Como cada 28 de junio desde 1969 se celebra el día del Orgullo LGTBI+. Un momento para reivindicar la libertad de querer sin miedo, sin importar el sexo, para acabar con los prejuicios y los estigmas que durante tantos años han rodeado a las personas que forman parte del colectivo, que incluso a día de hoy, siguen estando callados y no se atreven a decir en voz alta a quién quieren, por miedo a la reacción de su entorno y de la sociedad.
Del silencio y de vivir ocultando quién eres realmente, saben mucho los mayores LGTBI+, que tuvieron que crecer en una sociedad donde ser homosexual fue considerado delito hasta el 26 de diciembre de 1978, cuando se modificó la Ley 16/1970 sobre Peligrosidad y Rehabilitación (anteriormente conocida como la Ley de Vagos y Maleantes). Una fecha tan importante, que es la que Federico Armenteros decidió utilizar para dar nombre a su fundación de mayores LGTBI, todo un referente en Madrid y en el resto de España.
Desde 2010, la Fundación 26 de Diciembre no ha parado de luchar por dar a los mayores del colectivo el espacio que se merecen, y de crear entre sus cuatro paredes, un lugar seguro, donde todos puedan expresarse con libertad. Y como no podía ser de otra manera, Armenteros y su Fundación se suman un año más a las reivindicaciones del Orgullo, con una petición muy clara: “Queremos que salga la ley estatal ya. Después de tantos años de represión y de estar presentes en el sistema penitenciario y en el Código Penal, conseguir que seamos ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho, y que se tenga en cuenta lo diversos que somos, es lo que más vamos a reivindicar”, nos cuenta a 65YMÁS.
Pero este no es el único deseo de la Fundación, y la apertura de la primera residencia LGTBI, también se encuentra entre sus peticiones: “Ya está terminada, y solo nos queda conseguir el concierto para que sea pública”, explica Armenteros. El centro, que se encuentra en el barrio madrileño de Villaverde, tiene cuatro plantas, más de 3.000 metros cuadrados y contará con 66 plazas.
Sin embargo, su apertura no está siendo nada fácil: “Los problemas que hemos tenido sobre todo han sido económicos. Conseguir los fondos para su apertura nos ha costado, de hecho llevamos ya tres años. Además, con la inflación vamos a tener que buscar más fondos, y eso es lo que estamos intentando para que la residencia sea una realidad visible”, explica Armenteros.
Federico Armenteros
“En la ley estatal sólo hay una parte donde se especifica que ‘se procurará la atención a los mayores vulnerables’, y eso es un brindis al sol. Debería poner con en la ley de la Comunidad de Madrid que ayudamos a elaborar en 2016: tiene la obligación de dar recursos residenciales a las personas mayores vulnerables”, opina.
“Queremos que el colectivo mayor LGTBI+ se encuentre seguro, y sepa que hay espacios de tranquilidad, y de respeto, y seguros para ellos. Y así no se queden en casa, y estén en una situación de soledad, porque todavía queda mucha vida”, asegura el presidente de la Fundación.
Y es que a día de hoy, los mayores del colectivo tienen que convivir en las residencias o centros de día, con las generaciones que por la situación social de la época, crecieron creyendo que solo había una única forma de querer: “No hemos sido educados para convivir. Esas generaciones nos han apartado, nos han dicho que somos perversos, pederastas, que corrompemos a la personas que está a nuestro lado… Hemos vivido con esto, tanto los de un lado, como los del otro. “No se ha hecho todavía un trabajo de inclusión o de conocernos”, lamenta Armenteros.
“Hemos vivido en mundos enfrentados. No nos han enseñado a convivir, pero tampoco es tarde para sensibilizar y poner en valor al mayor diverso”, comenta.
Los mayores LGTBI+ dentro del colectivo
"Mayores sin armarios. ¡Historia, lucha y memoria! Por una Ley LGTBI+ estatal”, fue lema del Orgullo en el año 2019, pero sin embargo, y al igual que ocurre en el resto de la sociedad, los mayores siguen siendo invisibles: “Estamos trabajando por cambiarlo, pero por ejemplo la ILGA, que es la asociación donde nos unimos todas las asociaciones del mundo, no tiene una secretaria de mayores, tampoco la de España, y mira que llevamos doce años diciéndoselo, pero hay otros problemas que son más prioritarios”, explica Armenteros.
De hecho, el presidente de la Fundación recuerda cómo incluso, en 2019, los mayores solo fueron los protagonistas del lema: “Ni siquiera nos dejaron ser los primeros en las carrozas y abrir la manifestación por ser el año del mayor”, lamenta.
“Además, la manifestación tampoco está pensada para los mayores al tratarse de un momento de mucho calor. Debería hacerse en lugares protegidos, y dejar de ponernos siempre a la mitad de la manifestación porque te deshidratas”, denuncia Armenteros.
Al rechazo de su generación, los mayores también sufren el olvido dentro del propio colectivo, a pesar de que fueron ellos los que empezaron a abrir el camino: “Seguimos luchando por sensibilizar, y por que se den cuenta de que el ser mayor nos va a tocar a todo el mundo. Nos tenemos que preparar para ser mayores, porque ellos también van a serlo, y eso es lo que nosotros estamos intentando: primero ‘barrer dentro’, para luego ‘barrer fuera’”, explica Armenteros.
