“Soy enólogo de profesión, aunque no estoy ejerciendo. Tengo una explotación de cítricos en mi pueblo, Pedralba, en el interior de Valencia” nos explica Ricardo Bayo. “Mis abuelos eran agricultores y hemos saltado una generación, porque mis padres no, son profesores los dos. Sin embargo, nunca hemos perdido en la familia la conexión con la agricultura y mi padre quiso mantener la explotación de los abuelos”, nos cuenta. “Mi hermano y yo estudiamos, pero volvíamos al campo los fines de semana, porque siempre hemos sentido ese amor a la tierra y a la agricultura. Y en cuanto pudimos, tomamos las riendas de la explotación”.
La de Bayo es, desgraciadamente, la excepción que confirma la regla. El campo se enfrenta un grave problema: envejece rápidamente y no cuenta con relevo generacional. Los jóvenes le han dado la espalda al sector primario, huyen del medio rural hacia las ciudades en busca de otras salidas profesionales. La falta de servicios en la España vaciada, los problemas de rentabilidad que arrastra la agricultura y la ganadería, el difícil acceso a la tierra y a la financiación, el escaso apoyo desde las administraciones, así como una imagen distorsionada del trabajo rural, son algunos de los principales motivos.
Dos tercios de los trabajadores del campo superan los 55 años. "En esta década, dos de cada tres agricultores y ganaderos van a jubilarse” decía hace apenas tres meses el Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas. “Tenemos una inmensa oportunidad para darle futuro a nuestro medio rural”. Urge ilusionar a una nueva generación de agricultores y ganaderos que recojan el testigo.
La inspiración en los abuelos de antes
“Un solo huevo lleva dentro el amor de una abuela de pueblo, mi abuela Pilar, que con su ejemplo y cariño me enseñó sin saberlo a vivir hoy de mi trabajo y en mi tierra” asegura Rosana Pérez. Esta joven hace casi seis años que dejó la ciudad para volver a su pueblo, Casa de Ves, en Albacete y comenzar una nueva vida, junto a su hija. “Mi abuela Pilar, tenía gallinas, conejos y hasta algún cerdo en el corral de casa. Era lo normal en la época, la gente criaba los animales para el autoabastecimiento de la familia”, explica Rosana. Y esa fue su inspiración para montar una pequeña explotación avícola: ‘La granja de la abuela Pilar’. “Hace ya 5 años que comenzamos nuestro emprendimiento rural, una granja artesanal de gallinas camperas. Nos inspiramos en nuestra abuela Pilar, en la forma que tenía de mimar a sus gallinas para que después ellas nos ofrecieran unos huevos de verdad, con el sabor de los de antes”, explica.
Y vaya si las mima. Cuenta con cerca de 1.600 gallinas y la explotación es artesanal. Incluye principios de permacultura como el aprovechamiento de todos los recursos disponibles, cría a sus gallinas en libertad, su alimentación es natural, respeta sus ciclos. Y sobre todo, todas sus gallinas son rescatadas, son gallinas que han nacido enjauladas, y a las que da una segunda oportunidad, en un proceso nada fácil de adaptación en el que incluso tiene que enseñarles a caminar.
En España, las explotaciones agroganaderas cuentan con cerca de un 40% de mano de obra femenina. Sin embargo, solo en un 25% de los casos, las mujeres son titulares y responsables de la explotación. Rosana Pérez, que vende los huevos y otros productos por suscripción a través de su web, es una de ellas.
Ha convertido a sus gallinas en todas unas ‘influencers’, puesto que cuenta con una legión de seguidores en Instagram que siguen el día a día de su granja. Pero lejos que querer transmitir una imagen demasiado poética de la vida en el campo y de un negocio rural, en ocasiones Rosana recuerda lo duro que es a través de estas mismas redes: "Tal vez estamos aportando un halo de idealización a esto que no corresponde. Trabajar y emprender en el medio rural es muy duro, yo no he recibido ninguna ayuda ni subvención nunca”, asegura.
Oportunidades para jóvenes con nuevas ideas
El arraigo a un terreno y la tradición familiar están detrás de la mayor parte de los jóvenes que apuestan por el campo, tal y como hemos visto, aunque no siempre es así. La pandemia y los confinamientos vividos durante el 2020 han hecho que muchas personas se replanteen su futuro y el estilo de vida de las ciudades. Muchos jóvenes formados han vuelto su mirada hacia el campo y el medio rural.
