La población mayor de 65 años en España no para de crecer. Según el Avance de la Estadística del Padrón Continuo del INE, a 1 de enero de 2019 un total de 9.055.580 personas superan esa edad, es decir casi uno de cada cinco habitantes (19,3%), y en 2066 habrá más de 15 millones de mayores, el 34,6% del total de la población, según las proyecciones del INE. Ante esta realidad algunas de las dudas que surgen son: ¿Cómo serán las ciudades del futuro? ¿Cómo afrontará la arquitectura y el urbanismo el reto de la longevidad?
A estas preguntas ha tratado de dar respuesta la Jornada Arquitectura y sociedad: Los retos ante la vejez organizada recientemente en Málaga por la Fundación Arquitectura y Sociedad (@arquisoc), en colaboración con el Colegio Oficial de Arquitectos de Málaga (@coamalaga) y la Diputación de Málaga (@diputacionMLG).
José María Ezquiaga, Decano desde 2015 del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (@COAMadrid) y que este jueves dejará el cargo tras la votación en la que se decidirá quién le reemplaza en el cargo, participó en la jornada como ponente destacado. En su intervención, apuntó que en el año 2050 el 75% de la población mundial vivirá en ciudades y que la tercera edad residirá en ellas, “nada de utopías de la vuelta al campo”, por lo que las urbes tendrán que adaptarse a los mayores.
Ezquiaga matizó que lo que sucede con los mayores es que no es un problema de minorías ni específico, es un “tema de mayorías, que lleva a que haya que repensarlo todo”.
El Decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid destacó que el automóvil ha colonizado la forma de distribuir el espacio en las ciudades (creando distancias eternas para recorrer a pie o zonas residenciales solo accesibles en coche), pero esta tendencia está cambiando: ahora los millennials no quieren tener coches y van no va comprar a los grandes centros comerciales de la periferia de las ciudades, algo que demuestra el hecho de que multinacionales como Ikea estén abriendo tiendas en el centro de Madrid o que los lugares elegidos por los jóvenes para residir sean decididos en función de si llega el metro a la zona.
Ante los retos del urbanismo y la arquitectura frente a la longevidad, Ezquiaga hay que:
-Observar y poner a las personas primero. Detectar cómo usan las personas los espacios. Por ejemplo: canchas de baloncesto que se convierten en plazas de encuentro vecinales.
-Parametrizar. Tras la observación llega la toma de decisiones. Por ejemplo: el caso de los semáforos en los que hay que correr para lograr cruzar una calle, habría que dimensionarlos.
Ezquiaga no recomienda crear ciudades de ancianos, para él “son cárceles doradas, no son ciudades reales, son aparcamientos de mayores”. El arquitecto defiende “la ciudad intergeneracional”, en la que la velocidad del último es la que cuenta. Así apuntó a que no habría problemas si las urbes fueran más amigables e inclusivas. En este punto puso el ejemplo de Vitoria, donde plantearon una ampliación aceras y adecuar el espacio público a los mayores. “Si un espacio está bien diseñado va a ser posible ser utilizado por todos”, sentencia.
En esta línea, Ezquiaga consideró que “la lógica de la ciudad transversal y no segmentada por edad consigue proyectos interesantes y hace que todos la usen” y apuntó a que el futuro pasa por ciudades intergeneracionales ya que, afirma, “cuando la ciudad es humana es de la tercera edad”.
Y es que “ciudad y tercera edad no son elementos irreconciliables y para dar respuesta a los problemas de los mayores es necesario más ciudad y mejor ciudad”.