Pedro Ramírez
Sociedad
El 'Hospital del Juguete' echa el cierre
Se jubila uno de los últimos artesanos de la juguetería
No son juguetes, son pacientes. Nunca son sólo juguetes. A veces llegan muy graves, casi inoperables, pero el doctor Antonio Martínez Rivas, empuñando su instrumental médico, compuesto por tenazas, destornilladores y brochas, siempre encuentra una solución.
Se trata del Hospital de Juguetes, y está a punto de cerrar sus puertas. La razón: jubilación. Desde finales de septiembre, este particular doctor ya no acepta encargos pues, a sus 70 años, tras más de 50 de ellos dedicándose a esto, las fuerzas le comienzan a fallar.
Su pequeño taller, “RIMAR Hospital del Juguete'', ubicado en la calle de Granada 36 de la ciudad de Madrid, fue iniciado por el padre de Antonio en 1945. Ahora, este negocio se queda sin sucesor. Aunque, según explica, ahora tampoco se gana demasiado dinero. Según Martínez Rivas, los juguetes de hoy en día son de mala calidad y, con la llegada de las nuevas tecnologías, cada vez se usan menos.
La tienda se abrió, en un primer momento, como fábrica de juguetes, pero las circunstancias le llevaron a cambiar la naturaleza de la misma. Tras 10,470 “pacientes” recuperados con éxito, por las manos de su padre y del propio Antonio han pasado pequeños juguetes de hojalata, peluches, muñecos de plástico, tazos… Todo con lo que se pueda jugar es bienvenido en el “Hospital”.
Antonio se tuvo que reinventar con los años. Le tocó ponerse a estudiar cuando llegó la época de la electrónica, pero hoy, con la llegada de la era digital, finalmente se ha quedado atrás. Sin embargo, siempre quedan historias con las que se podrían llenar páginas y páginas de recuerdos.
Una vez reparó un oso amoroso quemado, lo cual le resultó raro, pues hay cientos de ellos en cualquier juguetería. Sin embargo, según recoge la SER, este le había salvado la vida a una niña, al caerse con él al fuego. Su padre quería ese, ese mismo, y acudió al lugar indicado.
El cierre definitivo de este lugar histórico será el 31 de diciembre. Hasta entonces, este reducto de la pequeña artesanía queda abierto para coleccionistas y románticos. Con una montaña de cajas repletas de encargos, el doctor Antonio trabajará incesantemente hasta entonces. Para devolver a la vida a algunos mejores amigos de pequeños y de adultos. Para reparar los sueños y resucitar los recuerdos de unos pocos que aún acuden, necesitados, al Hospital de los Juguetes.