65ymás
Los sentidos perciben y reciben la información necesaria del entorno de manera individual que el cerebro convierte en una experiencia conjunta. Pero hay quien no tiene todos los sentidos disponibles, como las personas ciegas o sordas. La ciencia hoy sabe bastante bien que el cerebro tiene la capacidad de adaptarse a distintas experiencias sensoriales y, en cierto modo, de "compensar" la falta de alguno de los sentidos.
En un estudio reciente, un grupo de investigadores de la Escuela de Estudios Avanzados IMT de Lucca (Italia) en colaboración con un grupo de la Universidad de Ulm (Alemania), ha aportado nuevos datos sobre cómo el cerebro consigue adaptarse a los cambios en el flujo de información procedente de los ojos y los oídos.
Aunque varios estudios ya han demostrado que la falta de visión -incluso durante un periodo breve de tiempo, como la oclusión de un ojo durante unas horas- es suficiente para inducir un cambio temporal en la manera en la que el cerebro procesa la información visual, se desconocía si estos efectos plásticos repercuten en otros sentidos e influyen en su actividad.
Actividad neuronal alterada
En esta nueva investigación, los científicos vendaron los ojos a 20 participantes para el experimento y les pidieron que miraran y contaran simples destellos de luz mientras también se presentaban pitidos sonoros. Los investigadores observaron que la actividad neuronal en respuesta a la entrada visual y auditiva se alteraba tras la retirada del parche ocular. "En concreto, observamos un aumento muy selectivo de la respuesta neuronal a los sonidos", ha explicado Alessandra Federici, primera autora del trabajo.
Los efectos de la privación ocular fueron paradójicos: tras retirar el parche, el cerebro se volvió más sensible a la información visual proporcionada por el ojo ocluido, como si la falta de entrada provocara un aumento de la excitabilidad neuronal. El cerebro también se volvió más susceptible a la información auditiva, pero de forma selectiva cuando se observaba el entorno con el otro ojo sin parche.
"Aunque muchos estudios han demostrado la plasticidad de los sentidos tras una privación sensorial prolongada, como en el caso de la ceguera y la sordera, estos hallazgos desvelan el alto grado de plasticidad e interdependencia de los sentidos y el profundo impacto que la experiencia sensorial ejerce continuamente sobre nuestro cerebro", ha detallado Davide Bottari, investigador principal del estudio.
Eso confirma que el cerebro tiene una capacidad muy importante para adaptarse a los cambios en la información que recibe. Además de que las alteraciones en un sentido conducen rápidamente a cambios en los demás, como si se encontrara un nuevo equilibrio. También ofrece posibles indicaciones sobre cómo tener en cuenta esta interacción sensorial para diseñar protocolos de rehabilitación más eficaces para distintos tipos de enfermedades y discapacidades, como la ambliopía.