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Este pasado viernes 31 de diciembre finalizaba el 2021, el segundo año de la pandemia de COVID-19, con prácticamente el 90 por ciento de la población vacunada, pero con el temor que supone la sexta ola porque, aunque no está colapsando por el momento los hospitales como en anteriores brotes, está sobrecargando la Atención Primaria, a los profesionales sanitarios y está alterando la Navidad de muchos españoles.
La situación con respecto a 2020 es mucho mejor, sin embargo. En estos momentos el país se enfrenta a una explosión de contagios incluso peor que la vivida a finales del año pasado, cuando se llegaron a notificar hasta más de 40.000 casos y 600 muertos diarios. Ahora, notificando hasta más de 100.000 positivos al día, España se mueve en cifras en torno a los 50 fallecimientos.
En cuanto a las restricciones, España también ha avanzado. En las navidades de 2020, muchas comunidades autónomas impusieron el cierre perimetral de su territorio, con la única excepción de visitas de familiares y allegados. Los horarios de apertura y cierre de los locales de hostelería y de ocio eran mucho más limitados y los toques de queda eran la norma.
En cualquier caso, la fatiga pandémica está afectando especialmente a los ciudadanos, generando graves problemas de salud mental bien por temor al virus o por el hartazgo que genera esta nueva normalidad, en la que la convivencia con el virus ha modificado hasta las rutinas más básicas.
De hecho, un 36 y un 32 por ciento de ciudadanos españoles manifiestan niveles altos de miedo y depresión debido a la pandemia, según los resultados de la novena ronda de resultados del estudio COSMO-Spain, realizada en diciembre por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) e impulsada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De acuerdo con esta encuesta, las preocupaciones de la población están subiendo ligeramente, especialmente en la de perder a un ser querido, infectar a la familia y la saturación de los servicios sanitarios (con una media superior a 4 en una escala del 1 al 5). Los españoles parecen cansados de la COVID-19: los encuestados dan un 3,4 sobre 5 a la afirmación "estoy harto de oír hablar de la COVID-19" y un 3,7 a "estoy cansado sobre los debates sobre la COVID-19".
Un año de Araceli
Pese a todo, si la situación es mejor que hace un año es debido a las vacunas. En tan solo un año, desde que el 27 de diciembre de 2020 se puso el primer pinchazo a Araceli Hidalgo, de 97 años, en Guadalajara, España ha administrado casi 90 millones de dosis, o lo que es lo mismo, más del 90 por ciento de la población mayor de 12 años está completamente vacunada.
Ahora, España se encuentra inmerso en la administración de la tercera dosis, que previsiblemente tendrá que llegar a todos los adultos ante la bajada de los anticuerpos contra el virus, y en la vacunación de los menores de 12 años, el último grupo inoculado debido a que se ha tenido que adaptar la vacuna a este colectivo. Solo el SARS-CoV-2 (y sus variantes) dirán si esta vacunación prosigue a lo largo de los años, en forma de un pinchazo o incluso dos anuales.
Mientras tanto, el mundo se está enfrentando a ómicron, una variante más contagiosa que la anterior pero que, según la reciente evidencia científica, podría producir menor gravedad y, por tanto, número de hospitalizaciones. ¿Será la variante que suponga el fin de la pandemia como la conocemos hasta ahora, con sus grandes cifras de muertos y hospitalizados? El 2022 podrá responder a esta pregunta.
España, y la mayoría de países desarrollados cuentan con la práctica totalidad de su población vacunada, pero la situación no es homogénea en todo el mundo. Muchas naciones pobres, especialmente en África, siguen con unas tasas de vacunación paupérrimas, e instrumentos como COVAX, liderado por la OMS, no han conseguido por el momento paliar este problema.
Además de las repercusiones que tiene en estos países, en número de muertes, esta desigualdad en el acceso a las vacunas también está contribuyendo a la aparición de nuevas variantes. No en vano, dos de las principales variaciones del virus, beta y ómicron, se detectaron por primera vez en Sudáfrica.
Más allá de la Covid-19
Al margen de la COVID-19, la mejoría de la pandemia ha permitido que durante 2021 se hayan producido otros hitos en la sanidad española. Entre todos ellos destaca, sin duda, la regulación de la eutanasia, que desde el pasado 25 de junio es legal en España. La norma establece que esta práctica se podrá llevar a cabo a pacientes que los soliciten y que se encuentren en un contexto de "padecimiento grave, crónico e imposibilitante o enfermedad grave e incurable, causantes de un sufrimiento intolerable".
La eutanasia era uno de los derechos más reivindicados desde hace años, principalmente por la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD). Su aceptación entre la sociedad española se disparó tras el caso de Ángel Hernández, el hombre que ayudó a morir a su mujer, María José Carrasco, enferma de esclerosis múltiple, en abril de 2019. Según una encuesta de Metroscopia, en esos momentos el 87 por ciento de los españoles creía que los enfermos incurables tenían derecho a que los médicos le proporcionen algún producto para poner fin a su vida sin dolor.
Asimismo, en este año que terminaba el pasado viernes también se ha producido un cierto avance, o al menos visibilización, de un problema que se lleva arrastrando mucho tiempo, la salud mental. Estos son los datos: en el año 2020, se registró en España la cifra más alta de suicidios, 3.941 personas.
Además, el suicidio es la primera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años. Y casi la mitad confiesa haber tenido algún problema de salud mental. Son más de siete millones de jóvenes. El 5,8 por ciento de la población confiesa sufrir ansiedad. Y casi el mismo porcentaje sufre depresión, duplicándose esta cifra en el caso de las mujeres. El 13,2 por ciento de los niños entre 4 y 14 años está en riesgo de mala salud mental.
El Ministerio de Sanidad, en colaboración con las CCAA, las sociedades científicas y asociaciones de pacientes y familiares, está reimpulsando la Estrategia de Salud Mental, que se actualizó por última vez en 2009. La Estrategia recoge un nuevo teléfono de atención al suicidio (024) y el Plan de Acción Salud Mental y COVID-19, que tendrá una dotación económica de hasta 100 millones de euros para ayudar a paliar los problemas de los españoles por la pandemia.
Otro de los problemas estructurales de la sanidad española es el deterioro de la Atención Primaria, que finalmente fue abordado por el Ministerio y las CCAA a través del Plan de Acción de Atención Primaria y Comunitaria 2022-2023, aprobado hace unas semanas en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS).
Su objetivo principal es reducir la temporalidad de los profesionales sanitarios de este nivel asistencial por debajo del 8 por ciento antes de 2024, así como fijar por primera vez un presupuesto "finalista, específico y suficiente" para Atención Primaria.
El impulso de este plan ha coincidido con una oleada de protestas de los sanitarios, cristalizada en una gran manifestación a mediados de diciembre en toda España y convocada por más de 100 organizaciones profesionales, sindicales y sociales adheridas a la plataforma Salvemos la Atención Primaria, como la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), CCOO, UGT, la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) y Medicus Mundi, entre otros.