La esperanza de vida en España es la más alta de la UE, ya que, en 2022, se situaba en 83,2 años, según el informe 'España: Perfil sanitario nacional 2023', publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). España mantiene su liderazgo en esperanza de vida pese a que disminuyó en 0,8 años durante el período de la pandemia, un poco más que la media de la UE, indica.
En comparación con las medias de la UE, las personas mayores en España viven con mejor salud, sin discapacidad. La población española de 65 años y más aumentó del 16,5 por ciento en el año 2000 a más del 20 por ciento en el 2020, porcentaje ligeramente inferior a la media de la UE del 21 por ciento. Según las proyecciones, esta cifra aumentará hasta superar el 33 por ciento de aquí a 2050.
En 2020, una española de 65 años podía esperar vivir otros 22,4 años (alrededor de 1,4 años más que la media de la UE), mientras que un hombre podía esperar vivir 18,4 años más (1 año por encima de la media de la Unión).
Además de disfrutar de esperanzas de vida superiores a las medias de la UE, tanto los hombres como las mujeres en España pueden esperar pasar una mayor proporción de sus vidas después de los 65 años sin discapacidad, en comparación con las medias de la UE. Sin embargo, las mujeres españolas a partir de los 65 años tienen más probabilidades que los hombres de declarar múltiples enfermedades crónicas y limitaciones en sus actividades cotidianas.
Mortalidad evitable
Además, las tasas españolas de mortalidad por causas evitables y tratables se encuentran por debajo de las medias de la UE. "Los bajos índices de hospitalización por insuficiencia cardíaca congestiva y diabetes en comparación con los de otros países de la UE pueden deberse, en parte, a la solidez de su sistema de Atención Primaria", se recoge en el informe.
Durante el último decenio, el aumento de la esperanza de vida en España se debió fundamentalmente a la disminución de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y cáncer. Sin embargo, las enfermedades cardiovasculares seguían siendo la principal causa de muerte en 2020, dado que representaban más del 24 por ciento de las defunciones, mientras que el cáncer era la causa del 22 por ciento.
Entre los distintos tipos de cáncer, el de pulmón era la principal causa de muerte. La Covid-19 fue la principal impulsora de la mortalidad en España durante 2020, pues provocó casi 75.000 defunciones, es decir, alrededor del 15,2 por ciento de las muertes, porcentaje que ocupa el segundo puesto en la UE, por detrás de Bélgica. La mayoría de estas muertes (el 52%) se produjeron entre personas de 85 años o más (la media de la UE era del 43%).
El indicador más amplio de exceso de mortalidad (por todas las causas) –definido como un número de muertes por todas las causas superior al que cabría esperar normalmente atendiendo al de años anteriores– sugiere que el exceso de mortalidad en 2020, 2021 y 2022 fue de media un 12,2 por ciento más alto en España que en los cinco años anteriores (2015-2019).
Este porcentaje está bastante por debajo de la media del 12,6 por ciento de la UE. En España, después de alcanzar su máximo en 2020, el exceso de mortalidad descendió de forma significativa en 2021, pero volvió a aumentar en 2022.
Este incremento se producía mientras el número de muertes confirmadas por Covid-19 en términos interanuales disminuía entre 2020 y 2022. "Esta evolución inesperada puede explicarse, en parte, por el elevado número de fallecimientos por la grave ola de calor que afectó al país en el verano de 2022", apunta el informe de la OCDE.
Por otro lado, el documento recalca que la incidencia del cáncer en España es mayor en los hombres que en las mujeres. Según las estimaciones del Centro Común de Investigación basadas en las tendencias de la incidencia de los años anteriores, en 2022 estaba previsto que se diagnosticaran en España alrededor de 264.000 casos nuevos de cáncer.
Las localizaciones más comunes del cáncer previstas en los hombres eran en la próstata, la zona colorrectal y el pulmón, mientras que en el caso de las mujeres se trataba de la mama, seguida de la zona colorrectal y el pulmón.
