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Iñaki Gabilondo reflexiona en una entrevista para la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) sobre la vejez, la muerte, su jubilación, el edadismo imperante en todos los ámbitos de la sociedad y la importancia de la experiencia. Precisamente el veterano periodista abrirá el 63 congreso de la SEGG, que, con el lema 'Envejecimiento saludable, un reto compartido', abordará el futuro de la atención a las personas mayores el 7, 8 y 9 de junio en Pamplona.
"El Covid fue el gran trompetazo que me recordó que era un viejo. Yo ya sabía que era una persona mayor desde hacía mucho tiempo, pero la claridad con la que el Covid mostró su carácter gerontofóbico, porque es un virus gerontófobo nos hizo percibir, de pronto, que desde la sociedad los viejos fuéramos, como dicen los ingleses, redundant, un material sobrante. De pronto, tuve la sensación de que había una especie de fenómeno que liquidaba 'material sobrante'. El paisaje que observaba era el de la gente mayor de la que se despreocupaba la sociedad porque hacía ya tiempo que la sociedad les considera material sobrante. De hecho, cuando la gente lleva a los mayores a una residencia, nunca esperan algo más que estén allá esperando ya a la muerte; es una especie de garage, sala de espera. Por eso tampoco hubo un imponente impacto en la sociedad; porque, en cierto sentido, estaba transparentando lo que ocurría", asegura.
Gabilondo afirma que "por mucho discurso que oigamos, en la sociedad hay unos valores o principios dominantes que están a espaldas de los mayores, los cuales van, como pueden, a remolque, en el sidecar de la moto, a espaldas de la vida actual basada en el éxito, el dinero, la competitividad ultracompetitiva, que constituye una realidad a la que las personas mayores van a contrapelo". "Por si ustedes no se habían enterado… estamos en una sociedad gerontófoba en la que es cierto que se hacen algunos asuntos bien como los cuidados … pero que, en el fondo de su corazón, maneja unos principios en los que la vejez es una realidad antagónica, un principio al revés de los valores en vigor en la sociedad", añade.
"Hay mucha gente que está viva, pero otra cosa es que esté viviendo"
El periodista no cree, además, que la pandemia haya servido para cambiar esta situación: "La sociedad es muy grande, mucha gente ha tomado iniciativas y se ha puesto las pilas. No se puede negar que muchos han tomado consciencia de este tema, pero, en realidad, el mundo en el que vivimos está lanzado en una carrera desenfrenada, una realidad en la que los mayores son un lastre. Pero hay una realidad evidente y es que se ha prolongado la vida de las personas. Pero no se la ha llenado de contenido. Una cosa es estar vivo, y otra, vivir. Hay mucha gente que está viva, pero otra cosa diferente es que esté viviendo. La existencia de un problema económico, sociológico, es tan clamoroso, tan evidente que hay una gran atención al fenómeno porque hay un problema que tiene la sociedad y no sabe muy bien cómo gestionar".
"La vejez aparece como una sorpresa; es como el matrimonio, como un hijo. Nadie está preparado para saber qué se hace con un hijo. [...] Puede resultar un poco canalla que la vida sea un proceso degenerativo irreversible pero la conciencia de que te vas a ver mayor y te vas a morir es tan obvia que entenderíamos mejor la vida si hubiéramos decidido entender lo obvio, pero hemos decidido no mirarlo. A mí no me ha afectado, no sé por qué, aunque lo he pensado mucho. Todos mis amigos se han mostrado muy sorprendidos de la consciencia que he tenido desde los quince años de que me voy a hacer mayor, que me voy a poner enfermo, que me voy a morir", explica.
"Un día, cuando tenía 17 años, descubrí con estupor, al hablar con un amigo, que eso no le pasaba a todo el mundo y que le parecía horrible lo que decía. Pensé que había encontrado a un bicho raro hasta que me di cuenta de que el bicho raro era yo. Yo he ido sorprendiendo a la gente por la calma con la que me enfrentaba a las cosas porque las cosas no me han sorprendido. Yo prefiero estar sano que enfermo y si me pongo enfermo, me llevo un disgusto, pero no una sorpresa. La gente se lleva sorpresas con sucesos que no deberían ser sorpresa. Puedes oir ¿sabes que Pepito se ha muerto? Pero si estuve hace dos días con él… es la sorpresa de la muerte, pero ¿cómo te puede sorprender la muerte?", se pregunta.
