferenciado suele venir de prejuicios que la sociedad ha normalizado. Por ejemplo, pensar que, a determinada edad, uno debe estar casado, no puede vestir con colores vivos, tiene que teñirse, hacerse operaciones anti-edad o asumir un rol de abuelo, es también edadismo. "Atañe a todos los ámbitos: empleo, amor, relaciones, forma de expresarse...", asegura.
"Siempre lo comparo con el machismo. Aunque en el feminismo se ha hecho mucho y, desde la gerontología y la geriatría, no se ha tenido ese mismo alcance", comenta. "Sin embargo, al machismo le detectamos muy fácil pero al edadismo, no. Quizá es por que lo tenemos muy integrado", añade.
Alternativas al edadismo
Aún así, estas prácticas se pueden cambiar. Para conseguirlo, Olavarría propone "el envejecimiento con respeto". Es decir, que no se prejuzgue a los mayores, y que no importe si se tiñen, llevan canas, se casan "con 83 años", están solteros, siguen trabajando o se jubilan. "La edad dice poco de las personas, dicen más tu religión, ética, valores, hábitos de alimentación o lo que haces en tu tiempo de ocio", sostiene.
Además, Olavarría propone algo rompedor: reapropiarse del término "viejo" y darle un significado positivo. "Hay que empoderar la palabra ya que omitirla es contribuir al tabú", apunta. Por esta razón, el experto piensa que es negativo el uso de términos como "juventud prolongada" o "vintage" para referirse a los mayores, puesto que "camuflan que nos estamos haciendo viejos". "La vejez es una etapa de luces y sombras pero la alternativa, que es la muerte, a priori, no gusta", ironiza.
Finalmente, el gerente de la CEDDD entiende que es importante, para que la vejez se haga lo más llevadera posible, trabajar "mucho en prevención". Y esto se haría no sólo mediante hábitos saludables de vida, sino también cuidando el lenguaje para no caer en edadismos. "Al final te acabas creyendo que con determinada edad es normal que te quedes en casa o que te sientes en una mesa camilla a ver la tele. Existen auto-edadismos que nos imponemos a nosotros mismos. Te lo acabas creyendo y dices: 'Total, para lo que me queda'", comenta.
Cómo será el mayor del futuro
No obstante, Olavarría no es pesimista y piensa que, con el paso del tiempo, el perfil del mayor va cambiará. "Creo que va a ser consciente de que tiene derechos, va a vivir con mayor autonomía y menos cargas impuestas", asegura. Además, el experto concluye que tendrán "más recursos en el domicilio" y preferirán "envejecer en casa".