Para 2030 se prevé que el número de personas de más de 60 años aumente en un 38%, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que señala la necesidad de poner atención en los desafíos que afectan a las personas mayores, también en lo que se refiere a los derechos humanos. Y es que el maltrato y abuso de las personas mayores es “un problema social” que, sin embargo, no siempre se notifica, aunque su visibilización va en aumento.
Y es que, según datos del Teléfono del Maltrato a las personas mayores, de la Confederación Estatal de Mayores Activos - CONFEMAC (@confemac.net), desde su inicio hasta el pasado 17 de mayo de 2023, han atendido un total de 1.992 casos en todo el territorio nacional, una cifra que no ha dejado de crecer desde que se puso en marcha.
Con motivo del Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, que se celebra este 15 de junio, hemos hablado con Josep Moya Ollé, psiquiatra y psicoanalista que ha recopilado en su nuevo libro, Los malos tratos a las personas mayores, elaborado junto a la pedagoga Ester Fornells, coordinadora del SEAIA y del SEAP del Baix Llobregat y fundadora del SEAP y actualmente jubilada, diferentes ejemplos del maltrato que sufren habitualmente las personas mayores, explicando que el cuidado y el respeto de este colectivo solo puede venir de un buen trato.
En concreto, este libro, que fue presentado el pasado jueves 8 de junio en la Biblioteca Montserrat Roig, en Barcelona, recoge la experiencia del SEAP (Servei Especialtizat d'Atenció a les Persones), un servicio especializado que se ocupa de la prevención, detección e intervención en casos de maltrato a mayores, creado por Josep y Ester en 2018. “Surgió a raíz de un estudio cualitativo con varios grupos focales sobre buen trato, a los que se les preguntó qué era lo que entendían ellos por un buen trato a personas mayores”, explica Josep en una entrevista a 65YMÁS.
Presentación del libro 'Los malos tratos a las personas mayores', en la Biblioteca Montserrat Roig (Barcelona)
De este estudio sacaron principalmente dos conclusiones, según indica: “La necesidad de elaborar una ley específica para la gente mayor y la creación de este servicio, que tiene el objetivo de asesorar, ayudar y orientar a todos aquellos servicios que atienden a personas mayores que están en situación o que son víctimas de, o bien no buen trato, o bien ya de un maltrato declarado”.
De esta forma, su trabajo consiste en orientar y enviar un informe a Fiscalía, a partir de nuestra intervención y lo que hemos detectado, así como las medidas que sugerimos para defender a la persona, para que “soliciten las medidas de protección necesarias”.
"Hemos visto todo tipo de maltratos"
El libro recoge diferentes ejemplos del maltrato que sufren las personas mayores, en este sentido, Josep afirma que han visto “todo tipo de maltratos, desde negligencias, abandonos, e incluso algún caso deluz de gas, un término que proviene de una película en la que la pareja intenta convencer a la persona mayor de que está loca”. “En algún caso nos hemos encontrado con que la familia o las personas que conviven con la persona mayor intentan culpabilizarla de todas las desgracias que hay en la casa, todo para presionarla para echarla”, explica.
El expolio económico es otro caso muy típico, que consiste en que “hay una persona mayor, que ya tiene un cierto deterioro cognitivo, y empieza a tener ciertos fallos de memoria y funciones ejecutivas, es entonces cuando un familiar o un amigo intenta convencerlos de llevarlos al notario y que le concedan una otorgación de poderes notariales. A pocos días siguientes, a veces incluso al día siguiente, la cuenta corriente se ha vaciado misteriosamente. También casos de presiones para venderles propiedades porque a lo mejor ya no viven ahí y están en una residencia”.
En este sentido, Josep apunta que el principal condicionante que lleva a estos malos trato hacia las personas mayores se debe a “la construcción del discurso social, en virtud del cual, hacerse mayor es entrar en una situación de riesgo”.
“La vejez está mal vista, vivimos en una sociedad que no quiere saber nada ni del dolor, ni de la vejez, ni de la muerte. Son temas tabú. Por tanto, en cuanto alguien cumple 65 años o se jubila, pasa a ser un sujeto pasivo, lo coloca en una situación de rechazo y precariedad, es el discurso social. Y eso se ve en la televisión. ¿Cuántos minutos dedica la televisión a hablar de los temas de las personas mayores?”, se pregunta.
Cuando ocurre, suele deberse más a “vídeos virales y cosas así”, y aunque no es algo malo, destaca que los mayores “también queremos participar de la toma de decisiones, queremos ser sujetos activos de nuestra sociedad y, sobre todo, queremos ser sujetos activos de aquello que nos toca más directamente, como la vivienda o los problemas de acceso a las administraciones por la brecha digital”.
