La restricciones por la pandemia que se aplican actualmente en Francia se asemejan mucho a las que están vigentes en comunidades autónomas españolas como Galicia,Comunidad Valenciana o Extremadura, es decir, son limitaciones que equivalen a un confinamiento casi total, de facto.
Así, en todo el país galo, los bares, restaurantes, grandes comercios y gimnasios, entre otros lugares de reunión, están cerrados y entre las 18h. y las 06 h. se prohíbe la circulación, por lo que los franceses sólo pueden socializar de día y, a ser posible, en la calle –seis personas máximo–.
Con todo, y a pesar de que su incidencia acumulada es menor que la de muchos países europeos –unos 400 casos por cada 100.000 habitantes–, las autoridades francesas sopesaron, durante el mes de enero, aplicar un posible confinamiento total –el tercero en toda la pandemia– para evitar una tercera ola muy acentuada. Una medida, que era la preferida y contaba con el apoyo de la mayoría de científicos y sanitarios galos.
Sin embargo, por ahora, el presidente de la República, Emmanuel Macron ha descartado esta posibilidad. Y, para no tener que llegar al cierre total, su Gobierno ha implementado una serie de medidas restrictivas suplementarias como la clausura de los grandes centros comerciales, el cierre de fronteras con los países que no forman parte de la Unión Europea –y la necesidad de una PCR negativa para los viajeros provenientes de estados de la UE–, el fomento del teletrabajo y el aumento de los controles policiales para evitar fiestas ilegales o la apertura de bares clandestinos.
"Todavía podemos darnos una oportunidad de evitar el confinamiento", señalaba el primer ministro francés, Jean Castex, al dar a conocer las nuevas medidas."Tengo confianza en nosotros. Las horas que vivimos son cruciales. Hagamos todo lo posible para frenar esta epidemia", pedía Macron por su parte.
Un posible confinamiento por edad máx laxo para jóvenes
Aun así, el cierre total que estuvo sobre la mesa la semana pasada en Francia –aunque todavía no se descarta del todo–, no iba a ser idéntico al de otoño. O, al menos, eso anticipaban las autoridades. En concreto, el primer ministro Castex, dejaba caer que quizá las medidas serían más laxas con los jóvenes. En respuesta al vídeo de un joven youtuber que se quejaba del impacto psicológico de las restricciones en las personas de su edad, el primer ministro aseguraba –antes de que Macron rechazara el confinamiento total–: "Aunque estemos confinados, hay, a veces, previstas algunas excepciones. Aquí también se podría tener en cuenta la realidad que viven los estudiantes. ¿Les podemos hacer entrar dentro de las excepciones? ¿En qué momento?". "Hay medidas que estamos tomando, pero hay que ir más lejos y ser extremadamente cuidadosos con esta generación", señalaba por su parte el ministro de educación, Jean-Michel Blanquer.
Y es que, al contrario que ocurre en España, muchos estudiantes franceses piden volver a acudir presencialmente a las universidades, con el fin de poder socializar más y no pasar el día entero en casa. Algo, que el propio Macron reconoció que iba a cambiar el 1 de febrero, haciendo presencial las clases, una vez a la semana.
"Desde hace casi un año, mi habitación se ha convertido en mi mesa de estudio, mi lugar de reposo, mi sala de cine y de conferencias, mi cafetería y mi mini bar", protestaba el joven youtuber haciéndose eco de cientos de quejas que le llegaban de muchos estudiantes, a los que autodenominaba, los "Robinson Crusoe modernos" y que aseguraba, estaban siendo, en cierto modo, estigmatizados.
"Los medios y los políticos se extrañan del desinterés de nuestra generación por las citas electorales, pero, para ellos, todos los jóvenes estábamos en la última rave party en Bretaña. Sin embargo, cuando camino por la calle, los que van sin mascarilla son, normalmente, mayores refractarios. Seguramente sea su manera de decirnos: 'gracias' ", añadía.
Aumento de la depresión
Y este malestar entre la juventud francesa se empieza a notar también a nivel macro en las propias estadísticas. Han aumentado los casos de depresión y ansiedad entre los jóvenes de entre 18 y 25 (es decir, los estudiantes).
Y, sobre todo, hay un dato que ha dado la voz de alarma a las autoridades francesas: según un sondeo publicado la semana pasada por Ipsos, 3 de cada 10 jóvenes encuestados habían tenido pensamientos autolesivos y el 61% creía que la pandemia iba a tener un efecto negativo en su salud mental.
Por esta razón y por la repercusión mediática de las protestas de los más jóvenes, el Gobierno galo aseguró que, de tener que aplicarse un confinamiento total, éste podría flexibilizarse con las personas más jóvenes que, por otra parte, son los que más se están contagiando de COVID, aunque con síntomas menos graves. Por ahora, Macron ha descartado el cierre.
Sobre el autor:
Pablo Recio
Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica.
Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial.