El capítulo de Mujer y Ciencia en España contiene el nombre obligado de Margarita Salas (Canero, 1938), una de las científicas pioneras de nuestro país que abrió camino con sus investigaciones en Bioquímica para que las mujeres tuviesen un espacio propio. Discípula del Premio Nobel Severo Ochoa, Margarita Salas ha recibido multitud de reconocimientos y es doctora honoris causa en más de 12 universidades en todo el mundo. En la actualidad es profesora vinculada "ad honorem" del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (@CSIC) y sigue desarrollando investigaciones sobre su gran descubrimiento y una de las patentes más importantes de la genética molecular, el virus Phi 29, con importantes consecuencias en la ampliación del ADN.
Con espíritu incansable, a sus 80 años sigue acudiendo al laboratorio cada mañana, movida por "la emoción de descubrir". Allí mismo, en la cuarta planta del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC-UAM), del que fue directora y profesora de investigación, recibe a 65Ymás con la misma humildad que una desconocida. Pausada, pero dejando ver un poso de sabiduría, la primera científica española que viajó a Estados Unidos, se esconde en su pequeño despacho lleno de informes al otro lado de las máquinas y las probetas.
PREGUNTA.- Nos ha citado en su centro de trabajo, en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, ¿qué significa para usted este laboratorio?
RESPUESTA.- Para mi esto es toda mi vida, donde he vivido desde los años 60 y donde pretendo estar hasta que pueda ampliando las patentes de mis descubrimientos. Yo tengo un referente en Rita Levi-Montalcini, que hasta su muerte hace unos años a los 103 años, acudía todos los días al laboratorio. Ella decía que "lo importante es no tener arrugas en el cerebro".
Aquí recibo cada año a estudiantes de doctorado y postdoctorado, siempre en contacto con gente joven que en parte me mantiene activa. Tenemos un ambiente amigable, distendido y dejo que cada uno experimente. Yo creo que les puedo aportar experiencia y ellos a mí nuevas inquietudes. Es una gran satisfacción formar a nuevos científicos, somos una gran familia y tengo el orgullo de ver que muchos de ellos me han superado. A mis 80 años sigo teniendo ese entusiasmo por la investigación cuando encuentras algo inédito, la emoción por descubrir, que decía Severo Ochoa.
P- Usted trabajó mano a mano con el científico Severo Ochoa en Estados Unidos, ¿cómo influyó en su carrera el encuentro con el Premio Nobel?
R.- Fue decisivo. Mi padre se enteró de que Severo Ochoa venía a España cuando yo estudiaba Químicas en la Universidad y lo llamó para invitarle a comer a casa en Asturias, ya que eran primos políticos. Nos propuso entonces que fuésemos a la conferencia que iba a dar en Oviedo ese verano y recuerdo que me fascinó. Yo hasta entonces no me había interesado por la Bioquímica, pero me prometió que me mandaría un libro suyo desde Nueva York y tras recomendarme que estudiase en Madrid, me invitó aque tras la tesis me fuese con él a Estados Unidos, lo cual acepté.
Fuente: Fundación Independiente
P.- ¿Cómo era la España de esa época? ¿Era común que una mujer estudiase una carrera científica?
R.- Yo tuve suerte porque mis padres querían que todos sus hijos -éramos dos chicas y un chico- nos formásemos y estudiásemos una carrera universitaria. En 1955 cuando yo estudié Químicas, una tercera parte del curso eran mujeres, no ocurría lo mismo en otras carreras como las ingenierías o matemáticas. Pero en España en aquella época había muy poco de lo que echar mano, muy poca o nula inversión en Ciencia, tanto para hombres como para mujeres.
P.- ¿Sufrió discriminación por ser mujer en los primeros años de su carrera?
R.- Sí, recuerdo el momento en que mi jefe de tesis doctoral Alberto Sols, que luego sería un gran colega y amigo, recibió mi proyecto con un comentario de "Bah, es una chica" y nunca se dirigía a mí, yo era como invisible, lo cual me sentaba fatal. Sin embargo, no noté nada de eso en Severo Ochoa. Hoy en día valemos tanto como los hombres, hay más mujeres que hombres haciendo tesis doctorales, así que en el futuro ocuparán el puesto que les corresponde. Mi marido Eladio Viñuelas- al que conocí en la carrera- también ha sido un apoyo constante e incluso decidió apartarse de la investigación que estábamos llevando a cabo juntos para que yo pudiese demostrar que podía liderar un proyecto.