No sentirse valorado “en tu propia casa” es un sentimiento muy difícil de experimentar, aunque el presidente asegura que no todas las asociaciones y organizaciones LGTBI+ son así: “Hay personas que nos apoyan, pero no somos los primeros. El claro ejemplo es que somos los únicos que estamos peleando por una residencia especializada, y no contamos con ningún apoyo específico”.
Y es que los mayores LGTBI+ siguen teniéndolo muy difícil en una sociedad, que si antes les discriminaba por su orientación sexual o identidad de género, ahora también lo hace por su edad: “Vivimos en una sociedad muy edadista donde nos discriminan por ser mayores. Tenemos que intentar esa intergeneracionalidad que nos enriquece a todo el mundo, el saber que todas las generaciones son importantes, porque todas se necesitan, y si no estuvieran unas u otras, no puedes pasar de perfil en este tema. Y sin embargo, no hay interés”, asegura Armenteros.
La situación actual del colectivo LGTBI+ en nuestro país no es nada fácil, y a pesar de los avances, los fantasmas del pasado están muy presentes hoy en día. Armenteros cree, que además de luchar contra ese tipo de discursos, el propio colectivo tiene que plantearse un cambio con sus mayores: “No solo tenemos que centrarnos en la defensa hacia fuera, sino también en el cuidado hacia dentro, y poder conocernos mejor, y ser un colectivo de verdad, no solo el día del Orgullo, sino todos los días”, afirma el presidente.
Las historias que no se han contando
Los mayores han sido el colectivo más afectado por la pandemia, y en la Fundación también han vivido en primera persona los efectos del coronavirus: “Además de la retrasar la apertura de la residencia, estamos detectado un incremento de enfermedades como el cáncer, que no han sido atendidos, deterioros cognitivos o enfermedades neurodegenerativas. Pero no solo en el colectivo LGTBI+, sino en los mayores en general”, asegura Armenteros.
“También estamos viendo como a muchos mayores la soledad les ha machacado. Personas que han decidido suicidarse, por miedo a estar solos, por la angustia de no saber cómo vivir sin nadie. Los mayores necesitamos mayor apoyo, más sensibilidad, y sobre todo, sentirnos parte importante de algo”, opina.
Porque si todos los mayores necesitan y se merecen sentirse escuchados, más todavía los que forman parte del colectivo, cuyas historias siguen ocultas y son desconocidas para la mayoría de la sociedad: “Nos dejan siempre al margen. Nunca nos han intentado incluir. Queremos sentir que nuestra vida es importante, que se interesen por nuestra historia, que nos pregunten por cómo nos enamoramos. De los afectos nunca se habla. No nos preguntan de cómo tuvimos que sufrir por no poder expresarnos, por no poder presentar a la persona que queríamos, por como nos apartaron, y nos decían que éramos monstruos”, reflexiona Armenteros.
Para que todas estas historias puedan ser contadas y no caigan en el olvido, la Fundación 26 de Diciembre está recogiendo los testimonios de los mayores LGTBI+: “Para que también nos demos cuenta de cómo la sociedad nos ha roto, porque somos unas generaciones rotas”, lamenta su presidente.
Una generación que, a pesar de ser ser consciente de la evolución de la sociedad, no se atreve a expresar libremente sus verdaderos sentimientos: “Claro que tienen miedo, y además piensan ‘¿qué gano yo diciéndolo ahora?’”, reflexiona Armenteros. “Pero eso es lo que tú piensas, la realidad es distinta. Eres tú el que te pones estas trabas, porque cuando lo dices la gente te dice ‘pues muy bien, ¿y?’. Las personas mayores se van dando cuenta de que cuando nos conocemos, los comentarios acerca de quién te gusta o quién no, son los mismos que tendrías hablando con cualquiera, igual que hacen los heteros”, cree Armenteros.
Lamentablemente, sentir la libertad de expresarte sin miedo es una sensación que no todos los mayores llegarán a experimentar, pero tal vez, los mayores que formen el colectivo del mañana si puedan hacerlo si las cosas cambian: “Hay una necesidad de educación sexual tremenda. Nosotros hemos tenido una sexualidad represora, desde el pecado, y ahora cuando por ejemplo, dos mujeres o dos hombres se juntan y sienten afecto, no tienen a nadie que les diga que este sentimiento es normal, que los afectos no tienen sexo”, explica el presidente.
Los mayores LGTBI+ no lo han tenido nunca fácil. Crecieron en una época donde se vieron obligados a ocultar quiénes eran por miedo a las consecuencias. Ellos empezaron el camino del cambio, y gracias a ellos, las generaciones siguientes lo han tenido un poco más fácil. Su lucha, es la lucha de todos los miembros del colectivo y del resto de la sociedad que abraza sin temor la diversidad. Aunque algunos prefieren seguir en silencio, muchos otros no están dispuestos a esconderse más, y seguirán luchando por todos los que un día serán mayores LGTBI+: “Seguimos vivos y seguiremos siendo visibles, le pese a quién le pese”.
Sobre el autor:
Laura Moro
Laura Moro es graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, y está especializada en temas de salud y género. Su trayectoria profesional comenzó en Onda Cero Talavera.