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Durante el periodo de la pandemia de la COVID-19, un 35,1 por ciento reconoce haber llorado debido a la situación, frente al 64,7 por ciento que afirma no haber llorado nunca. Son la mujeres las que mas manifiestan haber llorado (52,8%), y por franja de edad son los más jóvenes de 18 a 24 años (42,8%) y de 35 a 44 años (42,3%), mientras los mayores de 65 a más años son los que menos (26,2%), según señala el último barometro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el primero que se realiza sobre la salud mental de los españoles durante la pandemia.
A punto de cumplirse el primer aniversario del confinamiento decretado por el Gobierno con el Estado de Alarma, saliendo de la tercera ola de la pandemia, y con el debate abierto ante futuras restricciones de cara a Semana Santa, el CIS observa cómo afectó, cómo se ha vivido y en qué situación se encuentra la salud mental de los españoles, uno de los daños colaterales menos reconocidos de la Covid-19.
Del total de la población, un 5,7 por ciento ha llorado con bastante frecuencia y un 3,6 por ciento con mucha frecuencia; con alguna frecuencia, que es el valor más alto con un 15,3 por ciento, nuevamente las mujeres son las que más lo admite (23,8%). Con poca frecuencia, lo señala uno de cada diez encuestados.
Asimismo, un 40,6 por ciento reconoce haber visto llorar a un amigo o familiar debido a la situación actual en el último año, frente al 42,9 por ciento que afirma no haber llorado nunca. Nuevamente, son la mujeres las que mas han llorado, y por franja de edad son los más jóvenes de 18 a 24 años (51%) y de 35 a 44 años (52,6%), mientras los mayores de 65 a más años son los que menos (20%).
Por otro lado, el 63, 8 por ciento ha tenido pensamientos o recuerdos desagradables no deseados sobre el coronavirus y sus consecuencias, de ellos un 35,6 por ciento en ocasiones, mientras que más del 13,8 y 14,4 por ciento las ha tenido 'bastante' o 'mucho', respectivamente. Un 57 por ciento ha tenido pensamientos, recuerdos o imágenes sobre el coronavirus que han alterado su vida social o sus relaciones familiares o con los amigos; y, al menos la mitad de la población, ha intentado evitar en mayor o menos medida pensamientos o recuerdos molestos sobre la Covid-19.
Por el contrario, un 85,9 por ciento de la población afirma que no ha tenido o 'casi nunca' ha tenido pesadillas o imágenes relacionadas con el coronavirus; el 38 por ciento tampoco ha tenido pensamientos o recuerdos que le han producido reacciones físicas, como sudoración, taquicardia, etc; y el 57,6 por ciento no se ha sentido angustiado o agobiado debido a pensamientos o recuerdos sobre el coronavirus en este último año.
Un 71% ha sentido miedo
Por otra parte, un 71 por ciento de la población ha sentido miedo a contagiarse de la Covid-19, un 39 por ciento a morir debido al coronavirus y hasta el 88% ha temido en el último años que se contagie algún familiar o algún ser querido. Eso sí, la vacuna ha reducido a la mitad el miedo a morir por coronavirus. El 23,4% de los españoles reconoce que durante la pandemia ha sentido "mucho o bastante miedo", cifra que rebaja a menos de la mitad el porcentaje que en noviembre sentía lo mismo, y que entonces era del 58,4%.
Un 18,8 por ciento tiene 'mucho miedo o está muy preocupado' con la posibilidad de contagiarse, el 25,2 por ciento está 'bastante', el 27,1 afirma estar 'algo' preocupado, por el contrario un 15,4 afirma estar ''poco' o 'nada' el 13,1%.; mientras que a morir debido al coronavirus, un 11,3 por ciento esta 'mucho', un 12,1% 'bastante', y un 15,6% algo. Los que más preocupa es que pueda morir o contagiarse algún familiar o amigo, así en ambos casos para el 82 por ciento de la población esta situación les produce mucho, bastante o algo de miedo.
Tres de cada cuatro (75%) manifiesta desde 'mucho' a 'algo' su miedo a que se siga propagando el coronavirus; por el contrario, uno de cada cuatro (28,6%) no tiene miedo o le preocupa poco que la sociedad ya no vuelva a ser la misma de antes, y un poco menos (25,1%) tampoco le preocupa nada o poco que la pandemia se conviertan en parte de nuestra vida. Mientras, un 81 por ciento teme en alguna medida no poder ver a familiares o amigos.
El miedo a perder el trabajo o los ingresos afecta al 79 por ciento y al 57 por ciento, respectivamente; a que algún familiar o algún ser querido pierda el trabajo preocupa de algún modo al 76,7 por ciento de la población.
El estudio, que ha contado con la dirección científica de expertos como el Catedrático de la UNED, Bonifacio Sandín, especializado en Personalidad, evaluación y tratamientos psicológicos, y el psiquiatra, psicoterapeuta y profesor de Psicopatología de la UNED, José Luis Pedreira, basado en más de 3.000 entrevistas y realizado del 19 al 25 de febrero, también incluye preguntas relacionadas con el comportamiento de los menores y problemas físicos.
El CIS pregunta por los síntomas o dolores que han padecido durante la pandemia. Sentirse cansado o con pocas energías es referido por el 51,9 por ciento de los encuestados, le sigue la falta de sueño (41,9%), dolores de cabeza 38,7%), dolor de espalda (37,9%); dolor en sus brazos, piernas o articulaciones -rodillas, caderas, etc.- (33,1%), palpitaciones o sentir el corazón acelerado (22,7%); estreñimiento, ir suelto de vientre o diarrea (21,8%); dolor de estómago (20,5%); náuseas, gases o indigestión (19,9%); falta de respiración (17,3%); dolor torácico (15,3%); mareos (12,7%) Dolor o problemas durante sus relaciones sexuales (3%) y desmayos (2,5%).
