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Solo el 44,2% de los españoles duerme siete horas diarias todos los días de la semana, lo mínimo recomendado por los expertos en sueño. Así lo confirma una encuesta de IMOP-BERBĒS que analiza la calidad del sueño en España.
El 24,8% de la población asegura que duerme el mínimo recomendado entre 4 y 6 días a la semana, el 18,4% lo hace entre uno y 3 días y el 12,6% no lo hace nunca. A pesar de la falta de descanso generalizada, la percepción del sueño propio es positiva: el 83% de los españoles percibe que su calidad de sueño es muy buena (17%), buena (34,8) o normal (31,1%) en oposición al 17% que la califica como mala (13,2%) o muy mala (3,9%).
Por rango de edad, los que más duermen son los mayores de 65 años (el 66,5% descansa siete horas cada día) mientras que los de 14 a 24 años son los que menos tiempo dedican a ello (solo el 29,4% cumple con lo recomendado). A pesar del poco tiempo destinado al descanso, el 60% de la población más joven considera que tiene una buena o muy buena calidad del sueño.
En cuanto a las diferencias por sexos, las mujeres dedican más tiempo a dormir, el 49,4% descansa lo recomendado frente al 38,7% de los hombres, pero la percepción de su calidad del sueño es similar a la media en ambos casos.
Por comunidades autónomas, los vascos (51,4%) y los catalanes (50,6%) son los que más cumplen las recomendaciones diarias y los valencianos (41,3%) y andaluces (42,7%).
En cuanto a los factores que más influyen en la calidad del sueño, la mayor parte de los encuestados se refieren al estrés como principal problema (50,9%), un porcentaje que aumenta al 92,7% en las personas desempleadas. En segundo lugar, con mucha diferencia, se encuentra la enfermedad o la edad (16,3%), falta de tiempo (9%), malos hábitos o falta de rutinas (6,8%) y exposición a pantallas (1,5%).
En los últimos años, los expertos en sueño han dedicado sus esfuerzos a concienciar sobre la necesidad de dedicar más tiempo al sueño y que este sea de calidad. Existen en la literatura científica numerosos estudios que demuestran que la falta de descanso reduce el rendimiento cognitivo, provoca un déficit en la atención y pérdida de capacidad para tomar decisiones, aumenta el estrés, la ansiedad y la depresión.