Mariola Báez
Sociedad
Fotógrafos minuteros, vuelve la artesanía de la imagen en plena era digital
Una profesión que recupera protagonismo y comienza a estar convenientemente regulada
Es fácil que encuentres en antiguos álbumes guardados y seguramente olvidados en un cajón algunas de esas fotografías en blanco y negro o color sepia donde la familia posaba en la calle, en un día de feria o junto a cualquier lugar destacado de tu ciudad.
En el siglo XXI, cuando los móviles captan en milésimas de segundos imágenes de todo tipo y nos sirven para hacer mil selfies, cuesta imaginar la dedicación y el mimo con el que los fotógrafos que andaban por la calle, cargando con aquellos pesados artilugios de madera que eran cámara y laboratorio de revelado al mismo tiempo, ponían en cada uno de sus retratos.
Tras años en declive progresivo, la fotografía analógica vuelve con fuerza y son muchas las personas interesadas en recuperar técnicas fotográficas de antaño, como prueban los numerosos cursos y talleres que organizan distintas entidades, entre ellas, la Asociación Nacional de Fotografía Analógica y técnicas afines (ANFA)
Si este tipo de fotos, sin retoques digitales, en el que el arte de controlar la luz y el movimiento era la clave de una buena imagen, nos parece propio de épocas pasadas, el oficio de fotógrafo minutero es algo que cuesta aún más imaginar.
El encanto de la fotografía artesanal, un valor añadido
La Associació de Fotografía Minutera de Barcelona ha firmado recientemente un convenio con el distrito de Ciutat Vella para que los fotógrafos ambulantes puedan ejercer su actividad en puntos concretos y en un horario determinado. Se trata de un primer paso para recuperar un oficio que tiene su origen a finales del siglo XIX y principios del XX, y que surgió como una alternativa a la fotografía de estudio, demasiado cara para la mayoría de la población.
Aunque esta profesión ha estado a punto de desaparecer, tanto por el avance de la tecnología digital como por las trabas que han tenido que superar los fotógrafos por utilizar un espacio público para desarrollar su oficio, los minuteros regresan no solo a las calles y plazas de Barcelona sino a las de otras muchas ciudades, entre ellas Madrid donde vuelven a verse en lugares como la Plaza Mayor o el Parque del Retiro, con sus cámaras artesanales en muchos casos fabricadas por ellos mismos. Difícil resistirse a ser retratado y tener un recuerdo en papel que poco tiene que ver con las fotos que llevamos en el móvil y que, probablemente, acabemos perdiendo o borrando.