Hay numerosas dificultades para entrar en este mundo, sobre todo por la dificultad para acceder a la tierra. Las tierras son caras, hay muy poca disponibilidad, muchos propietarios no venden ni alquilan incluso después de jubilarse y la financiación es cara e inaccesible. Pese a todos estos problemas, hay ejemplos de jóvenes que están rompiendo barreras. Es el caso de Pilar Arteaga. Esta veterinaria alcarreña, concretamente de Brihuega, pero que ha vivido los últimos años en Bilbao, pese a no haber cumplido 30 años, lleva desde hace año y medio al frente de una granja de vacuno en Las Pachecas, junto a Jerez de la Frontera. Se encarga de 600 vacas. Ella releva en el cargo a un hombre que se jubiló tras gestionar la ganadería durante más de 40 años. Cuando surgió la oportunidad, asegura, “ni se lo pensó”.
Ahora se enfrenta al reto de ser mujer, joven y de querer introducir innovaciones tecnológicas. “Las cosas se siguen haciendo prácticamente como hace 40 años" asegura. No ha sido fácil, trabaja con hombres mayores que ella y que llevan mucho tiempo con esas vacas. Pero lo está logrando, ha introducido la digitalización en la granja con un programa de gestión de rebaños y está logrando mejores rendimientos.
El agricultor Ricardo Bayo es, además, presidente de UPA joven. Para él, lo más importante es la formación de los jóvenes, para profesionalizar el campo y aportar valor añadido. Y formación no solo en áreas relacionadas, como ingenieros agrónomos, sino también en administración y dirección de empresas. “¿O es que una explotación no es acaso una empresa?”, se pregunta.
Pero para que el campo ofrezca oportunidades de futuro, es de vital importancia introducir innovaciones. “Yo siempre pregunto a todos los agricultores jóvenes que llegan a UPA qué hacen diferente ellos que no hiciera su padre, y no sirve como respuesta usar un tractor más moderno”, nos cuenta. Él mismo nos cuenta su caso. “Cuando mi hermano y yo tomamos las riendas de la explotación lo primero que hicimos es planificar una reconversión varietal, para cambiar las variedades de cítricos que plantó mi padre, algunas ya obsoletas, es decir, con bajo valor comercial. Dimos una vuelta a todas las fincas, pusimos en producción las que no lo estaban y cambiamos todas las variedades, con cítricos de más valor”.
Hoy en día las granjas ya aplican sistemas tecnológicos muy avanzados, que nos permiten tener digitalizada muchas partes de la explotación”, asegura Carles Peris, secretario general de la Unió de Llauradors. “A los jóvenes les gusta gestionar la granja desde su tablet. Se ha tardado en entrar en estas líneas, pero ahora la digitalización sí se está moviendo”.
Erasmus rural
El programa Cultiva de Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) auspiciado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el Plan Terra de la Comunidad de Madrid, así como otras administraciones han puesto en marcha ‘erasmus rurales’. Durante una temporada, los jóvenes se trasladan al campo y realizar prácticas en explotaciones reales. Una forma de acercar a los jóvenes a la España vaciada y mostrar cómo es la vida en las zonas despobladas, intercambiar experiencias y conocimiento y permitir que los jóvenes conozcan de primera mano la realidad del campo y del trabajo en la agricultura y la ganadería.
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Todos estos programas buscan fomentar el desarrollo local, lograr el arraigo de jóvenes a zonas rurales, generar conciencia de las posibilidades del medio rural y derribar falsos mitos en relación al trabajo en el campo. “Lo primero es dignificar la profesión, y explicar muy bien que yo como agricultor no trabajo ni una décima parte de lo que trabajó mi abuelo, que hacían las transformaciones de las parcelas a capazos y hacían ribazos de piedra”, nos cuenta Ricardo Bayo. “Ahora tenemos tractores, maquinaria y tecnología, tenemos tijeras eléctricas de poda, sierras mecánicas, sensores, robótica, tenemos programadores de regadío. Esto ya no es lo de antes, que tenías que levantarte a las cuatro de la mañana”.
Pese a todas las dificultades por las que atraviesan, los agricultores y ganaderos miran con esperanza hacia el horizonte. “Hay que hacer entender a los jóvenes que hay un negocio, que es la alimentación, que va a estar ahí y que lo vamos a necesitar en el futuro y para siempre. Quizá otras cosas no, pero dar de comer siempre va a ser necesario” nos cuenta Ricardo Bayo. “Tenemos que mirar al futuro con ilusión” nos contaba recientemente, en el mismo sentido, el secretario general de UPA, el extremeño Lorenzo Ramos. “Conozco muchísima gente joven que se interesa por el campo. Yo mismo soy uno de esos afortunados, porque mi hijo ha terminado su carrera universitaria y ha decidido dedicarse a gestionar la explotación familiar. Él vio que había futuro, y está saliendo adelante”, asegura, orgulloso.
Sobre el autor:
Beatriz Torija
Beatriz Torija es periodista y documentalista, especializada en información económica. Lleva 20 años contando la actualidad de la economía y los mercados financieros a través de la radio, la televisión y la prensa escrita. Además, cocina y fotografía.