María Martínez Denia
Sociedad
La importancia de la detección precoz de la fragilidad durante el envejecimiento
Es posible dilatar e incluso revertir sus efectos
La fragilidad en el envejecimiento es un síndrome geriátrico que aparece previamente a la dependencia funcional. Sirve como advertencia para poder detectarlo a tiempo y aplicar el tratamiento adecuado para conseguir frenar los efectos, llegando incluso a ser parcialmente revertidos.
Según el 'Documento de consenso sobre prevención de fragilidad y caídas en la persona mayor', del Ministerio de Sanidad, la salud de este sector de la población se mide “en términos de función y no de enfermedad, pues es aquella la que determina la expectativa de vida”. Por esta razón, cada vez se le esta dando más importancia a los fenómenos que se producen en la vejez, tal y como la fragilidad.
En España se producen cada año aproximadamente 50.000 fracturas de cadera, “un año después, el 25% de los pacientes españoles habrá muerto y el 60% tendrá una movilidad limitada u otra disfunción”. Esta es la conclusión de un estudio recogido por la OMS del grupo de investigación Envejecimiento y Fragilidad del Hospital La Paz de Madrid. Sin embargo, lo más esperanzador de este estudio es su conclusión: “Se pueden lograr mejoras en la calidad y eficiencia de la atención de las personas mayores mediante la prevención de las fracturas de cadera por fragilidad, un mejor tratamiento de las fracturas incidentes, y una mejor atención para prevenir las complicaciones secundarias”.
¿Qué es la fragilidad en las personas mayores?
Los médicos Miguel Ángel Acosta-Benito e Iñaki Martín-Lesende lo definen en su artículo Fragilidad en atención primaria: diagnóstico y manejo multidisciplinar como “un estado clínico, asociado a la edad, con una disminución de la reserva fisiológica y de la función en múltiples órganos y sistemas, lo que confiere una disminución en la capacidad para hacer frente a factores estresantes crónicos o agudos, y una mayor vulnerabilidad ante los mismos”. Por lo que se cataloga en un síndrome geriátrico.
Se asocia frecuentemente a problemáticas como las caídas, con repercusiones en la salud de la persona mayor como una prolongada recuperación, aparición de otras dolencias o infecciones, de igual forma que con otros problemas o limitaciones en la salud que conllevan frecuentes hospitalizaciones e, incluso, la muerte. En la que además influye enormemente factores como la alimentación, la actividad física o la red social de apoyo y la soledad.
La fragilidad con otras perspectivas
Respecto al género, las mujeres son más receptivas a su prevalencia “varió de 0,30 a 0,48 en mujeres y de 0,21 a 0,35 en hombres”, según el estudio Life course social and health conditions linked to frailty in Latin American older men and women, firmado por Beatriz E Alvarado, María-Victoria Zunzunegui, Francois Béland y Jean-Marie Bamvita. Los investigadores concluyen que en ambos casos la comorbilidad, es decir, de la coexistencia de dos o más enfermedades, y el índice de masa corporal están relacionados con la fragilidad, pero sus efectos difieren entre sexos, mostrando unos efectos más preocupantes sobre la evolución de la salud de las féminas.
En otro estudio liderado por la Universidad Federal de Río Grande del Norte de Brasil, analizan la influencia de los factores sociales y económicos a lo largo de la vida en la fragilidad durante la vejez. Tras un seguimiento durante dos años a 1.724 personas, la investigación Social and Economic Predictors of Worse Frailty Status Occurrence Across Selected Countries in North and South America and Europe, muestra cómo el nivel de educación, ingresos y otros factores como el apoyo de la pareja son decisivos en la situación de fragilidad, por lo que se recomienda valorar toda la vida en su evaluación.
La importancia de la detección precoz
Sobre este tema está centrado el Plan de atención integral a la fragilidad y promoción de la longevidad saludable en personas mayores de la Comunidad de Madrid 2022-2025, que recomienda promover la detección precoz de la fragilidad mediante un programa de detección y diagnóstico e implantar la Valoración Geriátrica Integral (VGI) multidisciplinar. El plan de la Comunidad de Madrid, dirigido a la población mayor o igual a 65 años, se estructura en seis líneas estratégicas desarrolladas en 29 objetivos específicos con 111 acciones para su implementación y consecución: “El objetivo es obtener la máxima calidad de vida, autonomía funcional e independencia durante el proceso de envejecimiento”.
Para llevar a cabo este plan, muchos expertos fijan la atención primaria como primordial en este tema. La cercanía que el médico de cabecera mantiene con la población de personas mayores puede facilitar la prevención precoz de la fragilidad y actuar en esas importantes medidas preventivas y mitigadoras.
También se considera revelador, realizar el test Barthel de diagnóstico puesto que “mide la capacidad de la persona para la realización de diez actividades básicas de la vida diaria, obteniéndose una estimación cuantitativa del grado de dependencia del sujeto”. Esta herramienta que data de 1955, tiene muchas variantes, a pesar de que su objetivo prinipal es medir indicadores como la comida, la dificultad o no en el traslado entre la silla y la cama, el aseo personal o el control de orina, también se interesa por otros como autonomía para vestirse, entrar y salir de la ducha, andar 50 metros sobre suelo sin pendientes.
Factores de prevención
Lo primordial es la detección temprana y la actuación sobre la pre-fragilidad, puesto que hay posibilidades de retardar e incluso revertir sus efectos.
- Ejercicio físico: cualquier tipo de ejercicio bien realizado resulta eficiente, sin embargo, es recomendable efectuar entrenamientos que combinen fuerza, equilibrio y resistencia, especialmente la aeróbica. Conseguir una buena rutina a lo largo del tiempo, y llevarla a cabo en grupo son las claves.
- Valoración multidimensional: también denominada 'valoración geriátrica integral-VGI', es un instrumento útil de valoración de la persona mayor frágil para que el diagnóstico y el tratamiento sea individual. Se tiene en cuenta valores como actividad física, nutrición, síndromes geriátricos y polimedicación, además del cuadro médico específico y problemas de prevalencia común en la población mayor frágil, como delirium, incontinencia, deterioro cognitivo, inestabilidad y caídas.
- Revisión periódica de la medicación habitual: para impedir la polifarmacia, el abuso en la prescripción o en la toma de medicamentos.
- Adecuada nutrición: está demostrado que una mayor ingesta de proteínas se identifica como factor protector de la fragilidad.