La protección frente al Covid de la vacunas de ARNm aplicadas en residencias podría haber bajado con el paso de los meses. En concreto, según los últimos estudios publicados en Estados Unidos, habría pasado de algo más del 70% al 50% para las dosis de Pfizer y Moderna. Y prueba de ello podría ser la ola de casos –y también de fallecimientos– vivida en estos centros durante el verano.
Por esta razón, ciertos estados –incluida España– se están planteando dar un refuerzo a estas personas, en forma de tercera dosis ya que, además de estar potencialmente menos protegidos desde el punto de vista inmunitario, se encuentran en un medio muy propicio para que haya contagios: muchas personas compartiendo zonas comunes en un mismo edificio, poco personal, condiciones de trabajo normalmente precarias y, por ende, cierta falta de control que fomenta que el virus pueda campar a sus anchas.
Por ahora, los datos avalan que esta dosis suplementaria de Pfizer aumenta la protección, en las primeras semanas, frente a infecciones con delta –86% de eficacia, según datos de Israel–. Y por ello, sería lógico pensar que también decrece el riesgo de fallecimiento.
No obstante, ni la Agencia Europea del Medicamento ni España han recomendado o autorizado todavía el uso de esta dosis, aunque todo el mundo da por hecho –incluido el propio Gobierno– que se acabará aprobando, si bien el 'quid' de la cuestión, actualmente, es saber cuándo se hará.
Inquietud entre los familiares
Por ello, ante la falta de aprobación por parte de las autoridades, los representantes de diferentes plataformas del colectivo de los familiares de usuarios de residencias ven todavía con cierto recelo este refuerzo –al que no se oponen– y piden más evidencias antes de inocular nuevas dosis a sus seres queridos –el Ministerio de Sanidad realizará una investigación sobre la protección de la vacuna en las residencias a partir de septiembre–.
Y es que, no todos los mayores de residencias podrían estar en la misma situación inmunológica. Más del 50% pasaron por la enfermedad en 2020 y tienen dos dosis de la vacuna ya. Una situación, que está por ver si influye a la hora de que dure más o menos la protección en el caso concreto de estas personas con múltiples patologías previas o con un sistema inmunológico envejecido.
“El problema que tenemos es que la tercera dosis va a significar más de lo mismo. Es lo que quieren los laboratorios. Y mientras no resolvamos la vacunación en el mundo tendremos delta y otras variantes. Además, no es lo mismo un residente que ha pasado el virus y le han vacunado, que uno que no. Se debe hacer un estudio serológico, como están haciendo en Portugal", opina la presidenta de la plataforma de familiares, Coordinadora 5+1, María José Carcelén (@CooResidencias).
"Me parece que seguimos pensando en la pandemia como si fuera una cuestión local. Si se sigue pensando así y no nos damos cuenta que hasta que la población mundial no esté vacunada, no estaremos a salvo nadie, dentro de unos meses, nos estaremos haciendo la misma pregunta con la sexta, la séptima ola, etc.", comenta por su lado, el presidente de la Plataforma de Familiares (@pladigmare), Miguel Vázquez.
Con todo, las familias creen que "caminamos inapelablemente a la tercera dosis en las residencias, muy pronto… en septiembre u octubre, seguro".
"A principios de agosto se daba a conocer un estudio llamativo, llevado a cabo por el Instituto de Investigación Irsi Caixa, que analizaba la respuesta, los niveles de anticuerpos de las personas mayores ingresadas en residencias, después de vacunarse. Era el primero que se daba a conocer en el Estado español, ya con un datos concretos y unas conclusiones razonables. Y eran preocupantes: las personas mayores que han recibido la vacuna, y que no se contagiaron de Covid-19 en su momento, muestran niveles muy bajos de anticuerpos protectores, tres meses después de recibir la pauta completa de vacuna", contextualiza por su parte el presidente de la plataforma gallega de Particulares e Colectivos de Familiares e Usuarias de Residencias e da Dependencia (@REDE_org), Paulino Campos.
