Sobrevivir a un infarto sin secuelas en un pequeño pueblo aislado de la España vaciada resulta cada vez más complejo.
Para que haya una mayor probabilidad de que todo vaya bien –además de tener en cuenta el estado de salud del paciente–, se tienen que dar una serie de factores externos que, por desgracia, no siempre concurren en estos lugares.
Es necesario estar en una zona con buena cobertura y, preferiblemente, acompañado de alguien que pueda dar la voz de alarma. Se debe contar, a ser posible, con un médico cerca, formado en emergencias, que pueda atender en los primeros momentos. Y es importante que haya ambulancias o helicópteros disponibles en ese momento y que las condiciones meteorológicas sean buenas. A todo esto, se debe sumar, en muchos casos, más de media hora de carretera y quizá algún traslado suplementario, puesto que no todos los hospitales tienen unidades específicas para intervenciones complejas.
En definitiva, sufrir un problema de salud "tiempo-dependiente", es decir, en el que cada minuto cuenta, en una zona despoblada y aislada, puede ser mucho más peligroso que en una gran urbe, debido al factor distancia y a la falta de recursos materiales y humanos.
Concretamente, contrastan los tiempos de actuación de los servicios de emergencias en Madrid, con unos 7 minutos de media, frente a los 20 a 40 minutos en las zonas rurales más aisladas del país, unos plazos, que siguen estando dentro de los mínimos para que la vida del paciente no corra peligro, pero que puede ser peligroso sobrepasar y, a veces, ocurre.
Basta con poner un ejemplo concreto para entender por qué padecer un infarto en la España vaciada puede convertirse en una verdadera odisea.
Recientemente, el Diario de Burgos se hizo eco de un caso paradigmático sucedido en Carrias, un municipio de la provincia de apenas una veintena de habitantes.
Según informaba dicho periódico, un hombre de 74 años habría vivido toda una peripecia para conseguir ayuda médica tras sufrir un 'microinfarto'.
En concreto, la falta de cobertura en la zona habría obligado a los familiares, que se encontraron al paciente inconsciente, a desplazarse a las afueras de la localidad, e incluso subir al monte, para buscar un lugar con mejor conexión donde realizar la llamada de auxilio.
Después, a los 20 minutos, habría llegado un helicóptero y una ambulancia en la cual lograron reanimarle y le llevaron a un hospital de la capital de provincia donde, por suerte, pudo recuperarse.
Los minutos son oro
Ahora bien, estas historias no siempre tienen por qué tener un final feliz. Según el presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (@SEMES_) en Castilla y León, José Ramón Casal, la tasa de supervivencia a un evento de este tipo puede ser inferior en función del tiempo de reacción. De esta manera, en zonas más aisladas, el riesgo tendería a ser mayor.
“Si tenemos a un paciente que sufre un infarto o un ictus a una hora, existe un peligro superior de secuelas o de que la cosa vaya mal”, afirma. “Aunque llegue una UVI y un médico, al final, se están sumando minutos, y son oro", advierte.
Además, puntualiza, en el mundo rural es importante tener en cuenta cuándo sucede el problema y las condiciones climatológicas, puesto que, en ciertas ocasiones, los helicópteros no prestan servicio de noche y tampoco si hay fuertes rachas de viento, por ejemplo. Y a veces, añade, no hay ambulancias disponibles en ese mismo momento.
Toño Palomar, miembro de la plataforma política Soria ¡Ya! (@SoriaYa), diputado en las Cortes de Castilla y León y trabajador de emergencias sanitarias, coincide con Casal en que los tiempos son fundamentales y en que, en ocasiones, terminan dilatándose.
"Una vez que sabes lo que es, se activa un 'código infarto'. Se le administra la correspondiente medicación in situ y se le traslada hasta un punto en el que se le trasfiere a una UVI Móvil, para que sea esta la que realice el traslado hasta el hospital de referencia que en, este caso –el de Soria– es el de Burgos. Ya allí, entra en el quirófano y le hacen su correspondiente cateterismo. Entre la activación, la puesta de medicación, el traslado hasta la UVI y la conducción al hospital, en la mayoría de los casos, transcurren más de dos horas", critica.
Cabe recordar que según los documentos técnicos de la Sociedad Española de Cardiología (@secardiologia), desde que ocurren los hechos hasta que se realiza la intervención en el hospital, deberían pasar 120 minutos como máximo.
Dicha organización ha denunciado asimismo recientemente que en España hay únicamente seis cardiólogos por cada 100.000 habitantes –esenciales para la prevención de infartos e ictus–, y que la mayoría ejerce en grandes ciudades.
Concretamente, en los municipios de menos de 50.000 habitantes, donde vive el 47% de la población, solo trabaja el 6%. Es más, el 95% de los cardiólogos cree que los hospitales comarcales de su provincia tienen dificultad para encontrar especialistas, al no haber incentivos.