Advertencia de la OCDE
La OCDE ha advertido de que el 31 por ciento de las muertes en España se deben a factores de riesgo comportamentales, como el consumo de tabaco, alcohol, los hábitos de alimentación o la actividad física reducida; si bien se trata de una proporción menor que la media de la Unión Europea (39%), según el informe.
El hecho de que la cifra sea más baja que en el resto de la UE se debe principalmente a que España tiene un porcentaje mucho menor de muertes atribuibles a riesgos asociados con la alimentación –escaso consumo de frutas y hortalizas, y consumo de bebidas con un elevado contenido de azúcar–. De hecho, en este país, el 10 por ciento de muertes se deben a esta causa, mientras que, en el resto de Europa, esta cifra asciende hasta el 17 por ciento.
Sin embargo, el documento pone el foco en los adolescentes. "En España, el número de muertes debidas a una mala alimentación se sitúa muy por debajo de la media de la UE, pero el sobrepeso y la obesidad en adolescentes resultan cada vez más preocupantes", alertan.
A pesar de que los niños españoles declaran hacer más actividad física, la proporción de ellos que tienen sobrepeso o son obesos (23,3%) es superior a la de las niñas (14%) de 15 años. Los hábitos alimentarios no saludables pueden explicar parcialmente esta tendencia, ya que, en 2022, los adolescentes declararon un consumo reducido de frutas y verduras.
Consumo de tabaco y alcohol
En cuanto al tabaco, la OCDE advierte de que, a pesar del descenso progresivo en el número de fumadores en España durante el último decenio, "la tasa de tabaquismo sigue siendo relativamente elevada y, en 2020, aproximadamente uno de cada cinco adultos fumaba a diario".
Al igual que en otros países de la UE, en España hay más hombres que mujeres que fuman, pero la brecha de género en la prevalencia del tabaquismo es comparativamente menor, dado que el 23 por ciento de los hombres y el 16,5 por ciento de las mujeres declaran fumar a diario. Entre los jóvenes de quince años, el 15 por ciento declaró fumar al menos ocasionalmente en 2022, ligeramente por debajo de la media de la UE (17%), tal y como se recoge en el informe.
El consumo de alcohol ha aumentado durante el último decenio, pero la tasa de consumo excesivo es reducida. El consumo de esta sustancia en adultos en España aumentó entre 2010 y 2021 y actualmente es más elevado que en muchos países de la UE y, además, se sitúa ligeramente por encima de la media de la Unión. Sin embargo, solo en torno a un 6 por ciento de los adultos declararon un consumo excesivo en 2019 –el tercer porcentaje más bajo de todos los países de la Unión y considerablemente inferior a la media de la UE del 18,5%–.
En 2022, casi uno de cada cuatro jóvenes (24%) de 15 años declaró haberse embriagado más de una vez en su vida, una cifra ligeramente inferior a la media de la UE del 18 por ciento.
Desigualdad y salud
La desigualdad tiene un impacto notable en estos determinantes. En 2019, el 21 por ciento de los adultos con un nivel educativo bajo fumaban a diario, en comparación con el 16 por ciento de los que tenían un nivel educativo alto.
Del mismo modo, la tasa de obesidad en adultos era el doble de alta para aquellos con un nivel educativo bajo (del 20%, en comparación con el 10%). Las diferencias relacionadas con la educación también se observan en los índices de consumo de frutas y verduras. Esta mayor prevalencia de factores de riesgo en la población con menor nivel educativo contribuye a la desigualdad en la salud y la esperanza de vida.
Sobre el autor:
Raúl Arias
Raúl Arias es periodista especializado en Política, Economía y Sociedad. Licenciado en la Universidad Complutense de Madrid, ha trabajado en diferentes medios de tirada nacional, siempre pegado a la actualidad.