El uso prolongado de las mascarillas y la distancia social mantenida durante año y medio podrían tener consecuencias para la salud pública este otoño.
Y es que, según un estudio, las restricciones y los equipos de protección que han ayudado a controlar la transmisión de Covid durante la pandemia podrían no ser tan inocuos como parecían, ya que también han limitado la transmisión de otros virus respiratorios endémicos, como la gripe.
Y eso, tiene consecuencias –si no se mantiene la mascarilla para siempre–. En concreto, las restricciones podrían provocar que en 2021/2022 vaya a haber una epidemia de virus respiratorios –que no son el coronavirus– más larga que otros años y más dura.
La razón: gran parte de la población podría haber perdido la inmunidad contra estos patógenos al mismo tiempo ya que ésta no es duradera, según se estima.
Qué se puede hacer
"La ausencia de circulación de ciertos patógenos puede conducir a una disminución de la inmunidad colectiva frente a ellos. Esto puede promover el aumento de epidemias más graves y duraderas que comienzan antes", reconoce el estudio en el que ha participado el responsable científico del Centro Nacional de Gripe de Valladolid, Raúl Ortiz de Lejarazu, entre otros científicos.
"La acumulación de personas que están perdiendo esta protección y que no están expuestas a los virus respiratorios por un tiempo, podría dar lugar a un grupo de personas susceptibles, lo suficientemente grande, como para causar epidemias de influenza más graves en el futuro, o una mayor número de casos de lo habitual para otros virus respiratorios", indica el documento.
Y pone un ejemplo de lo que podría ocurrir este otoño en base a lo vivido en años buenos en los que hubo menos gripe: "Después de una epidemia de influenza de baja intensidad debido a un invierno suave, el 72% de las próximas epidemias tienden a ser más intensas y más graves que el promedio, comenzando 11 días antes y causando un 40% más de casos. Este fenómeno ocurre porque, durante los inviernos cálidos, la tasa de transmisión de la influenza es menor de lo habitual y eso implica la inmunización natural de un menor número de personas. Por lo tanto, crea un grupo mayor de individuos susceptibles debido a una caída en la inmunidad colectiva. La situación actual, en la que se está produciendo una menor incidencia de influenza y virus sincitial respiratorio de forma forzada podría imitar la producción de epidemias más intensas después de inviernos suaves".
Con todo, no todo son malas noticias, puesto que, según el estudio, "otros virus respiratorios como rinovirus, adenovirus, bocavirus, etc., continúan circulando", aún con las mascarillas y restricciones, por lo que los patógenos que preocupan más son la gripe y el virus sincitial respiratorio.
Por ello, "para paliar los efectos colaterales que pueden presentarse por la disminución de la circulación de virus como la influenza, es necesario incrementar la producción de vacunas antigripales, realizar campañas de vacunación masiva y enfocarse en vacunar a los principales impulsores de este virus, los niños", propone el estudio.
Sobre el autor:
Pablo Recio
Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica.
Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial.