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Los hongos y las algas de los líquenes de la Antártida no modifican sus patrones de interacción a pesar de la adversidad del clima, según un estudio de investigadores del CSIC y la Universidad Complutense de Madrid, que ha revelado una serie de propiedades entre las redes analizadas, como el mantenimiento de una baja conectividad y una alta especialización de los hongos por sus algas.
El estudio ha investigado algas asociadas a 77 especies de hongos formadores de líquenes en más de 750 muestras, por lo que es el primer análisis que aborda la diversidad de hongos y algas en simbiosis a gran escala, lo que ha permitido el uso del marco de las redes de interacción ecológica, según el investigador del RJB-CSIC, Sergio Pérez-Ortega.
Además, el investigador ha subrayado que los resultados del estudio publicados en la revista 'Global Ecology and Biogeography', han mostrado que a pesar de las temperaturas extremas, escasas precipitaciones y vientos huracanados propios de la Antártida, las relaciones hongo-alga a nivel de comunidad presentan propiedades que no varían y se mantienen a lo largo de todo el transecto.
Estas propiedades incluyen una alta especialización de los hongos por sus algas, un hecho "sorprendente" según la investigadora del MCNC-CSIC, Asunción de los Ríos, ya que va en contra de las hipótesis previas que sugerían que las relaciones hongo-alga se volvían más generalistas a más extremas las condiciones.
Por otro lado, los investigadores han observado la existencia de un gran recambio en las interacciones que se producen entre las regiones estudiadas, cuyo origen principal está en el cambio de interacciones en sí misma, y no en el cambio de los hongos y algas que forman las interacciones. Aunque los organismos estén presentes en varias localidades pueden no interactuar entre sí, lo que apunta a que una combinación hongo-alga puede tener su óptimo en ciertas condiciones microclimáticas pero no ser tan exitosa como otras, como ha destacado el investigador del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE, CSIC-UV-GVA).
Según los investigadores, los resultados de este estudio suponen un "gran avance" en el conocimiento de la simbiosis liquénica, al tiempo que contribuyen a entender mejor la biología de los líquenes en uno de los ecosistemas más sensibles a los cambios ambientales como la Antártida.