El 60% se preocupa más por la salud
Dos de cada tres se afirma que desde que comenzó la pandemia de la COVID-19 se preocupa más por su salud; el 48,6 por ciento tiene miedo a tener una enfermedad grave; y el 68,9 por ciento a contagiarse de la Covid-19 o a que lo haga algún familiar cercano. Llama la atención que de los encuestados un 11,5 por ciento afirmó que ya se había contagiado.
Desde que comenzó la pandemia de la COVID-19 el 15,8 por ciento ha tenido alguna vez uno o más ataques de ansiedad o pánico por la situación; de ellos, el 71,7 por ciento teme que estos ataques tengan consecuencias para su salud, y el 66 por ciento teme que se repitan. De hecho, el 66,7 por ciento evitar ir a ciertos sitios o evitar hacer algunas cosas para no tener nuevos ataques, cambiando las rutinas que se los provocan.
Además, seis de cada diez afirma sentirse mal por tener poco interés o placer en hacer cosas - un 12,4% se siente así muchos días y el 33,1% algunos días-, mientras un 37 por ciento no se ha sentido así en todo el año. Sobre el 55 por ciento se ha sentido o se siente decaído, deprimido o sin esperanza y, en proporción muy parecida, ervioso, ansioso o muy alterado, mientras que el 44 por ciento nunca se ha sentido así en el último año por la pandemia. Finalmente, incapaz de parar o controlar las preocupaciones es un pensamiento muchos días para el 6,1 por ciento de la población y algo frecuente para el 23,7 por ciento, por contra el 61,6 nueva sentirse así.
Nuevamente, como en cada barómetro mensual, el CIS vuelve a pregunta por el nivel de preocupación ante la situación actual de la pandemia de la COVID-19. Un 79 por ciento afirma estás 'muy preocupado o 'bastante preocupado', mientras el 17,3 por ciento señala estar algo preocupado y un 3,5 por ciento 'nada o casi nada' preocupado.
Casi uno de cada días (9%) admitió tener confirmada la Covid con una PCR o cualquier otra prueba o diagnóstico médico, de estos el 10 por ciento fue hospitalizado. Del total de los encuestados el 3,6 por ciento ha perdido a alguien por coronavirus.
Psicofármacos
Hasta el 6,4 por ciento de la población reconoce que en el último año, desde el comienzo de la pandemia hasta ahora, ha necesitado ayuda de un profesional debido a algún problema psicológico, y hasta el 5,8 por ciento afirma que le han prescrito algún psicofármaco para afrontar esos problemas.
Respecto a cuál fue o fueron los problemas más mencionados que les llevaron a acudir al psicólogo o psiquiatra durante la pandemia, el 43,7 por ciento de los que buscaron ayuda hizo referencia a un trastorno ansioso, el 35,5 por ciento a un trastorno depresivo y un 5,1 por ciento a un trastorno de conducta.
En cuanto a qué psicofármaco se les prescribió, al 58,7 por ciento se les recetaron ansiolíticos -lorazepam, valium, clonazepam, lexatin-; antidepresivos -fluoxetina, sertralina, escitalopram- (41,3%), reguladores del sueño (21,2%) y calmantes o antipsicóticos (risperidona, quetiapina) (3,9%), sobre todo.
Respecto a cuánto tiempo han estado tomando el tratamiento, el 77 por ciento afirma que aún lo mantiene; un 68,7 por ciento lleva más de tres meses con el tratamiento o lo ha tomado más de ese tiempo, el 15,6 por ciento lo tomó entre 1 meses y 2 semanas y el 14 por ciento 2 semanas.
De los que han tomado alguna medicación durante la pandemia pero ya no la toman, el 52,5 por ciento afirma que la dejó de tomar porque se encontraba mejor y se la retiró el médico; un 25 por ciento se la retiró él mismo al verse mejor; un 10 por ciento la dejó por los efectos secundarios y, en la misma proporción, hay quien la dejó para no tener dependencia.
Asimismo, un 4,7 por ciento señala que a algún miembro de la familia con la que convive le han prescrito algún psicofármaco por presentar algún síntoma mental desde el inicio de la pandemia.
Antes de la pandemia, un 17,5 por ciento afirmar que fue tratado por algún psicólogo o psiquiatra debido, sobre todo, a trastorno depresivo (39% de los que han acudido), trastorno ansioso (33,1%) y trastorno de conducta (5,7%). Antes de la aparición de la pandemia, por sus problema psicológicos, un 8,8 por ciento consumía alguna medicación, sobre todo antidepresivos el 53,7 por ciento de ellos, ansiolíticos el 47,8 por ciento de ellos; reguladores del sueño (19,9%) y calmantes o antipsicóticos el 6,6 por ciento.
Por otro lado, de los encuestados, el 35 por ciento afirmó tener alguna enfermedad crónica no relacionada con la Covid-19 y hasta uno de cada cuatro afirmó convivir con alguna personas afectad por una enfermedad crónica. En ambos casos la enfermedad más mencionada fue la enfermedad cardiovascular, seguida prácticamente en el mismo orden en ambos casos de la enfermedad respiratoria, diabetes, enfermedad traumatológica, cáncer, demencia (Alzheimer, Parkinson, etc.) y enfermedad autoinmune.