Las redes sociales se han convertido en un espacio de debate, denuncia pero también de historias con moraleja y final feliz. Hace unos días, un usuario llamado Ángel Sánchez Vázquez, compartió en un hilo de Twitter la lección que aprendió hace unos días.
Al parecer el joven estaba comiendo en una terraza del centro de Madrid cuando "se acercó a mi mesa una mujer de mediana edad y me pidió dinero". Sánchez que no tenía efectivo le dijo que si se lo estaba pidiendo para poder comer "estaba invitada a lo que quisiese".
La primera sorpresa llegó cuando la mujer aceptó su propuesta: "Se le dibujó una sonrisa y me dijo si podía pedir comida para llevar a su hijo. Y así hicimos", cuenta el usuario.
"El personal del restaurante la invitó a entrar a esperar la comida en la barra (le daba vergüenza entrar inicialmente) y tomarse algo mientras esperaba", comenta Ángel. Tras recoger su comida, la mujer se volvió a acercar a la mesa del joven para agradecerle lo que había hecho: "Ella pensaba que yo la había ayudado, pero fue al revés. Estaba siendo un día intenso de trabajo y me fui solo a comer para evadirme", confesó el joven.
"Vivamos despacio"
"Ese momento fue un punto de conexión con la realidad, de relativizar la importancia de las cosas y consiguió cambiar el resto del día. Vivimos tan rápido que no somos capaces de disfrutar las pequeñas cosas. Vivamos despacio. Cuidemos de los demás", termina reflexionando el joven.
La historia de Ángel no ha dejado indiferente a los usuarios que han llegado al final de la historia: "Estas cosas te cambian más a ti que al que lo recibe y de eso se trata, de la persona en la que te estás convirtiendo cuando eliges entre ser indiferente o hacer un pequeño aporte a aligerar la carga de otro", aseguraba una usuaria.
"Y de ser mejor ser humano. Hiciste algo por aquella mujer, por ti mismo y un poquito por la humanidad que creemos un poquito aún en la bondad del ser humano", comentó otra.