Paula Buedo
Sociedad
Los mayores prefieren seguir utilizando la mascarilla en el transporte público
A pesar de la nueva norma, las aglomeraciones despiertan inseguridad
Después de tres años de llevarlas en todos nuestros viajes en el transporte público, la mascarilla ya ha dejado de ser obligatoria. Este complemento ya no era necesario en la mayoría de lugares cerrados ni en la calle, pero se mantenía en el transporte y en espacios como residencias u hospitales.
Desde el 8 de febrero, una nueva norma ha entrado en vigor y parece hacer más real el final de la pandemia: ya no es necesario llevarla en metro, tren ni autobús. Sin embargo, no todo el mundo tiene pensado quitársela aún. Los mayores han sido uno de los colectivos más duramente golpeados por el covid y muchos todavía se sienten inseguros en espacios cerrados con grandes aglomeraciones de gente como el transporte.
La mayoría optará por seguir llevándola
Desde 65YMÁS hemos querido conocer la opinión de algunos mayores sobre el uso de la mascarilla ahora que ya no es imperativa. La mayoría siguen preocupados y consideran que sigue habiendo riesgo de contagio.
Algunas personas, como Ana María (72 años), son la excepción. Ya se ha estrenado sin mascarilla en el transporte y señala que no hay que obsesionarse. “No me preocupa”, asegura, y se muestra confiada.
Ángel, a sus 84 años, la lleva en el bolsillo y decide si ponérsela o no según la cantidad de gente que haya en el autobús: “si veo que va mucha gente me la pongo”. Hasta ahora, mientras ha sido obligatoria, siempre la ha usado, pero considera que la situación ha mejorado mucho y, si puede guardar cierta distancia, ya no se siente inseguro.
No obstante, muchos otros señalan el riesgo que suponen los espacios cerrados poco ventilados en los que se concentran muchas personas. Así lo cuenta Rosa María, de 72 años. Ella seguirá usándola porque cree que “todavía es un poco pronto”.
María Ángeles (68 años) coincide con ella. Nos cuenta que todavía tiene miedo de contagiarse en sitios tan cerrados como el metro. “No solamente en el metro, sino en lugares cerrados me la pongo siempre”, cuenta por otro lado Manuel, de 85 años. La seguridad es la principal causa detrás de su decisión.
Utilidad más allá del covid
El covid no es el único virus que preocupa a los usuarios del transporte. Pilar (59 años) y Pedro (67) destacan que la mascarilla protege contra las gripes y otras enfermedades también comunes. “Está comprobado que cuando vamos hablando nos contagiamos de lo que tenga la otra persona”, explica Pilar. Esto les motiva a seguir usándola aunque ya no estén obligados.
La eliminación de la obligatoriedad de la mascarilla en el transporte ya era una realidad en muchos países de Europa. España se une a esta lista, aunque todavía la mantiene para algunos lugares. Las ópticas y centros auditivos han salido de la lista junto a trenes, metros y autobuses, pero se mantiene en centros y servicios sanitarios, como farmacias, centros de salud u hospitales. Las personas que trabajen en residencias y otros centros sociosanitarios también deben seguir utilizándola, obligación que también tendrán los visitantes.