Paula Buedo
Sociedad
Los mejores termómetros, según la OCU
Estas son las diferencias de todos los tipos que hay en el mercado
El termómetro es un básico indispensable en los botiquines de todas las casas. En ese pequeño espacio destinado a las cajitas de medicamentos apiladas, no puede faltar este medidor de temperatura al que recurrir cuando el cuerpo nos manda señales de malestar.
Sin embargo, la evolución e innovación tecnológica no ha pasado de largo de este pequeño utensilio. Por eso, ahora podemos encontrar una gran diversidad de tipos en el mercado. Esto puede llegar a confundirnos y hacernos dudar a la hora de comprar uno nuevo.
Cada modelo de termómetro tiene unas características que lo hacen más indicado para cubrir unas necesidades u otras. En función a esto, la OCU aconseja escoger un tipo u otro. Estas son las diferencias.
Una opción fiable y fácil de usar
Normalmente, se utiliza un termómetro cuando el malestar corporal nos advierte de que algo no va bien. La fiebre es un síntoma de otras enfermedades y, cuando llega, necesitamos poder detectarla con un dispositivo rápido y que sea sencillo de utilizar.
Estas son las características que la OCU atribuye a los termómetros digitales de contacto tras probar 18 dispositivos diferentes. Son un modelo muy habitual que cuenta con un sensor en el extremo de la punta y una pequeña pantalla donde se lee la temperatura.
Se han demostrado precisos, rápidos, resistentes y fáciles de usar, por lo que son los más recomendados. Además, su precio es muy asequible: puedes encontrarlo por unos 6 euros de media, aunque los más baratos rondan los 3 euros.
Los infrarrojos, menos fiables y más caros
Después de la pandemia, los termómetros sin contacto han proliferado. Eran la opción ideal para medir la temperatura rápidamente de muchos individuos en distintos espacios y, además, permitían hacerlo sin entrar en contacto con ellos, lo que garantizaba la distancia de seguridad necesaria para reducir la expansión del virus.
Su funcionamiento es sencillo: se coloca el dispositivo a la altura de la frente y la pantalla ofrece la temperatura de inmediato. No es necesaria la pequeña espera de uno de contacto.
Esta tecnología es más cara y, no obstante, es menos precisa. Su función está encaminada a medir temperaturas de grandes grupos, pero, si se detecta fiebre, sería necesario confirmarla con uno de contacto.
También pueden encontrarse modelos de infrarrojos que miden la temperatura del tímpano a través de los oídos. Estos son más precisos, pero hay que tener más cuidado con la posición en la que se utilizan: deben alinearse bien con un oído limpio. La OCU los recomienda para niños muy pequeños.
Este clásico modelo ya no se fabrica
El pequeño cilindro de cristal con un líquido espeso dentro ha acompañado a muchas personas durante largos años. Se trata del tradicional termómetro de mercurio, cuya fabricación se prohibió hace más de diez años, en 2009.
El motivo por el que desapareció de los mercados y de la mayoría de botiquines es, precisamente, ese líquido que ayudaba a medir la temperatura. El mercurio es un elemento altamente tóxico que supone un importante peligro si sale de ese cristal que lo contiene.
En caso de que todavía se conserve uno y te quieras deshacer de él, no debes tirarlo a la basura. Llévalo al punto limpio más cercano para evitar contaminaciones indeseadas.
Si, por el contrario, se rompe en tu casa, no toques el líquido sin la protección de unos guantes. Recógelo en un recipiente cerrado no metálico utilizando papel o cinta adhesiva y lleva el líquido, aunque sea poco, al punto limpio. Deshazte de los guantes también.
De ocurrir esta situación, es importante recordar que no hay que usar productos de limpieza. Tampoco limpies utilizando escoba ni aspiradora.
Los termómetros de mercurio no deben confundirse con los de galio. Este tipo, que sigue en el mercado y resulta igual de fiable, no presenta los niveles de toxicidad del anterior. Sin embargo, toma varios minutos obtener la medición, lo que puede ser un problema si se utiliza con niños.