La Fundación Luz Casanova es una entidad sin ánimo de lucro, promovida por las Apostólicas del Corazón de Jesús, que trabajan por el desarrollo personal y la inclusión social de personas en situación de desprotección y exclusión. Trabajan con dos colectivos, personas sin hogar y mujeres víctimas de violencia de género con especial atención a las mayores. Comenzaron se andadura en un tiempo de grandes desigualdades sociales. Luz Casanova supo ver en 1924, las necesidades de los barrios de Madrid y creó mediante una importante red de voluntarias y voluntarios la Obra Social, que ha sabido dar respuesta a las necesidades de cada momento y cuyo trabajo continúa hasta nuestros días. Este trabajo es hoy complementado y potenciado por la Fundación Luz Casanova, creada en 2007 para que tras un proceso de transición recoja, y amplie el trabajo de la Obra Social. En la actualidad, se está en este periodo y por tanto ambas instituciones comparten identidad y estilos de trabajo.
PREGUNTA: ¿En qué difiere la problemática de las mujeres jóvenes víctimas de violencia y la de las mujeres mayores?
RESPUESTA: La violencia que sufren las mujeres mayores cumple muchas características homólogas a las que se dan en las mujeres jóvenes. La desigualdad estructural que vivimos en la sociedad causa una asimetría de poder entre hombres y mujeres que se da en todas las edades y se trasmite de generación en generación a través del aprendizaje de estereotipos y roles de género, que a día de hoy siguen promoviendo la sumisión de la mujer. Ahora bien, las mujeres mayores que viven situaciones de violencia, en su mayoría, mantienen o han mantenido una relación con el agresor de entre 30 y 60 años. En este sentido, las consecuencias de la violencia generan un impacto mayor a nivel psicológico, pero también físico mediante trastornos que no pueden explicarse a través de cambios orgánicos y por tanto por la edad y el envejecimiento (depresiones, ansiedad o fibromialgias entre otras). Además, el contexto histórico y sociocultural en el que han crecido y se han desarrollado como mujeres ha generado, en muchas de ellas, creencias y valores en torno a un rol de mujer relegado al papel de cuidadora, esposa y madre, donde la entrega a los demás forma parte, en muchos casos, de un elemento de la propia identidad. Muchas de las mujeres mayores que comienzan a tomar conciencia de las vivencias asociadas a la violencia se enfrentan además, con dificultades añadidas a la hora de romper con la situación de violencia: desde la falta de apoyo de su entorno, a la desconfianza en los recursos existentes y la justicia.
P.: ¿Conocen las mujeres mayores las ayudas y herramientas de las que disponen para salir de una situación de maltrato?
R.: Desde la experiencia del trabajo diario con mujeres mayores supervivientes, algunas de ellas son conscientes de que existen recursos para mujeres que viven situaciones de violencia de género, pero, al mismo tiempo, no se identifican como víctimas, sino que ven el maltrato como algo "habitual" y "normal" a su época y contexto. En la Investigación La violencia de género en la pareja o en la ex pareja de mujeres mayores 60 años realizada por la Universidad Pontificia de Comillas en el año 2017, el 25% no conocía servicios de ayuda ni sabía qué hacer en caso de ser maltratada (muestra de 830 mujeres en la Comunidad de Madrid), si bien el 40% de las mujeres encuestadas conoce a otras mujeres víctimas de malos tratos. Un 15% no había oído hablar de la Ley de Violencia de Género.
P.: ¿Se proteje suficientemente a las mujeres mayores que sufren violencia de género?
R.: Los recursos actuales para mujeres víctimas de violencia de género, fruto de la aplicación de la legislación de los últimos años, no ha tenido en cuenta, hasta el día de hoy, las necesidades específicas de las mujeres mayores que viven situaciones de violencia. Por una parte, no existen campañas de sensibilización o información dirigidas expresamente a ellas y esto hace que desconozcan sus derechos y recursos, y no se sientan identificadas con las mujeres que aparecen normalmente en ellas. Por otra, un ejemplo claro tiene que ver con cómo las mujeres mayores de 65 años que necesitan salir del domicilio por el riesgo que conlleva seguir viviendo con su agresor, tienen acceso a Centros de Emergencia (temporales, de entre 2 y 3 meses) y, sin embargo, en caso de considerarse necesaria una vivienda de protección posterior no acceden a Casas de Acogida o Pisos Tutelados de media y larga estancia. En estos casos, pueden acceder de forma prioritaria a residencias de personas mayores, si bien éstas, no disponen de las medidas de protección necesarias ni son espacios adecuados a su situación y necesidades.
P.: En las estadísticas del Ministerio de la Presidencia figuran, a 4 de noviembre, dos víctimas mortales por violencia de género en mujeres de 61 a 70 años y una entre las mujeres 71 a 84. De las mujeres de 85 y más no hay datos. Pero, ¿por qué no hay datos de violencia contra mujeres mayores como si a ellas no se las maltratase?
