La pandemia nos ha llevado hasta unos límites sociales que hoy nos parecen no solo normales sino también, y con toda la razón, imprescindibles. Nadie en su sano juicio hubiese imaginado a principios de este funesto bisiesto de 2020, ni en sus peores sueños, que terminaríamos llevando mascarillas a todas horas, lavándonos las manos como posesos, guardando un par de metros de distancia en cualquier cola, confinándonos e incluso auto confinándonos y sí, nosotros, españoles, sin besarnos, abrazarnos y volvernos a abrazar... Pero así es ha sido, así es y así deberá seguir siendo durante un tiempo.
De todo lo que ha cambiado, quizás a nosotros, necesitados siempre del contacto de los más nuestros, lo que nos haya dolido sobremanera es tener que dejar ese beso, ese achuchón, que todos echamos tan en falta. Pero atención, corremos el peligro de que no se trate de algo imprescindible e impuesto por las circunstancias durante un tiempo, no, corremos el riesgo de asimilarlo hasta tal punto que termine por convertirse en un estilo de vida. Ese miedo irracional a tocar y que te toquen tiene un nombre, hafefobia.
Los problemas no terminarán con el fin de la pandemia
"Básicamente la hafefobia se define como un miedo exagerado a que te toquen y a tocar a los demás", nos explica Sara Montejano, psicóloga sanitaria, máster en psicopatología y salud, experta en terapia cognitivo conductual y fundadora de PsicoGlobal.
Sin duda es un problema grave que la psicología define como "el miedo irracional y desmesurado al contacto físico con los demás, ya sea porque los demás nos toquen o porque nosotros toquemos a los demás", aseguran en Psicoglobal, antes de puntualizar que "este miedo a pesar de que ha existido antes de la pandemia, es ahora por el miedo al contagio cuando más se está manifestando".
La pandemia de covid-19 no solo está teniendo un tan tremendo como triste impacto desde el punto de vista sanitario y en nuestro sistema de salud, lógicamente también está influyendo en cada uno de nosotros en mayor o menor medida, según el coronavirus haya impactado en nuestras vidas, porque, ya nadie lo duda, la pandemia está potenciando los trastornos psicológicos.
"Todo se ha disparado un poco las fobias sociales, hipocóndrias, miedo a la muerte, agorafobias, síndromes de la cabaña, misofobia o miedo a la contaminación por gérmenes o hafefobia", nos dice la doctora Montejano que además adelanta que los problemas no se acabarán cuando se termine la pandemia porque "después llegarán los estrés postraumáticos, hipocóndrias, secuelas a modo de dudas existenciales como preguntarse qué sentido tiene la vida porque un día estás aquí y mañana ya no estas... al final, no podemos obviar que está siendo un impacto muy duro, para unos más y para otros menos, pero duro para todos"
"Nos hemos convertido en amenazas"
"La hafefobia no es un problema habitual, es una fobia rara", explica Sara Montejano que no obstante ha detectado que están aumentando los casos debido a la pandemia porque "constantemente nos recuerdan que mantengamos la distancia de seguridad, que no toquemos a nadie, que puedes contagiarte y contagiar... al final nos hemos convertido, en cierta forma, en amenazas, yo para los demás y los demás para mí".
"El problema es que hay gente que lleva las medidas de seguridad hasta el extremo y han pasado de tener prudencia a desarrollar miedo", aclara Monejano antes de puntualizar que ella "está tratando este problema entre la gente joven, pero las personas más vulnerables, respecto a la pandemia, son los mayores y entiendo que lo están desarrollando más porque a muchos no les queda más remedio que estar en contacto con los demás ya que una persona mayor puede tener un cierto grado de dependencia, desde que tengan que darle la medicación hasta que haya que darle de comer. Ellos son los más vulnerables y además, a algunos, no les queda más remedio que tener ese contacto".
