Arandilla del Arroyo, el pueblo más envejecido de España y donde todos son inmunes al Covid
Muchos de los pueblos más despoblados y envejecidos de la España Vaciada han llegado ya o están a punto de alcanzar la inmunidad de grupo.
Y es que, en muchos de ellos, buena parte de su población empadronada es mayor y, actualmente, más el 92% de las personas de más de 60 años han recibido una dosis de la vacuna.
Eso sí, el camino no ha sido sencillo. La falta de recursos y personal médico que padecen estas zonas se ha hecho patente también durante la campaña de vacunación.
Sin embargo, al final, el ritmo ha terminado siendo similar al del resto del país. La clave: una buena organización de los pocos sanitarios que cubren estos municipios y, sobre todo, la colaboración de los vecinos, que se han organizado para poder desplazarse en coche a los centros de salud que, en ocasiones, están a decenas de kilómetros de sus casas.
“Nos hemos tenido que buscar la vida"
Es el caso de la localidad en la que vive Pilar Casal, Lumbreras de Cameros (La Rioja). Allí, residen sólo unas 22 personas –aunque hay más de 100 censados– y no tienen centro de salud, así que han tenido que desplazarse "a Torrecilla y a Logroño", que están a más de 20 kilómetros –"tres cuartos de hora o una hora"–.
“Nos hemos tenido que buscar la vida. Normalmente, viene el médico y el ATS una vez a la semana, pero, para la vacuna, nada. No había opción de ir a las casas. Incluso, a un señor muy mayor, de 90 años, lo tuvieron que bajar. Y nosotros mismos acercamos a un vecino, que si no, no lo hubiese hecho, al no tener coche”, reconoce.
Con todo, el esfuerzo de los vecinos ha tenido su recompensa: prácticamente todo el pueblo está inmunizado. “El más joven debe tener cincuenta y tantos y hay dos o tres que no, pero, los demás, estamos vacunados”, explica.
Además, gracias a la protección que les aporta la vacuna podrán, probablemente, mantenerse libres de Covid, ya que en Lumbreras de Cameros no ha habido ni un sólo contagio en toda la pandemia. “La gente aquí ha estado tranquila siempre. Hemos ido sin mascarilla, salvo en verano. La llevas, por si acaso te encuentras con alguien”, asegura.
Vecinos de la zona de Calamocha (Teruel) vacunándose.
"No hay un servicio público de transporte"
También se ha necesitado la colaboración de los vecinos en muchos municipios rurales de Ourense. En concreto, según cuenta el sacerdote Miguel Blanco –cubre los núcleos de población del concello de A Merca–, en esa provincia casi todo gira en torno a la capital.
“Van a Expourense. Y las personas que ya han ido a los centros dicen que funciona de manera ágil. Está a las afueras de la ciudad y hay una zona de aparcamiento. El salón de exposiciones es amplio y tiene distintas hileras. La gente está participando con ganas y no está habiendo absentismo", señala.
Pero eso no quita que sea necesario desplazarse kilómetros para vacunarse. “La gente está yendo en coches particulares, con vecinos o en taxis. No hay un servicio público de transporte. Pero no hay problema, porque en los pueblos siempre hay personas que conducen”, sostiene.
Sanitarios en la zona de Calamocha (Teruel).
Los sanitarios también se desplazan
No obstante, en algunos casos, los sanitarios sí que se están desplazando a los municipios y han vacunado a los mayores en los consultorios –donde pasan consulta una vez a la semana o dos–.
Por ejemplo, en el área de Castellote, en la provincia de Teruel, la vacunación, apunta la vecina de la localidad Raquel Benedi, "funciona bien en general y es bastante rápida”.
“Al principio, subían a vacunarlos en el consultorio y, luego, les bajaron al centro de salud. La atención aquí es bastante buena –aunque haya escasez de medios–, debido a la profesionalidad y al buen hacer de los sanitarios. En general, nadie se ha quedado sin vacunar”, afirma.
"Los citaba en el consultorio local y bajaban”
También se vacunó in situ en los núcleos de población de la zona del término de Calamocha (Teruel), según cuenta a este diario el enfermero Manuel López, que cubre con su coche 23 núcleos de ese área.
“Empezamos vacunando en febrero a los grandes dependientes que se podían desplazar a los consultorios, porque, al principio, no nos dejaban ir a domicilio. Y cuando ya estuvieron vacunados, comenzamos con los mayores de 80 años. Entonces, ya nos dijeron que se podía ir de dos en dos, sin perder tiempo con la vacuna", rememora López.
Desde ese momento, prosigue, se han desplazado a los pueblos para inmunizar a las personas más mayores hasta tenerlas cubiertas, mientras que "los más jóvenes" han ido "al centro de salud”.
“Nos sacamos el listado y los íbamos llamando conforme al número de vacunas que nos mandaban. Tenía cuatro viales, por ejemplo, y 24 dosis, y los citaba en el consultorio local y bajaban”, comenta.
Vacunar a todos en menos de 5 horas
Pese a todo, la vacunación tampoco ha sido sencilla en los propios pueblos: el tipo de dosis que se ponían a los mayores (Pfizer y Moderna) requiere conservación a bajas temperaturas. Por ello, debían ser eficientes y rápidos para llegar a todos.
“Nosotros recogemos la vacuna que nos trae el transporte que viene del hospital clínico. Aguantan hasta cinco días. Así que, en ese momento, nos organizamos toda la semana y nos llevábamos las de ese día, que duran cinco horas conservadas en nevera”, indica.
A pesar de todo, matiza, no han tenido "problemas", por el momento, y han podido poner las dosis durante esta campaña de vacunación.
Ahora bien, López reconoce también que están "un poco agotados” ya que han tenido que realizar labores de vacunación, de seguimiento de casos de Covid y las que solían hacer antes de la pandemia con muy poco refuerzo de personal.
Con todo, concluye, ya comienzan a ver la luz, puesto que la mayoría de los mayores están vacunados y van a seguir inyectando dosis pero ahora sólo en el centro de salud. Y ya se empieza a notar un clima distinto en los pueblos y se ve por la actitud de "la gente, que empieza a tener menos miedo para salir a la calle".