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Las personas mayores de 45 años que mueren por infarto en hospital superan el 6 por ciento, mientras que la mortalidad del infarto en menores de 45 años es del 1,2 por ciento, según un estudio del Hospital Universitario Virgen Macarena (Sevilla), que se ha presentado en el Congreso SEC de la Salud Cardiovascular, organizado por la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Es importante tener en cuenta que no solo debemos buscar controlar el colesterol, sino también los triglicéridos. Estos últimos muchas veces no están elevados como tal por sí solos, sino que suelen ser el reflejo de que hay ya una alteración establecida de los lípidos, por lo que también deben ser tenidos en cuenta y no olvidados.
De acuerdo con las Guías de Práctica Clínica de la Sociedad Europea de Cardiología, el colesterol-LDL (conocido popularmente como colesterol "malo"), cuanto más bajo, mejor, especialmente en personas que ya han sufrido un evento cardiovascular. En estos se persiguen cifras inferiores a 55 mg/dl y una reducción de al menos la mitad de cómo estaban dichos niveles antes del infarto.
"Mantener estos niveles bajos es fundamental para evitar nuevos eventos en el futuro y, por ello, se recomienda ser muy agresivo con el tratamiento de estos pacientes, utilizando todos los fármacos disponibles en nuestro arsenal y por supuesto apoyándonos en unos correctos hábitos del estilo de vida que incluyan una dieta adecuada y la práctica de ejercicio físico regular", concluye Barea González.
Factores que determinan el infarto en jóvenes
La cardiopatía isquémica aguda se presenta cada vez con más frecuencia en pacientes jóvenes, según los últimos análisis. Hasta la fecha existía escasa evidencia sobre su pronóstico a corto y largo plazo, por lo que desde el Hospital Universitario Virgen Macarena decidieron realizar a todos aquellos pacientes menores de 45 años que ingresaran en la unidad de cuidados coronarios tras el diagnóstico de síndrome coronario agudo entre enero de 2010 y abril de 2021.
Ya desde la infancia comienza el desarrollo de la aterosclerosis dentro de nuestras arterias, acumulándose grasas, colesterol y otras sustancias en sus paredes. En la adolescencia, estas pequeñas lesiones aumentan con la acumulación de lípidos y dan lugar a la formación de pequeñas placas fibrosas.
"En los años siguientes, estas placas crecerían y se agrandarían, pudiendo sufrir roturas y trombosis, que serían las desencadenantes de los eventos agudos, como el infarto de miocardio", explica el doctor Diego Félix Arroyo Moñino, uno de los investigadores del estudio.
No se puede prevenir la aparición de placas de aterosclerosis, pero sí es posible prevenir un desarrollo excesivo de las mismas. Se han identificado múltiples factores que pueden llevar a este desarrollo excesivo, como son los niveles elevados de colesterol (LDL) en sangre, la tensión arterial alta, el tabaquismo, el sobrepeso o la obesidad, y la presencia de diabetes.