Por lo tanto, explica, "a falta de conocimientos de otros estudios que estén en marcha y otros que debemos reclamar a las autoridades sanitarias públicas, las conclusiones son: la necesidad de hacer un seguimiento constante de la respuesta inmunitaria del colectivo de las personas mayores en residencias, que es el colectivo, indudablemente, más vulnerable... y, si es necesario, adaptar el calendario de vacunación para conseguir un mayor nivel de anticuerpos que proteja a las personas mayores de la infección".
Fuente: Imsero.
Mientras, las familias reclaman transparencia
Eso sí, más allá de que se ponga o no la tercera dosis –una decisión que tomarán las autoridades sanitarias–, lo que reclaman las familias es transparencia en el proceso y que toda medida se justifique y vaya en pro de los residentes, muchos de los cuales contemplan con incertidumbre este nuevo incremento de casos en los centros.
"La actual situación se vive desde una posición ambivalente que va, desde el pesimismo al que conduce un destino cuasi cruel, hasta la resiliencia a la que te aboca el mero espíritu de supervivencia", cuenta Paulino Campo.
Además, el familiar critica que se esté queriendo solucionar el aumento de casos restringiendo la interacción de los mayores, como ha sucedido, por ejemplo, en Cataluña. "Se sienten ‘prisioneros, sin delito y sin condena’. Es incoherente que se hayan relajado las medidas para el resto de la población, aunque el porcentaje de vacunados sea sensiblemente menor, y sin embargo se mantengan cortapisas severas a las usuarias de residencias para el ejercicio de sus derechos, en las salidas y en las visitas de sus familiares. Tendremos que ir con este asunto esencial a los Parlamentos y a los Tribunales europeos. Es inadmisible. Si lo admitimos, entonces esta sociedad está enferma", comenta.
A pesar de todo, Campos entiende que es necesaria la aplicación de medidas preventivas menos lesivas para los mayores como los test. "Los familiares hemos dicho desde hace tiempo que buena parte de la solución tiene que venir por el control a través de pruebas diagnósticas de trabajadoras, usuarias y visitas –las familias aceptamos sin discusión someternos a los test rápidos anti-covid antes de entrar en una residencia–. Y algunas administraciones aseguran que realizan controles a las trabajadoras y usuarias cada semana, pero las que dicen esto, mienten. En Galicia, en el último mes y medio, las pruebas a las trabajadoras se hacen cada 12 días o cada dos semanas, y las usuarias, en el mejor de los casos, son sometidas a test aleatorios", denuncia.
"Desconcierto y desánimo" por la nueva ola
Una opinión, que comparte el presidente de la asociación de familiares Pladigmare, Miguel Vázquez, que critica opacidad, sobre todo, en los centros con casos activos. "Allí no sabemos cómo se vive esta quinta ola, dada la imposibilidad de acceder. Los familiares lo viven con desconcierto y desánimo. Eso sí, sabiendo todo lo que han pasado, los residentes que puedan discernir estarán resignados y enfadados porque les tendrán mal informados y limitándoles, por tanto, el conocimiento y el alcance de lo que pasa. Practican el edadismo diario con ellos", advierte.
"Y no existe ninguna garantía de que se les esté formando a las trabajadoras en como actuar ante la pandemia, ni de que existan los equipos de protección adecuados para las mismas ¿Cómo controla la Comunidad de Madrid estas dos cosas: formación y equipos de protección? Si se han suspendido las visitas en 24 residencias es porque no se puede garantizar la sectorización ni la detención de la extensión de los contagios por parte de esas residencias. ¿Por qué no intervienen esos centros y garantizan no sólo el control de la pandemia en las mismas, sino el bienestar y la salud emocional de los residentes que llevan meses sin poder ver a sus seres queridos? La vacunación reduce la gravedad de los contagios, afortunadamente. Por lo tanto, se debería ser más exigente con esas Residencias porque si ha habido brotes, es porque algo han hecho mal", concluye.
Sobre el autor:
Pablo Recio
Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica.
Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial.