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Las personas adultas que continúan formándose y acudiendo a clases tienen menos posibilidades de desarrollar demencia. Esta es la principal conclusión de un estudio que han llevado a cabo un grupo de investigadores del Instituto de Desarrollo, Envejecimiento y Cáncer de la Universidad de Tohoku, en Sendai (Japón).
"Aquí demostramos que las personas que reciben clases de educación para adultos tienen menos riesgo de desarrollar demencia cinco años después", ha afirmado el primer autor del estudio, Hikaru Takeuchi.
"La educación de adultos se asocia asimismo a una mejor conservación del razonamiento no verbal con el aumento de la edad", ha añadido el primer autor de este estudio que ha sido publicado en Frontiers in Aging Neuroscience.
Takeuchi y su coautor, Ryuta Kawashima, profesor del mismo instituto, analizaron los datos del Biobanco del Reino Unido, que contiene información genética, sanitaria y médica de aproximadamente medio millón de voluntarios británicos, de los cuales 282.421 participantes fueron analizados para este estudio.
Estos se habían inscrito entre 2006 y 2010, cuando tenían entre 40 y 69 años. Por término medio, se les había hecho un seguimiento de siete años en el momento del presente estudio.
En función de su genotipo en 133 polimorfismos de lugar único (SNP) relevantes en su ADN, los participantes recibieron una 'puntuación de riesgo poligénico' predictiva individual para la demencia. Los participantes declararon si habían asistido a algún curso de educación de adultos, sin especificar la frecuencia, la asignatura o el nivel académico.
En este sentido, los autores se centraron en los datos de la visita de inscripción y la tercera visita de evaluación, entre 2014 y 2018. En esas visitas, los participantes recibieron una batería de pruebas psicológicas y cognitivas, por ejemplo de inteligencia fluida, memoria visoespacial y tiempo de reacción.
Asimismo, El 1,1% de los participantes de la muestra desarrollaron demencia durante la ventana temporal del estudio.
Takeuchi y Kawashima demostraron que los participantes que tomaban parte en la educación de adultos en el momento de la inscripción tenían un 19 por ciento menos de riesgo de desarrollar demencia que los participantes que no lo hacían. Esto es válido tanto para las personas caucásicas como para las de otras etnias.
Es importante destacar que los resultados fueron similares cuando se excluyeron los participantes con antecedentes de diabetes, hiperlipidemia, enfermedades cardiovasculares, cáncer o enfermedades mentales. Esto significa que el menor riesgo observado no se debió exclusivamente a que los participantes con demencia incipiente se vieran impedidos de seguir la educación de adultos por los síntomas de estas comorbilidades conocidas.
Los resultados también mostraron que los participantes que tomaron parte en clases de educación de adultos mantuvieron su inteligencia fluida y su rendimiento en razonamiento no verbal mejor que sus compañeros que no lo hicieron. Sin embargo, la educación de adultos no afectó a la conservación de la memoria visoespacial ni al tiempo de reacción.
"Una posibilidad es que participar en actividades intelectuales tenga resultados positivos sobre el sistema nervioso, lo que a su vez podría prevenir la demencia. Pero el nuestro es un estudio longitudinal observacional, por lo que si existe una relación causal directa entre la educación de adultos y un menor riesgo de demencia, podría ser en cualquier dirección", ha explicado Kawashima.
Takeuchi ha propuesto que se realice un ensayo clínico aleatorizado para probar cualquier efecto protector de la educación de adultos.
"Esto podría adoptar la forma de un ensayo controlado en el que se animara a un grupo de participantes a participar en una clase de educación de adultos, mientras que al otro se le animara a participar en una intervención de control con una interacción social equivalente, pero sin educación", ha finalizado Takeuchi.