Aspectos como un dormitorio cálido, la contaminación del aire, los altos niveles de dióxido de carbono o el ruido ambiental pueden llegar a afectar negativamente a la capacidad de dormir bien por la noche. Así lo sugiere un estudio de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, siendo uno de los primeros en medir diferentes variables ambientales en un dormitorio y analizar su asociación con la eficiencia del sueño, es decir, el tiempo que se dedica a dormir en relación al tiempo que tenemos para dormir.
El estudio, publicado en Sleep Health, se realizó en colaboración con el Christina Lee Brown Envirome Institute de la Universidad de Louisville (Estados Unidos), dirigido por Aruni Bhatnagar, PhD. En él participaron un total de 62 personas, del Proyecto Corazón Verde, financiado por los Institutos Nacionales de la Salud, que investiga los efectos de plantar 8000 árboles maduros en la salud cardiovascular de los residentes de Louisville. A todos ellos se les realizó un seguimiento durante dos semanas, utilizando monitores de actividad y registros de sueño. Así, los investigadores observaron que los niveles más altos de contaminación del aire en el dormitorio, dióxido de carbono, ruido y temperatura, se relacionaban con una menor eficiencia del sueño.
En este sentido, Mathias Basner,autor principal del estudio, y profesor y director de la división de Sueño y Cronobiología en el departamento de Psiquiatría de Penn Medicine, explica en una nota que "estos hallazgos resaltan la importancia del ambiente del dormitorio para un sueño de alta calidad".
Las obligaciones diarias a las que tenemos que hacer frente, laborales y familiares, suelen ser los principales impedimentos para dormir bien, sin embargo, según indican los investigadores, "un entorno que cambia rápidamente debido a la creciente urbanización y el cambio climático parece haber dificultado dormir bien por la noche".
A lo largo del tiempo, dormir mal, es decir, un sueño que tiene una duración o una eficiencia inadecuada debido a frecuentes interrupciones, afecta a la productividad laboral y la calidad de vida, y está relacionado con un mayor riesgo de enfermedades crónicas (enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2, depresión y demencia).
En este nuevo estudio, los investigadores compararon la eficiencia del sueño durante las exposiciones al 20% de los niveles más altos frente al 20% de los niveles más bajos. Los resultados mostraron que el ruido alto estaba asociado con un sueño un 4,7% más deficiente que en una habitación con ruido bajo, el dióxido de carbono alto con un sueño un 4% más deficiente, la temperatura alta con un sueño un 3,4% más deficiente y la contaminación del aire con un sueño un 3,2% más deficiente.
"Otras dos variables ambientales del sueño, la humedad relativa y la presión barométrica, no parecían tener una asociación significativa con la eficiencia del sueño entre los participantes", señalan los investigadores. Y añaden que solo la humedad del dormitorio se asoció con una menor calidad del sueño autoinformada y con más somnolencia a la mañana siguiente. "Esto sugiere que los estudios basados en cuestionarios pueden pasar por alto asociaciones importantes detectadas fácilmente por medidas objetivas del sueño. Esto no es sorprendente, ya que los humanos están inconscientes y no son conscientes de sí mismos y de su entorno durante gran parte de su período de sueño", explican.
Según indican los investigadores, la mayoría de las personas que participaron en el estudio determinaron que los niveles de humedad, temperatura y ruido en el dormitorio eran "perfectos", independientemente de los niveles de exposición reales. Ante esto, Basner señalaba que "parece que nos habituamos subjetivamente al entorno de nuestro dormitorio y sentimos que no hay necesidad de mejorarlo, cuando de hecho nuestro sueño puede verse perturbado noche tras noche, como lo demuestran las medidas objetivas del sueño que usamos en nuestro estudio".
Ante los resultados obtenidos, los investigadores consideran que es necesaria "más investigación sobre las intervenciones que podrían mejorar la eficiencia del sueño al reducir la exposición a estos factores que interrumpen el sueño".
Por su parte, Bhatnagar comenta en relación a estos resultados que "esto podría ser tan simple como dejar la puerta de un dormitorio abierta para reducir los niveles de dióxido de carbono y usar ventanas de triple panel para reducir el ruido". "También solicitamos fondos que nos permitirán investigar si plantar árboles puede mejorar el sueño y la salud cardiovascular a través de la mejora de los comportamientos de salud y el ambiente del dormitorio", añade.
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.