Dicen que la historia se repite, y este es el ejemplo perfecto. En tiempos pasados, era habitual que los abuelos, hijos y nietos vivieran juntos en la misma casa, lo que hacía que los abuelos participaran activamente en el cuidado y educación de los nietos. Hoy en día, aunque ya no compartan el mismo espacio, los abuelos son cada vez más requeridos para el cuidado de los pequeños.
Si observamos los datos de un reciente estudio del Imserso (@Imserso), actualmente el 22% de las abuelas y el 24% de los abuelos apoyan a sus hijos en el cuidado de sus nietos; entre ellos, el 44% lo hacen a diario y el 30% varias veces por semana. ¡Estamos ante los nuevos “abuelos canguro”!
Pero, ¿cuáles son las principales razones que han motivado este rol?
La primera, en un 41% de los casos, radica en la dificultad, por parte de los padres, de conciliar trabajo y familia, por una incompatibilidad horaria trabajo-escuela. El 33% de los padres y madres se incorporan al trabajo antes de que los centros educativos abran sus puertas, y el 59% acaban de trabajar horas después de su cierre.
La segunda causa, en un 35% de los casos, se debe a la falta de recursos económicos de los padres para poder pagar una escuela infantil o contratar un/a cuidador/a.
Pero ¿cómo se toman los 65ymás su rol de “baby-sitter”? En la gran mayoría de los casos, los abuelos canguro son vocacionales y cuidan de sus nietos voluntariamente, sin sentirlo como una obligación. Los nietos son el mejor aliciente para hacerles salir de casa, moverse, reír y compartir, y los momentos que están con ellos les aportan una inmensa recompensa emocional. La responsabilidad de su cuidado les hace sentir útiles, y la temida “soledad no buscada” se diluye con su compañía. A los nietos, por su parte, les suele encantar estar con sus abuelos, pues además de ser cariñosos y divertidos, pueden hacer cosas distintas a las que hacen con sus padres.
Cuando los abuelos asumen el rol de “canguros” habituales de los niños, han de respetar las normas que marquen los padres, para que exista una coherencia en las líneas de educación y crianza. Es una forma de respetar la autoridad paterna en ausencia de los padres. Ahora bien, cuando estas normas van en contra de los valores de los abuelos y estos no estén dispuestos a seguirlas, deben actuar con la máxima transparencia y comunicárselo a sus hijos con el fin de llegar a compromisos claros en beneficio de los niños.
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