Aunque han pasado más de 74 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial y la caída del régimen de Adolf Hitler, el nacionalsocialismo sigue dando coletazos. La última polémica que ha irrumpido en el tablero político afecta a las pensiones por invalidez que todavía podrían estar cobrando excolaboradores del régimen nazi en el extranjero, conocidas como "las pensiones de Hitler".
Suecia ha sido el último país en pedir explicaciones a las autoridades alemanas para que esclarezcan los hechos que involucran a más de 2.000 personas en todo el mundo, siguiendo la senda abierta hace unas semanas por Bélgica, Francia, Suiza y Holanda. La respuesta del Bundestag, lejos de ser rotunda, ha mostrado que todavía hay fantasmas del pasado sin resolver y que ni siquiera ellos habían tenido en cuenta estos subsidios.
El Ministerio de Trabajo alemán estima ahora que las pensiones a los heridos de guerra excombatientes nazis, podrían ascender a 2.033 personas mayores en todo el mundo. De estas, casi tres cuartas partes se encuentran en Europa (incluidos los participantes españoles en la División Azul) y más de 409, en América. Entrevistamos a Alvin De Coninck, miembro del grupo belga por la memoria histórica de la Segunda Guerra Mundial, Mémoire-Herinnering e hijo de un exbrigadista español que lleva años investigando sobre el tema.
Inicio del escándalo
Una resolución aprobada por unanimidad el pasado 19 de febrero por la Cámara de Representantes Belga solicitaba "tratar urgentemente" un plan diplomático para aclarar la situación y poner fin al pago de estas pensiones por invalidez a 18 excombatientes belgas que colaboraron entre 1939 y 1945 con la Alemania nazi. El escándalo ha surgido ahora, pero investigaciones como las de Alvin De Coninck desde hace más de una década han sido claves para destapar esta situación. "Se trata de pensiones complementarias pagadas por el Gobierno alemán que van desde 425 a 1.275 euros al mes", explica De Coninck a 65Ymás.
Fuente: Ministerio de Trabajo Alemán/AFP
Pensiones desde 1950
Este sistema de pensión por invalidez se instauró en 1950 y debía inicialmente beneficiar a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial, civiles o militares, incluso excombatientes enrolados voluntariamente o por la fuerza en la Wehrmacht (nombre de las Fuerzas de Defensa unificadas de la Alemania nazi). Los ex SS, guardias de campamentos de concentración o personas condenadas por crímenes de guerra estárían en principio excluidos.
Pero De Coninck insiste en que "los belgas que fueron miembros de la Waffen SS (cuerpo de élite de las SS) durante el conflicto bélico de 1939 a 1945 recibieron una pensión de guerra de un decreto de Adolf Hitler. Ese decreto no fue desechado después de la guerra, lo que significa que una treintena de personas muy mayores en Bélgica ahora reciben una pensión de guerra alemana".
De Coninck afirma que los años en prisión también cuentan como años de servicio para cobrar estos subsidios. Y le molesta, por otro lado, que los belgas que tuvieron que hacer trabajos forzados en Alemania durante la guerra recibieran, después del conflicto, una compensación de tan solo 50 euros al mes.
Las primeras denuncias sobre las pensiones de Hitler datan de 1997. Sin embargo, después de una interpelación en el Senado belga, la calma volvió a aparecer en este expediente y desapareció de las preocupaciones políticas, según relata el investigador. En 2012, el estado alemán introdujo un impuesto del 17% sobre todas las primas que pagó en la Segunda Guerra Mundial con un efecto retroactivo de 6 años. Esta tributación afectó a ex beneficiarios nazis, así como a convictos. "De esta última categoría todavía había entonces 13.000 archivos activos en Bélgica, de los cuales el 66% se refería a viudas", explica De Coninck.
Tal como reconoce el investigador, es imposible saber si algún criminal de guerra está entre los beneficiarios. "Oficialmente, los criminales de guerra han sido dados de baja. Pero cuando les pregunté al respecto, ni el Centro Simon Wiesenthal en Viena ni el Servicio Nacional de Investigación Socialista en Ludwigsburg (dos entidades que investigan los crímenes del nazismo) tenían certeza sobre este punto ya que Berlín considera que se trataba de "beneficios sociales".
La inspiración española
¿Cree que estamos en el momento final en el que se hará justicia y que Alemania definitivamente revisará el asunto?, le preguntamos. "No puedo prever el futuro, pero creo que a Alemania le costará mucho no iniciar una comisión científica sobre estas pensiones como exige el Parlamento belga", opina De Coninck.
Y recuerda los motivos que le han llevado a perseguir este asunto frente al inmovilismo de las autoridades competentes. "Considero mi lucha como una extensión de la lucha de mi padre, Albert De Coninck, contra los fascistas en las Brigadas Internacionales. Luchó en las filas de los demócratas alemanes: Die Tälmankolonne. Esto me inspiró para ponerme en contacto con los antifascistas alemanes para buscar los nazis que quedan en el país", cuenta el experto belga.
Como anécdota, durante su estancia en España, De Coninck relata que su padre conoció a Ernest Hemmingway en tierra republicana. "Esto inspiró a Ernest a recrear las experiencias de mi padre en su libro Por quién doblan las campanas. Por eso, el legado moral de mi padre es que siempre debemos combatir las injusticias y todas las formas de racismo. Ahora estoy con los antifascistas alemanes, luchando por la reconciliación democrática de todas las personas en el mundo", añade.