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Los investigadores han identificado componentes del olor corporal en el aire que podrían explicar qué atrae a los mosquitos desde largas distancias, según publican en la revista 'Current Biology'. Para ello, el equipo, integrado por científicos del Instituto de Investigación sobre la Malaria de la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos) y del Macha Research Trust (Zambia) se asociaron para construir un campo de pruebas de 1.000 m3 en el distrito de Choma (Zambia).
La mayoría de los estudios sobre las preferencias de los mosquitos se han realizado en entornos de laboratorio confinados que probablemente no representan la experiencia de un mosquito en la naturaleza, para comprobar cómo el mosquito africano de la malaria 'Anopheles gambiae' localiza y elige huéspedes humanos en una escala espacial más amplia y realista.
El experimento
El campo de pruebas contenía un anillo de plataformas de aterrizaje espaciadas uniformemente que se calentaban a la temperatura de la piel humana (35ºC). Cada noche, los investigadores soltaban 200 mosquitos hambrientos en la zona de pruebas y vigilaban su actividad con cámaras de movimiento infrarrojas. En concreto, tomaron nota de la frecuencia con la que los mosquitos se posaban en cada una de las plataformas de aterrizaje, lo cual es una buena señal de que están listos para picar.
En primer lugar, el equipo comparó la importancia relativa del calor, el CO2 y el olor corporal humano para atraer a los mosquitos. Comprobaron que los mosquitos no se sentían atraídos por las plataformas de aterrizaje calentadas a menos que también estuvieran cebadas con CO2, pero que el olor corporal humano era un cebo más atractivo que el CO2 solo.
A continuación, el equipo probó la capacidad de elección de los mosquitos. Para ello, hicieron dormir a seis personas en tiendas individuales alrededor de la arena durante seis noches consecutivas, y utilizaron conductos de aire acondicionado reutilizados para canalizar el aire de cada tienda --con los aromas de sus ocupantes dormidos-- hacia las plataformas calefactadas. Además de registrar las preferencias de los mosquitos, los investigadores recogieron muestras nocturnas del aire de las tiendas para caracterizar y comparar los componentes aerotransportados del olor corporal.
"Estos mosquitos suelen cazar a los humanos en las horas anteriores y posteriores a la medianoche", explica el autor principal y biólogo de vectores Conor McMeniman, profesor adjunto de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins y del Instituto Johns Hopkins de Investigación sobre la Malaria.
"Siguen los rastros de olor y las corrientes convectivas que emanan de los humanos, y normalmente entran en las casas y pican entre las 10 de la noche y las 2 de la madrugada --prosigue--. Queríamos evaluar las preferencias olfativas de los mosquitos durante el periodo de máxima actividad, cuando están fuera y activos, y también evaluar el olor de los humanos dormidos durante esa misma franja horaria".
Descubrieron que, noche tras noche, algunas personas resultaban más atractivas para los mosquitos que otras, y uno de los voluntarios, que tenía una composición olfativa sorprendentemente distinta a la de los demás, atraía sistemáticamente a muy pocos mosquitos.
El equipo identificó 40 sustancias químicas que emitían todos los humanos, aunque a ritmos diferentes. "Probablemente se trata de una mezcla de proporciones específicas que siguen", afirma la química analítica Stephanie Rankin-Turner, becaria posdoctoral de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins, la otra primera autora del estudio. "Todavía no sabemos exactamente qué aspecto de las secreciones de la piel, los metabolitos microbianos o las emisiones del aliento son los que realmente impulsan esto, pero esperamos poder averiguarlo en los próximos años", asegura.
Aunque el perfil de olor de cada persona variaba de una noche a otra, los investigadores hallaron algunos patrones estables. Las personas más atractivas para los mosquitos emitían sistemáticamente más ácidos carboxílicos, probablemente producidos por microbios de la piel. En cambio, la persona menos atractiva para los mosquitos emitía menos ácidos carboxílicos, pero aproximadamente el triple de eucaliptol, un compuesto presente en muchas plantas; los investigadores plantean la hipótesis de que los niveles elevados de eucaliptol pueden estar relacionados con la dieta de la persona.
A los investigadores les sorprendió la eficacia con la que los mosquitos localizaban y elegían entre posibles comidas humanas dentro de la enorme arena. "Cuando ves que algo se traslada de un diminuto espacio de laboratorio, donde los olores están ahí mismo, y los mosquitos siguen encontrándolos en este gran espacio abierto en un campo de Zambia, te das cuenta de lo poderosos que son estos mosquitos como buscadores de huéspedes", afirma Rankin-Turner.