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El periodista Fernando Ónega, presidente del Comité Editorial de 65Ymás, ha sido uno de los protagonistas de la misa celebrada en la parroquia de San Antón de Madrid este lunes 26 de julio con motivo del Día de los Abuelos. Y es que Mensajeros de la Paz, la ONG fundada por el Padre Ángel, como lleva haciendo desde hace más de dos décadas, ha dedicado una eucaristía especial a todos los abuelos y abuelas.
Bajo el lema Este año, más que nunca: ¡Diles que les quieres!, el Cardenal y Arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha celebrado la misa, presidida por la Reina Sofía. Igualmente, han asistido autoridades políticas nacionales, regionales y locales.
En esa celebración, Fernando Ónega, que hace un año recibía de mano del Padre Ángel el diploma Abuelo de Oro 2020, ha realizado la siguiente ofrenda a Santa Ana y San Joaquín, los abuelos de Jesús:
"Convocados en este lugar sagrado de caridad y oración por un hombre que pudo ser minero y fue Príncipe de Asturias de la Concordia, aquí estamos, Ana; aquí estamos, Joaquín; aquí estamos para rendiros homenaje, para veneraros, para pediros protección ante vuestro nieto Jesús.
Por delegación e invitación del Padre Ángel, por representación que no me corresponde de nadie, mi encargo es el de haceros la Ofrenda en vuestro día. Y yo, Ana, Joaquín, soy un abuelo pecador que acepté hacer la Ofrenda sin saber qué os puedo ofrecer, en la esperanza de que alguien con mucha más fe lo sepa hacer por mí. Ejerzo aquí de escribidor, casi predicador, tan pobre que solo palabras puedo daros.
Llevo toda mi vida preguntándome si Dios hubiera elegido otro matrimonio para engendrar a María, Madre del Salvador, en el caso de que vosotros no existieseis, y me moriré sin encontrar una respuesta. Llevo algunos años, desde que Mensajeros de la Paz promovió esta jornada, preguntándome si habría Día del Abuelo o Día de los Abuelos sin vuestra existencia, y siempre he pensado que no.
Y, desde que soy abuelo, me estoy preguntando si vivíais cuando vuestro nieto Jesús le dijo a Lázaro “Levántate y anda” y cuando anduvo sobre las aguas y cuando sus vecinos gritaron que preferían a Barrabás y cuando supisteis que había resucitado. No lo sé, ni nadie lo sabe, porque siendo patronos de los abuelos, habéis sido sus antecesores en todos los sentidos. Como los yayos de toda la historia, queridos, pero anónimos. Ninguna crónica cuenta si habéis cuidado a vuestro Nieto, si lo habéis educado, si habéis celebrado sus prodigios, si estabais en su crucifixión. Los primeros abuelos históricos, también invisibles: exactamente igual que los abuelos de 2021.
Hoy, abuela Ana, abuelo Joaquín, se os honra en gran parte del mundo y creo que de forma muy señalada en este templo parroquial de San Antón de Madrid. ¿Sabéis una cosa? Aquí también se hacen milagros. Las puertas de este lugar están abiertas las 24 horas del día para que nadie se muera de frío en los inviernos de Madrid. Aquí se cumplen las Obras de Misericordia de dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento. Aquí encuentran consuelo los injustamente tratados y algunos perseguidos. Y aquí se comulga y se reza.
Yo quiero rezaros para que uséis vuestras influencias ante el Dios que se encarnó en vuestro Nieto a través de vuestra Hija para que no abandone a los que hoy son lo que habéis sido vosotros, pero en este siglo de cambios y dudas y tantas inseguridades.
Mira, Ana, mira, Joaquín, que llevamos algún tiempo diciendo que nuestra época es el periodo más largo de libertad, democracia y prosperidad de nuestra historia, y son los abuelos de hoy los que lo hicieron posible. Ellos fueron los que hace más de 40 años se propusieron archivar los odios y darse un abrazo que pasará a la posteridad como el abrazo de la reconciliación para que nunca más hubiera guerras entre hermanos, y hasta ahora se ha cumplido.
Ellos son los que a base de esfuerzos, privaciones, pluriempleos y sacrificios supieron construir una clase media que fue la base de la paz civil que hizo que por primera vez en la historia fuese posible un gran cambio político sin consecuencias dramáticas en la convivencia.
Ellos fueron los protectores de las familias más débiles durante dos crisis consecutivas, una financiera y otra sanitaria, pero ambas necesitadas de escudo social. La expresión “escudo social” está patentada por el gobierno y con toda razón, pero los escudos humanos han sido los abuelos, sus pensiones y sus ahorros.
Y ellos y ellas son la ayuda que necesitan las madres y los padres para sacar adelante a sus hijos. Y son, en tiempos de acoso a la institución familiar, la referencia de afecto y unidad. Y ellos son la memoria, la personal y la colectiva. Cada vez que uno cae por ley de vida, es un referente de memoria, y de buena memoria, que pierde este país.
Por eso os pido en esta ofrenda que seáis, Joaquín y Ana, sus protectores. Para que la nueva cultura del edadismo no se siga convirtiendo en su enemigo de marginación y olvido. Para que sean visibles ante una sociedad que menosprecia a lo viejo. Para que una ola de sentido común haga que se valore su sabiduría y su experiencia. Para que ahora que viene una nueva ley de Memoria Democrática se haga justicia al pasado, pero que los abuelos sean el ejemplo de cómo se logra la convivencia, de cómo se construye la concordia, de cómo se colabora para que no se repita lo más penoso de nuestra historia. Para que hoy, como cuando ellos efran jóvenes, se unan las ideologías para construir aquello que decía Ortega de un sugestivo proyecto de vida en común.
Eso os pido, San Joaquín y Santa Ana, en este vuestro día, que gracias al Padre Ángel hemos hecho nuestro día, precisamente por ser vuestro.
Y dejadme decir otra cosa que me sale del alma: al ver las noticias cada mañana, al conocer los estados de opinión y a quienes los crean y los manejan, de lo que siento ganas es de rezar por los hijos y los nietos de los abuelos de hoy. Por nuestros hijos y nuestros nietos. Recojo así el sentir de otros abuelos consultados hoy por el diario 65ymas.com.
Y siento además esa necesidad, santos patronos, porque a esos hijos y nietos les dejamos un mundo de libertades, pero ignoro cómo andan de creencias. Les dejamos un universo próspero, con menos hambre y más medicinas, pero con un designio terrible que anuncia que vivirán peor que nosotros. Fuimos testigos de avances tecnológicos y científicos que nunca había conocido la Humanidad y que hacen que las personas vivamos más; pero no nos engañemos: no es que vivamos más, es que estamos más tiempo en la vejez, y eso requerirá cariños de cuidadores. Y personalmente me da miedo pensar en mi hijo y en mis nietos y ver cómo el cambio climático les anuncia un futuro de sequías, olas de calor, destrucción e inundaciones. Estos días veíamos los desastres de Alemania. Así es como quedaban las ciudades y los pueblos después de las invasiones y las guerras.
Por todo ello, San Joaquín, Santa Ana, protegednos a los abuelos y no os olvidéis de los nietos. Creo que lo van a necesitar. Amén".