P.- Fue también pionera al marcharse a EEUU, ¿qué significaron esos años para usted?
R.- En 1964, Eladio y yo nos fuimos como investigadores al laboratorio de Severo Ochoa en la Universidad de Nueva York. Fueron tres años maravillosos. Teníamos tiempo para la investigación y nos juntábamos con científicos y personalidades del mundo de la cultura norteamericana. Sabíamos algo de inglés, pero no mucho. Por eso y porque queríamos desarrollar la Biología Molecular en nuestro país, regresamos a España.
Fuente: Fundación Independiente
P.- Volvieron a España con una ayuda americana y desarrollaron lo que sería su gran descubrimiento para la genética molecular: el virus Phi29... ¿Cuál es su principal aplicación?
R.- Cuando volvimos, en 1967, lo hicimos con una ayuda para la investigación americana, que nos permitió descubrir el virus Phi 29 que permite la ampliación del ADN polimerasa con aplicaciones en análisis forenses, criminologícos en incluso arqueológicas. Básicamente es una enzima que duplica el material genético, que permite obtener billones de copias de una misma muestra.
P.- En 2016 se convirtió en la primera mujer en recibir la Medalla Echegaray, otorgada por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, casi al mismo tiempo que asumió el cargo la primera presidenta mujer del CSIC, ¿cree que se ha superado la barrera de discriminación de mujer y ciencia?
R.- En la actualidad no veo discriminaciones para las becas o los puestos de trabajo pero hay desviaciones en los puestos de niveles más altos, a los que solo llegan el 34%. Si seguimos luchando, la mujer ocupará en la comunidad científica, el puesto que se merece. Aún queda un largo camino por recorrer, pero la mujer tiene que estar dispuesta también a presentarse a los puestos de mayor responsabilidad y a luchar más que los hombres. Yo misma era reticente a puestos institucionales hasta que en 1988 asumí la Presidencia de la Sociedad Española de Bioquímica. Hay que hacer muchos sacrificios, yo fui madre a los 37 años.
Fuente: Fundación Independiente
P.- ¿Cómo valoraría la situación actual de la Ciencia en España?¿Qué les diría a los jóvenes que están pensando estos días en estudiar Química?
R.- En España hay muy poca financiación en I+D, es una situación bastante dramática. Estamos a la cola de la UE, pero aún así ocupamos el nº 9 de producción en investigación. Por eso yo a las jóvenes que quieran estudiar alguna carrera de Ciencias les diría que hay que tener mucha paciencia, tesón y no desanimarse. Y que seguramente tendrán que luchar más que los hombres.
P.- También ocupa la letra I minúscula en la RAE (@RAEinforma), ¿qué ha supuesto eso para usted? ¿Se ve como una mujer de Ciencias y Letras?
R.- Ha sido un reconocimiento muy satisfactorio, que me ha permitido estar en contacto con muchos intelectuales, dramaturgos, arquitectos, médicos. Se trabaja mucho, cada jueves lo tengo reservado a las reuniones con la Academia. Y aquí también tienen que cambiar mucho las cosas. Cuando entré solo éramos 2 mujeres, ahora somos 8. Lo que tiene que cambiar es la mentalidad en toda la sociedad para que se valore a las mujeres por lo que son. La brecha salarial es todavía del 18% en Ciencia.
P.- Usted ha dicho que ha sufrido además discriminación por edad, ¿diría que no hay cabida para los mayores en la Ciencia?
R.- Los mayores estamos discriminados una vez que nos jubilamos. En la Comunidad de Madrid no podemos ser investigadores principales, porque se entiende que se necesita que haya alguien que nos respalden por si nos pasa algo. Hasta el año pasado, tampoco lo permitía el CSIC, pero logramos que cambiase la norma e introdujese la excepción de los profesores ad honorem como yo. Así que aquí seguiré mientras me dejen.