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Sociedad
La gran historia de la Miss Málaga que luchó contra el cáncer y hoy dona su pelo para pelucas
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Lunes 10 de febrero de 2020
ACTUALIZADO : Lunes 10 de febrero de 2020 a las 11:24 H
4 minutos
María Sánchez pasó gran parte de su niñez en un hospital recibiendo 'quimio' y jugando a ser modelo
La de María Sanchez es una historia de superación que invita a ponerse en pie y aplaudir muy lentamente durante mucho, mucho tiempo. Iba a cumplir tres años pero no pudo soplar las velitas porque hubo salir corriendo al hospital. Se le acababa de diagnosticar un tumor maligno en mediastino, la parte tenemos entre los pulmones, entre el esternón y la columna vertebral. No había tiempo que perder.
Aquel fue el primero de muchos cumpleaños que pasó ingresada en el madrileño hospital infantil del Niño Jesús de Madrid. Aún siendo tan pequeña ya tenía clara su vocación de modelo y entre las sesiones de quimioterapia jugaba a desfilar por una imaginaria pasarela con las enfermeras como espectadoras. "Me disfrazaba para ellas, me ponía pañuelos en la cabeza y soñaba con ser modelo" ha declarado a Sur.es Miss Grand Málaga 2018 la bella joven de 27 años ejemplo de entereza y optimismo que dona su cabello a lo ONG 'Mechones solidarios' que con el lema 'Fabricamos sonrisas' recibe donaciones de pelo con las que fabrica pelucas solidarias para personas que pierden el pelo por alguna enfermedad.
"Cuento mi experiencia personal por si con ella puedo ayudar a otros que ahora tengan que hacer frente a esta enfermedad", explica esta madrileña residente en Antequera desde hace dos años donde vive con su marido y desde donde lanza el mensaje de que hay que enfrentarse con la enfermedad de forma positiva y rodeándose "siempre, siempre, siempre de los seres queridos que son imprescindibles en esa lucha. En mi caso fueron mis padres y mi abuela".
María, licenciada en Magisterio de Educación Primaria y tatuadora, además de Miss perdió muy pronto todo su cabello y, confiesa, siempre lució orgullosa su calvicie durante los siete años que tardó en vencer al cáncer. A pesar de su estado asegura que siempre fue una niña feliz porque "no conocía otra realidad. Era la vida que me tocaba vivir y lo hacía contenta. Era una niña muy buena que me sometía a las pruebas, tratamientos o autotrasplante sin rechistar", explica antes de aclarar como sus padres "lo pasaron mal, es lo único que me pesa y me duele al echar la vista atrás, ese sufrimiento suyo del que me mantuvieron al margen. Algunas veces me culpo por ello porque, en realidad, los que lo pasaron peor fueron ellos". Ella lo superó pero varios de los niños que compartían con ella el hospital no lo consiguieron y hoy recuerda como sus padres le decían que "los niños habían recibido el alta. Después me enteré de que no superaron la enfermedad".
También recuerda que "en el colegio me preguntaban, sin maldad, por mi calva. Sin embargo, alguna que otra madre sí que apartó a su hijo o hija de mi lado por miedo a que le contagiara el cáncer. Supongo que era la falta de información, quizás pensaba que el cáncer era contagioso. Mi madre me repetía cuando pasaba algo a así que no hiciera caso y así hacía". Casi no pudo ir al colegio, pero estudiaba en el hospital y durante sus salidas lo hacía en casa con profesores particulares
Hoy, María está muy pendiente de su pelo, pero no por estética. Cada ve que llega a los 30 centímetros lo corta para donarlo Mechones solidarios. Lo ha hecho tres veces y asegura que seguirá haciéndolo. "Yo no usé peluca pero muchos enfermos se sienten mejor con ella", explica esta mujer que continúa intentando abrirse camino en el mundo de la pasarela además de especializarse, en su faceta de tatuadora, en la micropigmentación para la areola mamaria, el tatuaje de pezones que se realiza tras una mastectomía y su posterior reconstrucción porque, asegura "todo se puede superar con optimismo, esfuerzo, trabajo e ilusión. Solo hay que luchar".