R.: Son muchas las variables que dificultan el hecho de tener datos claros sobre la incidencia de la violencia de género en general y de las mujeres mayores en particular. Desde que se comenzaron a registrar datos los criterios de recogida han ido variado a lo largo de los años (por ejemplo, los rangos de edad no se han mantenido), lo que impide conocer si la violencia aumenta, disminuye y/o el impacto que tiene. Además, existe una falta conciencia social de la magnitud del problema y de las características específicas de la violencia de género a esa edad. En 2017, el 15.5 % de las víctimas mortales por Violencia de Género tenían más de 65 años. El mayor aumento del número de víctimas respecto al año anterior se dio entre las mujeres de 75 y más años 14,6%. Sin embargo, tan solo el 13,3% de las mujeres de esta franja de edad decidieron denunciar. La denuncia es la asignatura pendiente en violencia de género, y en el caso de las mujeres mayores el problema se agrava. Igualmente, los asesinatos son el extremo de la violencia contra las mujeres; hay muchas mujeres que viven situaciones de violencia sexual, psicológica, económica, instrumental o física y que nunca han verbalizado la situación que viven o han vivido.
P.: ¿Las mujeres mayores y educadas en el machismo lo callan todo?
R.: De nuestro trabajo en el programa 'Hazte visible, hazme visible' identificamos que muchas de las mujeres mayores tienden a justificar muchas de las conductas del agresor por la importancia que ha tenido y tiene para ellas "el secreto". Es decir, en muchas ocasiones la justificación del maltrato es una cuestión de lealtad, por el papel que ocupan ellas en la familia, que deben mantener a pesar de todo y a través del sacrificio personal ("es lo que me ha tocado, tengo que aguantar"). Muchas de ellas, siguen con concepciones al estilo de "los trapos sucios se lavan en casa", asociadas a la idea de que visibilizar o nombrar la vivencia de violencia puede conllevar mayor estigma por parte del entorno y familia, así como aislamiento. Muchas mujeres, tuvieron en el pasado la valentía de intentar contarlo esperando una respuesta que nunca llegó, por parte de las autoridades, y teniendo en cuenta que antes de 2004 no había ley contra la violencia de género. La respuesta que encontraban iba desde minimizar el hecho ("no es para tanto") hasta culpabilizarlas ("algo habrás
hecho"). Todo esto provocaba mayor vergüenza y culpa sobre sus vivencias y hace también, que a día de hoy, a pesar de los avances legales y el reconocimiento social de la violencia de género como un problema social, genere sentimientos de desconfianza en ellas por las vivencias previas.
P.: ¿Cómo logran sobrellevarlo?
R.: La mayoría de las mujeres mayores con las que trabajamos nos han demostrado su capacidad de resiliencia, sus fortalezas y habilidades para sobrellevar muchas situaciones a lo largo de su vida. A pesar del daño que les ha producido una relación de maltrato tan duradera, las mujeres mayores son fuertes, valientes, sabias, emprendedoras, son supervivientes. A demás de sus fortalezas individuales, los espacios donde se juntan con otras mujeres, donde se sienten seguras y en confianza para hablar de su historia de violencia, sus emociones, y sus necesidades son claves en el acompañamiento para sobrellevar esta situación de violencia en su día a día. Las mujeres, cuando se juntan, generan redes de apoyo que van más allá del hecho de compartir espacio y tiempo. Se escuchan, entienden y se dan apoyo emocional. Por eso desde 'Hazte visible, hazme visible', damos mucha importancia al trabajo grupal psico- socio-educativo, a demás de dar espacios de atención individual tanto psicológica como social.
P.: ¿Hay muchas mujeres mayores que viven con la idea que les han inculcado desde pequeñas sobre que pertenecen a su marido y deben respetarlo pase lo que pase porque el matrimonio es para siempre y esa es su obligación?
R.: Todas las mujeres nacidas antes de los años 50 han sido educadas durante la dictadura franquista donde lacreencias religiosas marcaban un papel de la mujer muy concreto: mujer, madre, esposa, sumisa primero a su padre y luego a su marido. Ellas mismas nos han dicho que se han sentido "esclavas" toda la vida.. Las ideas y mensajes como "el matrimonio es para toda la vida" han sido reforzados por parte de su entorno, entendiendo que pasara lo que pasara tenían que mantenerse en la relación. Muchas de las mujeres crecieron durante la dictadura, que promovía el papel secundario de la mujer en la sociedad. Además, la iglesia ha fomentado la resignación, la paciencia y el apaciguamiento en la mujer.
P.: ¿Hay datos sobre cuántas mujeres mayores denuncian su situación?
R.: En el Estudio sobre el tiempo que tardan las mujeres víctimas de violencia de género en verbalizar su situación realizado por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, se ha visto que existe una correlación entre la variable edad de la víctima y el tiempo que tarda en dar el paso para pedir ayuda y/o denunciar: las mujeres más jóvenes tardan menos tiempo en tomar la decisión de salir del círculo de la violencia de género. El estudio muestra que las mujeres de menos de 35 años son las que reaccionan antes. Por el contrario, las mujeres mayores de 65 años son las que más tiempo han empleado en tomar esta decisión.