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La ciudad polaca de Gdansk, ha sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2019 (@fpa), según ha hecho público este jueves en Oviedo el jurado encargado de su concesión por ser un "símbolo histórico y actual de la lucha por las libertades cívicas frente a la intolerancia y la opresión".
Esta candidatura ha sido propuesta por Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, institución de la Unión Europea (Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2017), y Adam Zagajewski (Premio Princesa de Asturias de las Letras 2017).
Ha sido apoyada, entre otros, por los Premio Príncipe y Princesa de Asturias Krzysztof Penderecki (Artes 2001), Juan Ignacio Cirac (Investigación Científica y Técnica 2006) y Krzysztof Wielicki (Deportes 2018); el Comité Europeo de la Regiones; los alcaldes de las principales ciudades polacas y los de Barcelona, Breda, Vilna, Leipzig, Odesa, Milán, Praga, Burdeos y Berlín (Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2009), entre otras.
La ciudad polaca de Gdansk, capital de Pomerania y principal puerto del país, es actualmente la cabecera de un área metropolitana que, junto con las localidades de Gdynia y Sopot, supera el millón de habitantes. Con una historia marcada por su ubicación estratégica en la costa báltica y su pertenencia a distintas entidades y estados, Gdansk -entonces Dánzig, su denominación alemana- se convirtió en una Ciudad Libre bajo el auspicio de la Liga de Naciones por el Tratado de Versalles que siguió a la Primera Guerra Mundial.
Con un amplio porcentaje de población alemana, Gdansk acogió la que está considerada como la primera batalla de la Segunda Guerra Mundial, cuando el 1 de septiembre de 1939 el ejército nazi invadió Polonia a través de la península de Westerplatte, frente a la ciudad, donde una escasa guarnición de soldados polacos logró resistir heroicamente en inferioridad de condiciones durante una semana. Gdansk -destruida en un 90 %-, fue integrada en Polonia tras la victoria aliada, lo que supuso la expulsión de sus habitantes alemanes.
Décadas más tarde, en la ciudad surgieron los primeros focos de oposición al régimen comunista y en sus astilleros está el origen del sindicato Solidaridad, que se erigió en protagonista del derrocamiento del régimen en 1989 y cuyo líder, el Premio Nobel de la Paz Lech Walesa, fue en 1990 el primer presidente elegido democráticamente desde 1939.
Convertida en símbolo de la resistencia contra el nazismo y de la lucha por la recuperación de las libertades en Europa, la ciudad de Gdansk conmemorará el próximo 1 de septiembre el 80 aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial en Westerplatte, bajo el lema 'Unidos por encima de las diferencias, para rendir homenaje a las víctimas y a los héroes y dar testimonio de la escala de la tragedia humana, del heroísmo y del sacrificio'.
Considerada una ciudad abierta y generosa, Gdansk ha destacado, desde el restablecimiento de la democracia en Polonia hace treinta años, por su dinamismo económico, apertura, cohesión ciudadana y carácter tolerante, especialmente a través de programas dedicados a la integración de la inmigración y la defensa del colectivo LGTB. De su casi medio millón de habitantes, más de 20.000 son extranjeros, la mayoría refugiados procedentes de países de la antigua URSS, como Chechenia o Ucrania, así como de otras zonas en conflicto, como Ruanda y Siria.
En 2016, el Ayuntamiento de Gdansk publicó el documento Modelo de integración de los inmigrantes, que desarrolla un sistema de gestión en las instituciones públicas y organizaciones sociales de la ciudad para facilitar la integración de refugiados e inmigrantes en áreas como la educación, la cultura, la asistencia social, el alojamiento, el empleo y la salud.
Además, se constituyó un consejo consultivo, integrado por doce representantes de los inmigrantes y dos refugiados, que se encarga de transmitir a las autoridades locales las necesidades y preocupaciones de este grupo de población. En 2018 Gdansk aprobó el 'Modelo para la igualdad de trato' para mejorar las condiciones de los grupos sociales más frágiles.
El impulso de las políticas sociales desarrolladas por Gdansk se atribuye al que fue su alcalde durante las últimas dos décadas, Pawel Adamowicz, quien estuvo en el cargo desde 1998 hasta su apuñalamiento y posterior fallecimiento durante un acto público en enero de este año. La actual alcaldesa de Gdansk, Aleksandra Dulkiewicz, sustituyó en funciones a Adamowicz, hasta las elecciones anticipadas celebradas el pasado mes de marzo, en las que resultó elegida con un 82 % de los votos.
Último galardón de 2019
Éste es el último de los ocho galardones internacionales que convoca este año la Fundación Princesa de Asturias, y que cumplen con esta su XXXIX edición. A este premio optan un total de 34 candidaturas procedentes de 21 países.
El jurado está integrado por Íñigo Abarca Junco, Luis Aires Dupré, Fernando de Almansa Moreno-Barreda, Antonio Basagoiti García-Tuñón, Antonio Brufau Niubó, José Antonio Caicoya Cores, Sol Daurella Comadrán, Isidro Fainé Casas, Ana Isabel Fernández Álvarez, Javier Fernández Fernández, Vicente Fernández Guerrero, José Antonio Fernández Rivero, Luis Fernández-Vega Sanz, Ignacio Garralda Ruiz de Velasco, Jaime Gorbeña Yllera, Alicia Koplowitz Romero de Juséu.
Wenceslao López Martínez, Laureano Lourido Artime, César José Menéndez Claverol, Adolfo Menéndez Menéndez, Carmen Moriyón Entrialgo, José Oliu i Creus, María del Pino Calvo-Sotelo, Mariano Puig Planas, Gregorio Rabanal Martínez, Helena Revoredo de Gut, Gonzalo Sánchez Martínez, Pedro Sanjurjo González, Antonio Suárez Gutiérrez, Gonzalo Urquijo y Fernández de Araoz, Darío Vicario Ramírez, Manuel Villa-Cellino Torre, Juan-Miguel Villar Mir, marqués de Villar Mir, Ignacio Ybarra Aznar y Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos (secretario), todos ellos miembros de los Patronatos de la Fundación.
Los Premios Princesa de Asturias están destinados a galardonar "la labor científica, técnica, cultural, social y humanitaria realizada por personas, instituciones, grupo de personas o de instituciones en el ámbito internacional". Conforme a estos principios, el Premio Princesa de Asturias de la Concordia se concederá a "la labor de defensa y generalización de los derechos humanos, del fomento y protección de la paz, de la libertad, de la solidaridad, del patrimonio mundial y, en general, del progreso de la humanidad".
El Premio está dotado con una escultura de Joan Miró -símbolo representativo del galardón-, un diploma, una insignia y la cantidad en metálico de 50.000 euros.