"Por eso creo que las personas mayores pueden desarrollar más este tipo de fobia, y al igual que ellos, los niños más pequeños que están aprendiendo a socializar con sus iguales y de repente se encuentran con que no pueden besar, deben tener cuidado con los abuelos... y al final, se les está enviando el mensaje de que eso es peligroso. Por eso entiendo que también los más pequeños desarrollarán hafefobia", concluye la fundadora de Psicoglobal.
Un miedo irracional
Pero, ¿qué es la hafefobia? Ni más ni menos que un miedo irracional y persistente a ser tocados o tocar a los demás que genera un tremendo sufrimiento en quien lo padece. Quienes lo sufren tienen un miedo cerval a todas aquellas situaciones, que en nuestra sociedades mediterráneas no son pocas, en las que el contacto físico forma parte de la interacción.
Algo, hasta hace no tanto, tan cotidiano como dar la mano, dos besos o abrazar a otro, genera a quien padece hafefobia una ansiedad tal que puede llevarle al absoluto rechazo de personas que gozan de todo su cariño y confianza, aunque sean amigos o familiares íntimos.
El problema es de tal magnitud que, en casos extremos, pueden llevar a quien lo padece a llegar a buscar el aislamiento total de todos los demás, del resto del mundo, se trate de quien se trate y por muy unidos que hasta ahora se encontrasen.
Síntomas
Como todas las fobias, explica la psicóloga, la hafefobia presenta síntomas que son "desde el punto de vista fisiológico, sensación de ahogo, nerviosismo, sudoración, temblores...".
"Desde el punto de vista cognitivo -continúa Sara Montejano- se tienen pensamientos catastróficos, de peligro, de posibilidad de contagiar y de ser contagiados, pensamientos de muerte...".
Y por último, la experta nos dice que también existe un síntoma desde el punto de vista de la conducta, se trata de "la evitación del estímulo o escape que, en casos extremos, se traduce en que no se tiene contacto con nadie. Lo peor es cuando se enfrentan a situaciones en las que es imprescindible que alguien te toque, como cuando se va al dentista porque duele una muela y por evitarlo simplemente no se acude a esa consulta".
De hecho, nos asegura, esta fobia puede llegar incluso al aislamiento, "porque en este caso, con la pandemia, la gente se percibe y percibe a los demás como un vehículo de transmisión y se decide no ir a ver a la familia, no salir con los amigos, no ir a sitios donde haya gente... Sí, realmente ha gente que se está aislando y esto puede llegar a convertirse en un hábito".
Tratamiento
Pero afortunadamente, la hafefobia tiene tratamiento. "Como en todas las fobias, la terapia tiene que trabajar con los tres síntomas de los que ya hemos hablado. Hay que tratar esa hiperactivación del sistema nervioso a través de estrategias de relajación, meditación... con el objetivo de modular la hiperactivación".
Pero esto no es lo unció, también "hay que trabajar mucho con los pensamientos catastróficos intentando aportar objetividad para transformarlos en pensamientos realistas".
Y por último, y "fundamental", es necesaria "la exposición al objeto temido, la exposición al otro, conseguir que el paciente se acerque poco a poco a los demás. No se puede empezar por darle un abrazo, pero sí por tocarle un dedo, es decir, acercarse lentamente al objeto fóbico".
Pero la gran pregunta es si llegará el fin de la hafefobia con el final de la pandemia. "Como estamos en esta situación tan excepcional en la que todos debemos adoptar las medidas necesarias para evitar el contagio, entiendo que habrá personas que hayan desarrollado este miedo, pero que cuando todo se normalice, también ellos volverán a la normalidad, primero con miedo y reticencia, pero volverán a su vida normal abrazando y tocando sin problema. Sin embargo, habrá otras personas que no lo hagan porque han desarrollado la fobia y esta se ha instaurado y no tiene más remedio que someterse a terapia para poder controlarlo. Para mucha gente no va a haber una corrección espontánea", concluye Sara Montejano.