"Hay que tener la consciencia de que vivir es un viaje, una aventura que supone un montón de peripecias, sorpresas y que acaba mal. Yo lo he sabido desde que era pequeño. Yo he entendido el viaje de la vida como un viaje. Es como un viaje por la selva, te tienes que preparar para un viaje maravilloso con muchas sorpresas, percances, maravillas, y no nos han preparado para esa aventura. Hemos estado permanentemente dando por normalizada la salud, la juventud… y no sé quién nos lo ha metido en la cabeza. Nos hubiera ayudado mucho más que nos lo hubieran planteado de la otra manera. Yo suelo decirle a mi mujer: yo desde siempre he sabido que tengo un número limitado de viajes a París, un número limitado de botellas de vivo que me voy a beber. A mí eso no me ha molestado nunca. Si no se entiende bien la vida, es muy difícil entender el proceso de envejecimiento, te parte por medio. Si aceptas ese planteamiento, las cosas te apenan, pero no te llevas la conmoción colosal que se lleva mucha gente cuando un día descubre que se ha hecho mayor", apunta.
"Renunciar a estar vivo porque seas viejo es equivocado"
Por ello, Gabilondo no entiende "a los que deciden quitarse de en medio en medio de la excursión, a los 50 o 60". "Tienes limitaciones, pero un chico de 18 años que se va a morir esta tarde es mucho más viejo que yo si me muero dentro de 8 años. Si supiéramos todos que la vida son exactamente 100 años… pero nadie sabe en qué etapa estás. Siempre he tenido esa claridad y no entiendo el discurso del que se retira y no quiere hacer nada, del que se da por desplazado, el que descarta aprender. El padre de un amigo cumplió 108 años y cuando cumplió 100 se organizó una fiesta y dijo que iba a retomar el alemán que comenzó a estudiar a los 14. Tienes unas limitaciones, pero renunciar a estar vivo porque seas viejo es equivocado. Estás vivo hasta el último momento. Yo a mi nieta no le dejo hablar de “mis tiempos” o “tus tiempos”. Estos son “mis tiempos”. Yo me quiero morir viejo lo más tarde posible y, hasta entonces, quiero estar lo más vivo posible. Voy a seguir viviendo sabiendo, no acepto que me excluyan del capítulo de los seres vivos porque la sociedad imperante determina que vivir tiene que ver con el que está en el universo que produce", reflexiona.
Sobre el edadismo, el comunicador vasco señala que "la sociedad está construida sobre la base de la producción y la rentabilidad" y que "hace un universo hostil". "Un día trabajando en la radio, mirando desde la ventana de mi despacho, vi la metáfora de la vida que se puede observar en un semáforo. Se puso verde y la gente comenzó inmediatamente a cruzar al otro lado. Al cabo de un rato, algunos se quedaban rezagados: eran la embarazada, la persona mayor… Al mismo tiempo, la luz se ponía en ámbar y los coches empezaban a acelerar en su posición para salir disparados en cuanto se pusiera en verde. Veías a la sociedad frágil, a los rezagados, en un territorio adverso donde los motores empiezan a rugir y a impacientarse porque ellos no terminan de pasar. La sociedad construye un universo en base a unos principios y valores y el edadismo es la respuesta consecuente con esa realidad. Qué hacer con los mayores va a ser un tema central en los próximos años. Serán un sector determinante de la sociedad por lo que va a haber una mirada muy atenta. Creo que es el problema más gordo que tiene ahora mismo el mundo", manifiesta.
"No aceptes nunca que la sociedad te descarte"
Gabilondo aconseja "no aceptar nunca que la sociedad te descarte, que te consideren material sobrante". "No aceptes que solo te consideren un lastre, ni en tu casa, ni con tus hijos o tu concejal, ni la Comunidad Europea. Defiende tu condición de ser humano. Tienes que estar convencido de eso. Por otra parte, si te gusta la lectura o la música, tienes mucho ganado", indica.
"Dije una vez que vas aprendiendo a ser viejo. El envejecimiento es un proceso de despedidas, despedidas de capacidades físicas, obsolescencia de materiales, de un mundo que va cambiando, de tiendas que desaparecen, de amigos que se han muerto. Puedes sentarte a llorar o surfear la vida, no dejar que te consideren material sobrante, y eso en todo: en tu vida personal, con los amigos, en la vida social, política. Como éste es un colectivo creciente, con peso electoral, se le prestará más atención. Pero no va a ser fácil porque mucha gente no tiene medios, ni salud y va aguantando como pueden", agrega.
Por último, el periodista concluye con una serie de consejos para afrontar el inevitable envejecimiento.
- No aceptes que no vales.
- Defiende tu dignidad hasta el último segundo.
- Reclama tus derechos hasta el último segundo.
- Defiende tus posibilidades
- Lucha con tu fragilidad, lo que el juego te permita, pero juega en el campo.
- No te dejes.