Mariola Báez
Internacional
Chernóbil: 33 años después del peor accidente nuclear de la historia
Mariola Báez
Viernes 26 de abril de 2019
ACTUALIZADO : Sábado 27 de abril de 2019 a las 11:05 H
4 minutos
El 26 de abril de 1986 una devastadora nube radioactiva asoló parte de Europa
En un primer momento, poco se sabía de las terribles consecuencias que traería, durante décadas, aquella explosión del reactor número cuatro ocurrida en la central nuclear de Chernóbil, al norte de Ucrania, hace ahora 33 años.
Tal como se recoge en el informe elaborado por el Foro sobre Chernóbil de las Naciones Unidas, una serie de fallos en la estructura del reactor, unida a distintas negligencias técnicas fue lo que provocó la terrible explosión y los incendios posteriores que acabaron liberando una enorme cantidad de material radioactivo que contaminó miles de kilómetros.
Los primeros fallecidos fueron algunos de los trabajadores de la propia central y parte del personal de los equipos de emergencia que acudieron a sofocar el gran incendio (Chernóbil ardió durante más de 10 días). Tras la explosión, más de 300.000 personas fueron evacuadas estableciéndose una primera zona cero de 30 kilómetros a la redonda. Ciudades como Prípyat, donde residían los trabajadores de la central y sus familias quedaron en ese momento paralizadas, convertidas en localidades fantasma, por la presencia de niveles de radioactividad incompatibles con la vida humana.
Chernóbil, balance 33 años después de la catástrofe
Las consecuencias del gravísimo accidente aún son visibles en la zona y en la población que se vio expuesta a la nube tóxica. Sobre el número de víctimas de la catástrofe no hay cifras oficiales y varían según las dé un organismo u otro, pero, tras más de tres décadas, se confirma que han sido miles los afectados directa a indirectamente. La OMS señala que la contaminación provocada por el accidente es responsable de unos 4.000 casos de cáncer de tiroides en niños que se vieron expuestos a la radiación de Chernóbil. Las cifras que dan otras organizaciones como Greenpeace son aún más alarmantes estimando que entre 1990 y 2004 las muertes a consecuencia del accidente llegaron a las 200.000 solo en Ucrania, Rusia y Bielorusia. Depresión, enfermedades congénitas en recién nacidos, migrañas, leucemia y otros tipos de cáncer... son muchas las enfermedades cuya presencia se ha incrementado en las zonas afectadas y, se cree, que ese aumento pudiera tener relación con los efectos de la radiación.
Además de las consecuencias para la salud, tanto para las personas que vivieron el accidente de forma directa como para aquellas que permanecieron en sus hogares en zonas de baja contaminación (supuestamente), hay que tener en cuenta otros problemas derivados de lo que ocurrió en Chernóbil. Miles de familias fueron evacuadas dejando atrás casas a las que aún hoy no han podido regresar. Más de 142.000 kilómetros cuadrados de tierra se consideraron contaminados. Los efectos medioambientales fueron también terribles. La posibilidad de volver a cultivar terrenos antes fértiles o criar ganado se esfumó con la radiación.
Más seguridad
El accidente de Chernóbil cambió ideas preestablecidas y protocolos de seguridad respecto a las centrales nucleares. Tras el accidente, el reactor número 4 fue sellado por una estructura a modo de sarcófago que impidiera nuevas fugas, aunque hace unos años, ha tenido que volver a ser recubierto por una nueva “coraza” que aumente la seguridad. La ciudad de Prípyat, la más cercana a la central, sigue siendo un lugar fantasmagórico, que se paró cuando el reactor explotó. Aun así, lejos de la zona cero, la naturaleza parece empezar a hacerse un nuevo hueco en la zona devastada y algunas familias han vuelto a sus antiguas viviendas. La vida se abre paso, pero las consecuencias de Chernóbil probablemente aún no han terminado.