Sin embargo, esta alta variabilidad geográfica en la dotación no parece responder a cuestiones de carga de enfermedad e incluso a la propia tasa de defunción.Según se desprende del informe de 2023 de Farmaindustria, Hacia una mejor salud cardiovascular en España, la mortalidad por patologías cardiovasculares es muy superior en regiones más despobladas que en las densamente habitadas –casi el doble entre Asturias (370) y Madrid (170), por ejemplo–. Aun así, esto no significa que tenga que ver directamente con la falta de recursos, aunque sí que puede ser un factor de riesgo más, como lo son el porcentaje de población mayor de 65 años, los problemas de salud preexistentes, los hábitos nocivos e incluso la renta y el sexo, entre otros.
Para José Ramón Casal, presidente de SEMES Castilla y León, todo puede influir, incluso factores como que, "en el rural, la población va menos al médico y no se hacen tantos controles de medicina preventiva como en las ciudades". Eso sí, matiza, es complejo ver qué impacto podrían tener las carencias de medios en esta tasa de mortalidad más alta.
Fuente: informe de 2023 de Farmaindustria, Hacia una mejor salud cardiovascular en España.
"Los avances no han llegado a todos por igual"
“Las emergencias en España han mejorado en los últimos años, ya que antes carecían de recursos. Eso sí, los avances no han llegado a todos por igual. En la España despoblada, los sistemas que se implantan con isocronas, para atender a las patologías tiempo-dependientes en un periodo adecuado, no se cumplen en todas partes. La morbilidad y los efectos secundarios, e incluso la tasa de supervivencia, son menores”, denuncia el presidente de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (@cesm_sindicatos), Tomás Toranzo.
Coincide con Toranzo el presidente de CESM Cantabria, Óscar Pascual, quien achaca estas deficiencias, en parte, a la falta de personal. "La asistencia sanitaria en la España vacía se basa, obviamente, en unos recursos bastante más limitados que en una gran ciudad. Esto, que es lógico y evidente, de la misma manera que la limitación de otro tipo de servicios, supermercados, bancos, cines… no debiera impedir poder garantizar unos servicios mínimos esenciales, y este, y no otro, es el problema actual. La escasez dramática y estructural de médicos de familia en nuestra sanidad por múltiples motivos (precariedad laboral, agendas inviables, pérdida de crédito social…) está generando un serio hándicap a la hora de cubrir determinadas plazas, sobremanera, en el ámbito rural", opina.
Posibles soluciones
Por ello, propone el presidente de SEMES Castilla y León, José Ramón Casal, la solución pasa, en primer lugar, por revertir la falta de recursos tanto humanos como materiales.
El presidente de CESM, Tomás Toranzo, apuesta por "dotar a estos servicios de mayor tecnología” y propone que siempre haya un médico que pueda diagnosticar e intervenir en los primeros momentos. “En algunos sitios se les está intentando suplir –por la falta de medios– con personal de enfermería y la respuesta no es la misma”, señala.
Además, prosigue, se debería desarrollar la asistencia por helicóptero nocturna, no disponible en muchos casos, e instruir a más profesionales de Atención Primaria de pueblos cercanos en atención de emergencias para intervenir cuanto antes.
En opinión del presidente del Ilustre Colegio de Médicos de Teruel, Jesús Ángel Martínez, es prioritario "un plan de Emergencias y, lo segundo, aunque pueda parecer una pérdida de recursos, contar con el suficiente personal para que la España vaciada tenga una asistencia de calidad”.
"Es importante también tener en cuenta el tipo de población, pues es relativamente frecuente encontrarse con personas mayores sin cuidador, con serias carencias, no sólo en su vigilancia, sino en cuanto a la prevención, hábitos saludables, alimentación adecuada, etc. Por ello, es lógico pensar que eso mismo puede suponer un problema serio en el momento de presentar una emergencia. Un problema social, del que no se libran tampoco los grandes núcleos urbanos y al que, como sociedad, deberemos de dar solución más temprano que tarde", apostilla por su lado Óscar Pascual, presidente de CESM Cantabria.
Finalmente, Toño Palomar, de Soria ¡Ya! propone "la puesta en servicio de más medios de transporte sanitario". "Ser pocos no quiere decir que no tengamos los mismos derechos. Una segunda UME y otra UVI Móvil en la provincia de Soria serían fundamentales", indica.
"Pero el medio más rápido, es el aéreo", apostilla. "En Castilla y León tenemos cuatro que están en Salamanca, Astorga (León), Burgos y Valladolid. Como ven, están en las zonas más pobladas, donde más recursos tienen y en los cuales sus hospitales cuentan con prácticamente todas las especialidades y no deben ser derivados a otras provincias. Para nosotros, tiene que ser justo lo contrario. Donde menos recursos tienes, se debería poner un helicóptero medicalizado, para que muchos de esos traslados que se hacen por carretera, se puedan realizar con estos medios aéreos en el menor tiempo posible y en mejores condiciones de seguridad", concluye.
Sobre el autor:
Pablo Recio
Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica.
Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial.