En el noroeste de Madrid, dentro de la exclusiva zona del distrito de Moncloa-Aravaca, se levanta elPalacio de la Moncloa, residencia de los presidentes de gobierno de España. Es un edificio que a sido declarado Bien de Interés Cultural con un valor histórico tan incontestable como incalculable, aunque hace cinco años, el portal inmobiliario Nuroa.es le atribuyese un precio de 156,6 millones de euros. Se trata de un complejo que, por evidentes razones de seguridad no se puede visitar y que alberga más de un rincón secreto, o casi.
Su nombre proviene del primer propietario de la finca, el Conde de Monclova, un título nobiliario creado por Felipe III aunque fue Carlos IV quien mandó construir el palacete para su esposa, María Luisa de Parma. Destruido durante la Guerra Civil, fue reconstruido entre 1949 y 1954 y desde 1977 acoge la Presidencia del Gobierno que el primer presidente de la democracia, Adolfo Suárez, trasladó allí desde su anterior y céntrica ubicación en el Palacio de Villamejor, el el número 3 del Paseo de la Castellana, que albergó la Presidencia desde 1914.
Una red de túneles subterráneos y la sala de piano
El complejo de la Moncloa aloja en sus 20 hectáreas 13 edificios de los que 12 están interconectados entre sí por una compleja red de túneles subterráneos. Además de la residencia de los presidentes del Gobierno también incluye el edificio donde se celebra los consejos de ministros, el Gabinete del Presidente y la Secretaría de Estado de Comunicación
La casa en la que vive el presidente consta de ocho dormitorios, nueve baños, ocho salones, tres vestidores, siete jardines y un helipuerto, pero por motivos de seguridad nadie conoce su distribución.
Como queda dicho su primer inquilino fue Adolfo Suárez que hizo cubrir el patio del palacio hasta la altura de una planta, para poder recibir a las visitas de Estado en condiciones de alojar también traductores y servicios de seguridad. Así pues, el actual Salón de Columnas del palacio, donde se firmaron los históricos Pactos de la Moncloa, es el antiguo patio principal, cubierto. Suárez también mandó construir una pista de tenis, arreglar la piscina y dotar la residencia de más teléfonos.
Pocos cambios pudo realizar por la brevedad de su estancia en Moncloa el segundo de los presidentes que la ocupó, Leopoldo Calvo-Sotelo. Habilitó la tercera planta con nuevas habitaciones e instaló en ella la vivienda presidencial, despejando las plantas primera y principal. Rescató asimismo una salita de música para instalar el piano en el que solía tocar música.
Al contrario de Clavo-Sotelo, Felipe González estuvo nada menos que 14 años viviendo en el Palacio. Durante este tiempo, el líder socialista, que definió a la residencia como "una tarta de nata montada con toques de purpurina", hizo construir a unos pasos de la residencia el pequeño pabellón funcional donde se celebran desde entonces los Consejos de Ministros así como algunos encuentros oficiales y reuniones informales de trabajo. En el nuevo pabellón se instalaron las oficinas de trabajo del presidente y sus colaboradores más cercanos y así González liberó el palacio histórico, que quedó reducido a una repercusión simbólica como despacho oficial del presidente y a la función cotidiana de residencia presidencial.
Un búnker antinuclear
Pero sin duda una de las mayores aportaciones de González al complejo fue el ‘bunker’ que mandó construir para los casos de crisis o de guerra situado bajo el palacete con capacidad de alojar a más de 200 personas en caso de desastre mundial.
El primer presidente socialista mando construirlo en 1990 tras el ingreso de España en la OTAN puesto que la organización militar tomo la decisión de pedir a los gobiernos de los países miembro que tuviesen un refugio atómico en previsión de una guerra con la ya extinta Unión Soviética.
Pero un año después, en 1991, la URSS se derrumbó definitivamente y allí quedó el búnker, del que se dice, que costó entre 5.000 y 10.000 millones de pesetas, es decir, entre 30 y 60 millones de euros.
Son un centenar los encargados de mantener el refugio operativo y de hecho se realizan periódicamente simulacros coordinados con el resto de países de la OTAN por si fuese necesaria su utilización.
El oficialmente conocido como complejo CITA (Centralización de Instalaciones Técnicas Auxiliares), tiene una superficie de 7.500 metros cuadrados repartidos en tres plantas subterráneas a 30 metros de profundidad y cuenta con muros de hormigón tres metros de espesor a prueba de explosiones nucleares y armas químicas.
Allí se encuentran una sala de reuniones, archivos, biblioteca, una sala de proyecciones, dormitorios, baños, una sala con ducha de descontaminación, radiactiva, quirófano, UVI, vacunas que inmunizan contra virus como el ántrax o la viruela, una cámara acorazada, un espacio habilitado para la grabación de mensajes televisivos, otra repleta de pantallas conectadas a las más importantes cadenas de televisión del planeta, dependencias militares con armería y ordenadores capaces de teledirigir blindados, cazas y fragatas, cocina, cafetería, restaurante y gigantescas cámaras frigoríficas para mantener la comida que se repone cada dos meses, salas de ordenadores, lavandería, almacenes, taller mecánico... Y, por supuesto, depósitos de gasoil, agua, calderas, depuradoras y aire acondicionado.
Conviene no pensar en él solo como precaución sino como una pieza a la que se le da uso. De hecho José María Aznar pasó en el búnker la noche del milenio, junto a Francisco Álvarez-Cascos y Ángel Acebes, por si el efecto 2000 colapsaba el globo terráqueo.
En enero de 2019, el actual presidente, Pedro Sánchez, celebró en el búnker concebido como refugio atómico la reunión anual del Consejo de Seguridad Nacional y por primera vez se facilitaron fotos y vídeos de la estancia aunque lo cierto es que el Gobierno los retiró casi de inmediato de su web.
La 'bodeguilla' y los bonsáis
Pero Felipe González, no solo construyó el búnker, también se dedicó con especial al cuidado al jardín donde cultivo sus famosos bonsáis, que finalmente donó al Real Jardín Botánico de Madrid, e instaló las piedras talladas de Extremadura que hoy pueblan algunos recodos del entorno, plantó un pequeño huerto y trasplantó numerosas especies vegetales que vinieron a complementar el conjunto de los jardines del palacio.
Por cierto, durante un tiempo se especuló con la hipótesis de que el líder socialista tuviese unas llamas regaladas por el gobierno de Bolivia y de las que, también supuestamente, tuvo que hacer cargo José María Aznar tras su llegada a Moncloa.
González también fue el responsable de dotar al palacio de su famosa 'bodeguilla'. Cuenta la que durante décadas fue secretaria de la casa, M;ª Ángeles López de Celis en su libro Los presidentes en zapatillas: La vida política y privada de los inquilinos de la Moncloa, que la entonces mujer de Felipe González, Carmen Romero la utilizaba para hacer "las veladas que durante un tiempo organizó enla 'bodeguilla' en la que se convirtió en la sótanomantequería del Palacio que, como ya dijimos, descubrieron los hijos de Suárez cuando jugaban en el jardín. La 'bodeguilla' emulaba una típica tasca sevillana y, cada viernes, Carmen Romero organizaba cenas informales para los intelectuales de la época".
También estuvo allí en más de ua ocasión la desaparecida actriz Lina Morgan a la que Felipe González practicaba una sincera admiración es la admiración, según informó tras su muerte Daniel Pontes, su mano derecha durante más de treinta años y el final de sus días y heredero universal de todos sus bienes.
Sería fantástico si aquellas paredes pudiesen hablar, muy poco trascendió de lo que allí sucedía, aunque algo se supo como cuando el exsecretario de Estado norteamericano, George Shultz, relató que Felipe González y Ronald Reagan no paraban de reír y contar unos chistes que Shultz nunca reprodujo. Curiosamente fue también en la 'bodeguilla' donde el presidente español había comido un años antes de la visita del norteamericano con sus declarados enemigos el líder cubano Fidel Castro y el nicaragüense Daniel Ortega.
La pista de pádel y la habitación para juegos
José María Aznar fue el encargado de instalar una pista de pádel y restaurar las sedas perfumadas que cubren las paredes de algunos salones. En la tercera planta, el presidente habilitó una sala de juegos para sus hijos. Su mujer, Ana Botella supervisó estos cambios pero declaró que que la Moncloa "es inhabitable para una familia normal".
Por su parte, José Luis Rodríguez Zapatero llevó a cabo una importante reforma de la decoración del palacio también supervisada por su esposa, Sonsoles Espinosa, que decidió sustituir casi por completo el mobiliario antiguo, a excepción del de valor histórico o artístico, por modernos muebles de diseño actual.
Cuando en 2011 llegó Mariano Rajoy, modificó el despacho del presidente que se convirtió en habitación con balcón y vistas a los jardines organizado en tres zonas; la primera con sofás, sillas y una mesa auxiliar para recepciones. La segunda, una mesa de trabajo de metal con varias sillas blancas. La tercera, el escritorio del presidente, de madera oscura, con dos sillas blancas enfrente y su silla de escritorio de piel negro
La 'habitación del pánico'
Aunque no se sabe bien quien la incorporó, durante la etapa de Rajoy trascendió la existencia en el despacho del presidente de la ‘habitación del Pánico’, una estancia secreta a la que se accede por una puerta oculta por una librería y que se abre gracias a un mecanismo que se pone en marcha al apretar el lomo de un ejemplar de Las mil y unas noches estratégicamente colocado.
Se trata de una estancia insonorizada e impermeabilizada con una cama, en la que Rajoy hizo instalar una cinta para hacer footing, un televisor, una colección de DVD del Tour de Francia y del Real Madrid un teléfono rojo, habanos, botellas de Albariño, latas de bonito, magdalenas, agua, café, una butaca de cuero y libros como la Constitución, el Código Penal, El Príncipe de Maquiavelo y El arte de no hacer nada escrito por el filoso chino padre del taoismo en el siglo IV Lao-Tse , un filósofo chino del siglo IV antes de J.C., según ha publicado recientemente el diario República de las Ideas.
El mismo diario informa de que Rajoy frecuentó mucho la 'habitación del pánico' a partir de la Diada catalana de 2012 que fue el pistoletazo de salida para levantar la estructura del desafío catalán que terminó con el referéndum independentista del 1 de octubre, la proclamación e inmediata interrupción de la república catalana y el posterior encarcelamiento de los líderes del 'procés' y el autoexilio del expresidenteCarles Puigdemont.
Sobre el autor:
Antonio Castillejo
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.