Ángel Díaz, tiene 39 años y una fábrica de metalurgia en la que trabaja "con temas de fabricación para Defensa, armeros, piezas para tanques, vehículos...". Junto con su amigo y socio Mauro García Acero, de 43 y que tiene una empresa de tecnología electrónica "que se dedica a temas de aviónica", ha creado una empresa, Sanity Air, desde la que dan a conocer y distribuyen un aparato que, en tiempos de pandemia de covid-19, esteriliza el aire que respiramos.
"Es la única solución del mercado que permite esterilizar y purificar el aire de una estancia al mismo tiempo que clientes, trabajadores u otros usuarios se encuentran en ella, esto lo hace ideal para cafeterías, restaurantes, gimnasios, comercios, oficinas o cualquier lugar que compartan varias personas", explican.
"Sanity Air es un sistema diseñado y fabricado en España para eliminar una de las principales vías de transmisión del coronavirus, la aérea, una vía de la que no podemos distanciarnos ni protegernos completamente, ya que nos rodea, nos movemos en ella y la respiramos", nos asegura Ángel Díaz antes de explicarnos como "fuimos Mauro y yo. Él diseñó un aparato que extrapolamos a Sanity Air y se puede poner en una caja que esté a la intemperie o en casa, porque funciona tanto en espacios cerrados como abiertos. Lo que hace es detectar las partículas volátiles que hay en el aire, el CO2, en fin, detectar una serie de variables dependiendo de los sensores que el cliente requiera". Como todos sabemos, y Díaz nos ratifica, "la detección de un virus en el aire es bastante complicada".
"Con una cervecita frente al ordenador"
Durante el confinamiento, Ángel y Mauro charlaban "con una cervecita cada uno frente a su ordenador" y se preguntaban el uno al otro por cómo estaban porque, cuenta Ángel, "yo pasé el coronavirus y su mujer y sus tres hijos también. Además, Mauro tuvo un ictus muy leve hace un par de meses, estuvo en el hospital durante una semana y lo achacaron a la covid-19".
Pero los dos amigos no sólo se preguntaban por su estado de salud, "como Mauro tiene esa vena tecnológica y yo la capacidad de fabricación, nos pusimos a investigar posibilidades de desinfectar el aire. Nos planteamos desde el ozono, a fumigadores para personas como entonces se hacía en China, con diferentes soluciones desde agua con ozono, con H2O2, ionizarlo, alcoholes, hidroalcoholes, pero todo eso podía ser nocivo y súper oxidante".
Así las cosas, pensaron que como al principio se creía que la principal vía de contagio eran los objetos y el contacto directo con ellos, "podríamos meter ultravioletas en una máquina y hacerlos pasar por un rodillo como los que hay con rayos X en los aeropuertos".
Y en una de esas conversaciones frente al ordenador y "cervecita en mano" surgió el tema de esterilizar el aire. "Buscamos en Internet casuística y reportes además de posibles modelos de transmisión y nos dimos cuenta de que había circunstancias que no cuadraban, como el documento que demuestra cómo se expande el virus en un restaurante, un supermercado, un gimnasio… como por ejemplo el tema de contacto con objetos, esos contagios no se explican si no está el aire como conductor, yo de hecho me contagié en un concierto de la filarmónica…"
Una caja con luz ultravioleta y un ventilador
Por fin terminaron pensando en la famosa transmisión por aerosoles. "No solo se trata de las gotículas que se depositan a menos de dos metros sino de las que se quedan flotando a modo de humo durante horas. Apostamos por esa vía de contagio y empezamos a pensar en cómo hacer circular el aire a través de un equipo cerrado con luz ultravioleta de tipo C en su interior. Se trata de la luz ultravioleta más energética de todas y la que se utiliza para desinfección desde el siglo XIX. Ataca al ADN celular haciéndolo vibrar hasta que lo rompe, con lo cual esas células no pueden replicarse porque con su ADN totalmente dañado. Se trataba de confinar esa radiación dentro del equipo por donde el aire pasa un tiempo concreto y también de cómo hacer que la radiación no saliese del equipo", aclara Ángel Díaz.
En definitiva, el aparato es una caja que contiene una fuerte luz ultravioleta con un ventilador que hace pasar el aire por dentro del aparato y unos filtros de carbón activo que, por un lado, bloquean la luz ultravioleta, y por otro, filtran el aire que circula.
El proceso consiste en atraer y hacer circular el aire por el interior de Sanity Air para filtrarlo y desinfectarlo: las gotículas en suspensión son depuradas por los filtros de carbono activo a la vez que todo el volumen de aire se esteriliza mediante rayos ultravioletas (UVC), acabando de este modo con cualquier patógeno que pueda contener, todo ello sin añadir productos químicos ni biocidas que puedan ser nocivos para la salud.
"No he trabajado más en mi vida"
"Así desactivamos hongos, virus y bacterias. Las bacterias y hongos son más sencillos de eliminar que los virus. Yo hice un prototipo y luego produje otros 20 y antes de comercializarlos los enviamos a certificar a los laboratorios ITEL, en Barcelona, y al laboratorio candelTec de Valencia. CancdelTEC comprobó que no salía radiación del equipo y, por su parte, ITEL tomó placas de petri en las que las bacterias y los hongos, que necesitan más radiación que el coronavirus (3 milijulios por cm 2) para ser desactivados, habían desaparecido. Luego si matamos al hongo que necesita más radiación, está claro que también acabamos con el virus. Así constan en la certificación de ITEL que garantiza el 99,97% de filtrado del aparato", explica Ángel Díaz.
El resultado es un aire limpio, libre de agentes nocivos, totalmente inocuo para la salud y el medio ambiente. El funcionamiento de Sanity Air, es una solución testada y usada profusamente en lugares especialmente sensibles a posibles infecciones como laboratorios, quirófanos, purificación de aguas... "De hecho, de fábrica han salido ya en torno a 500 equipos que están funcionando, entre otros organismos, en la Agencia Espacial Europea, el Hospital Universitario de San Roque, Metro de Madrid… y también está muy interesada Renfe, el Ayuntamiento de Bilbao… yo no he trabajado más en mi vida (risas)".
Además, aseguran desde Sanity Air, es un aparato "fabricado para durar, diseñado sin obsolescencia programada, sin componentes específicos ni difíciles de encontrar, para que con el paso de los años la máquina pueda seguir funcionando y ser mantenida sin problemas".