Recibir la vacuna contra el coronavirus está siendo sumamente emocionante para la gran mayoría de la población. Significa dar un paso más hacia la ansiada normalidad y a poder abrazarnos, besarnos, perder un poco el miedo y, sobre todo, volver a vernos. En concreto, hemos visto a muchos mayores ansiosos por abrir este emotivo capítulo de sus vidas. Ellos han sido los más vulnerables durante la pandemia y, por ello, el hecho de pensar en repetir las frecuentes reuniones familiares y en abandonar esa soledad que tanto daño les está haciendo, les llena de felicidad.
Si, además, tienes la suerte de que ese deseo te lo haga realidad uno de tus nietos, el resultado es una historia conmovedora. Marta Gallego, una joven enfermera de Baeza (Jaén), se graduó el verano pasado y ha vivido uno de los instantes más emocionantes de su vida en su primer año como enfermera: ha vacunado a sus dos abuelos, Antonio – alias ’Nono’– de 79 años y Paula de 77. Desde 65YMás nos hemos puesto en contacto con Marta para que nos cuente, de primera mano, lo que ha significado esta experiencia para los tres protagonistas.
“Para mí fue increíble y más con la situación que hemos vivido este año”, asegura Marta. “Mis abuelos son personas súper activas. Mi abuelo es el típico que va a una casa y no se puede sentar. Además, el verano pasado le dio un ictus y ha estado todo el año recuperándose. Ahora, verlo caminar con su andador, que en verdad casi no lo necesita, pero lo usa por seguridad y que, encima, lo vacune su nieta, pues le da una alegría y un orgullo enorme”, añade.
“Mi nieta es enfermera, ¿me puede vacunar ella?”
En realidad, todo ocurrió gracias al orgullo y admiración que sienten los abuelos hacia su nieta. Fue cuando citaron a Paula para recibir la primera dosis. “A mi abuela le daba un poco de miedo. La acompañé al centro de salud de mi pueblo y ella, que no se calla nada, dijo a la primera persona que pasó: ‘Mi nieta es enfermera, ¿me puede vacunar ella?”, cuenta Marta mientras ríe. Además, al vivir en un pueblo, los vecinos se conocen, por lo que todos los presentes se emocionaron.
Por otro lado, Antonio, al ser más mayor, ya había recibido la primera dosis, pero su nieta no pudo acompañarlo y él también quería presumir de ella. “Entonces, imagínate cuando llego a casa de mis abuelos y mi abuela le cuenta que le había vacunado yo. Le dio envidia”, dice Marta riendo, “después, mi abuelo me marcó el día en el calendario para ponerle la segunda dosis. Fui al centro de salud otra vez y dije yo: ‘Mira, a mi abuelo le da un poco de pelusilla y quiere que lo vacune yo también y, entonces, una enfermera nos grabó, subí el vídeo y se ha hecho viral”, añade.
Marta decidió compartir los dos vídeos por redes sociales y, para sorpresa de Antonio y Paula, se hicieron virales. “Al llegar a su casa le pregunté a mi abuelo: ‘¿Cuánta gente crees que te ha visto?’ y dijo, 'pues, yo que sé, ciento y pico'. Y le dije yo, ‘sí, ciento y pico... Abuelo, ¡te han visto medio millón de personas!” relata riendo.
Marta insiste en que "lo mejor fue el orgullo que sintieron. Mi abuela llegó a su casa y lo primero que hizo fue pedirme el vídeo. Dijo, 'mándame el vídeo que quiero que lo vean mis hermanas’”.
En cuanto a la reacción de ambos al recibir la vacuna, en el mismo vídeo vemos como Paula “no se enteró y dijo '¿ya?' Mi abuelo tampoco, pero, como él es el típico ‘bromas’, ya tuvo que decir que le había salido la aguja por debajo del brazo”, detalla la enfermera.
Una alegría inmensa después de un año tan difícil
Después de pasar un año tan difícil, esto ha sido un chute de felicidad para la pareja. Marta nos explica uno de los momentos más duros que Antonio y Paula han tenido que afrontar a lo largo de la pandemia: “Ellos vivían en un piso, en un cuarto sin ascensor. Antes de que a mi abuelo le diera el ictus, preparamos la casa de mis otros abuelos que fallecieron y que vivían en un bajo, para que ellos se trasladaran allí. Estaba la casa recién reformada y, justo, le dio el ictus”. Aun así, la enfermera es consciente de la suerte que tiene al vivir tan cerca, algo que les ha ayudado a combatir la temida soledad de todos los mayores: “En la época del confinamiento nos llamábamos y tal, pero hemos estamos viéndonos todo el verano con mascarilla y distancia, igual que ahora. Es que viven en la calle de enfrente”, afirma.