Teniendo en cuenta que la sociedad española es una de las más envejecidas, con una esperanza de vida muy elevada, “si el discurso es desfavorable y a la vez vivimos cada vez más años, se crean unas condiciones que favorecen el maltrato a las personas mayores”.
Este maltrato se da, por lo general, según lo detectado por este servicio, por parte de “hijos, nietos, sobrinos, amigos... es decir, personas muy cercanas al círculo social del mayor”. También por las instituciones, como ocurrió en la pandemia en las residencias. “No estoy criminalizando las residencias, pero las condiciones en las que viven algunos residentes, incluso las condiciones laborales de los profesionales que trabajan en estos centros, en ocasiones no favorecen para nada el buen trato, más bien favorecen el no buen trato o incluso el maltrato”.
Derecho a denunciar el maltrato
No todos los casos de maltrato a mayores se denuncian, bien por vergüenza o porque la persona mayor se encuentra en una situación de dependencia, explica Josep. “El miedo y el desconocimiento son otros motivos, no tanto de que uno no es bien tratado, sino de que tiene derecho a denunciar o a ir a servicios sociales”.
A pesar de ello, indica que esta situación “poco a poco va cambiando”, según su impresión, ya que cada vez son más las personas que “se dirigen a servicios sociales y explican lo que les está pasando”. Algunas denuncias también vienen de familiares o personas del entorno del mayor, quienes “se dan cuenta de la situación y denuncian”.
Es por ello que considera que este problema “será cada vez más visible y se tendrá más conciencia. Precisamente, este 15 de junio es un buen momento para hacer un poco de ruido”.
Sin embargo, el momento de la denuncia también conlleva a veces algunas dificultades, “por ejemplo, cuando servicios sociales detecta el caso y nosotros tenemos que hacer un informe a Fiscalía para instaurar medidas de protección. Uno de los problemas con los que nos encontramos es que, al pedir información en general a salud, pero sobre todo a salud mental, se niegan a darla en aras a la protección de datos”.
“Sin esa información clave es muy difícil que Fiscalía y el juzgado dicten medidas de protección”, explica, por lo que “estamos buscando la manera de salvar este obstáculo legal que nos resta eficacia y, por tanto, resta eficacia a Fiscalía a la hora de adoptar medidas cautelares de protección”.
Cuidar de otra forma para un buen trato
La concienciación es la principal vía para acabar con este problema, y en este sentido, “un papel fundamental lo tienen los medios de comunicación, es absolutamente necesaria su implicación para, de entrada, minimizar los efectos de ese discurso social que convierte a la persona mayor en alguien prescindible y deteriorado”.
Por otra parte, Josep explica que, aunque una persona mayor tiene que hacer frente a algunas dificultades, también cuenta con algunas virtudes. “Podemos ser un poco más lentos, pero tenemos una experiencia y, sobre todo, estamos menos condicionados por los elementos pasionales de la juventud. Es decir, somos más reflexivos”.
Del mismo modo, considera que los programas intergeneracionales pueden resultar útiles, “el poder implicar a jóvenes y mayores en programas conjuntos, potenciando y favoreciendo así proyectos que impliquen a los dos extremos en los que mayores puedan beneficiarse de todo lo que la juventud pueda aportar y viceversa. Eso podría contribuir enormemente a cambiar las cosas. El mundo de la educación es también muy importante”, añade. En definitiva, “todo lo que contribuye a cambiar la imagen de lo que significa hacerse mayor en la sociedad”.
Ante los casos detectados de maltrato o abuso a personas mayores, Josep explica que es posible cuidar de otra forma para conseguir un buen trato. “Una de las cosas que hemos detectado es que en muchas instituciones se da en bastantes ocasiones un trato de infantilismo, y eso es ofensivo. Ahí hay que realizar un trabajo orientado a los profesionales para indicarles que el buen trato pasa, entre otras cosas, por no infantilizar a la gente, para dar un trato digno y respetuoso”, aclara.
Junto a Ester, Josep comenzó a profundizar sobre el tema del maltrato a las personas mayores en 2017, un año antes de crear SEAP. Ahora, como médico asesor, se encarga de realizar exploraciones y orientar los casos, y asegura sentirse “entusiasmado”. “Voy a continuar porque la verdad es que es una experiencia. Yo no cobro por este servicio, pero me considero pagado con comentarios como el que hizo en la presentación del libro la fiscal con la que habitualmente trabajamos, agradeciendo nuestro trabajo porque así ellos pueden tomar mejores decisiones que apunten a proteger a las personas mayores”, añade. “Ahora nos estamos planteando poner en marcha programas intergeneracionales, programas de sensibilización social hacia el tema del maltrato”.
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.