"Creo que sería lógico que nuestro país recorriera el modelo de los países nórdicos que han apostado por sistemas de atención domiciliaria que se han demostrado no solamente mucho más eficaces sino más adecuados para proteger tanto el deseo como las condiciones de bienestar de los mayores".
Estas palabras las pronunció este martes el vicepresidente del Gobierno de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias, que, preguntado en rueda de prensa por el papel de la empresa privada en el sector de las residencias de mayores, indicó que le parecería oportuno, tras la crisis del coronavirus, revisar el modelo e ir hacia un sistema de atención a los mayores parecido al de los países escandinavos. Pero, ¿en qué consiste este modelo?, ¿es viable en España?, ¿qué cambios se deberían realizar?, ¿cuánto cuesta? o ¿qué papel tiene lo público?
65Ymás ha contactado con dos expertos en la materia, la gerontóloga Mayte Sancho y el director de inforesidencias.com (@Inforesidencias), Josep de Martí, que han estudiado con detalle la atención a los dependientes en los países nórdicos y ambos coinciden en que para llegar a este modelo habría que revisar completamente el actual, comenzando por la cantidad de dinero que el Estado destina por plaza y usuario -muy inferior en España- y pasando también por la propia concepción de los edificios, para convertirlos en "lugares de convivencia".
El modelo nórdico
Lo primero que destacan los expertos es que este modelo lleva aplicándose en países como Suecia o Dinamarca mucho tiempo y se ha ido perfeccionando con el paso de los años. "Estos estados tienen una tradición pública desde los años 60. Ya a finales de los 70, empezaron a plantearse el cambio del modelo institucional de los grandes asilos, en paralelo con la revisión de las instituciones de salud mental, donde comenzaron a salir escándalos respecto al trato. Así que en los 80 y 90 prohibieron seguir construyendo residencias grandes y se defendió el derecho de los individuos a vivir en su domicilio, por lo que las grandes residencias se modularon", cuenta la gerontóloga Mayte Sancho.
Por ello, actualmente los centros residenciales en esos países se dividen en módulos de convivencia de menos de 20 personas, con unas características arquitectónicas muy particulares: "el diseño es doméstico y hay espacios comunes para comer y lugares de intimidad, es decir, habitaciones individuales de unos 30 metros cuadrados". "Se cuida mucho que sea hogareño y el espacio está amueblado como la persona quiere", apunta. Lo único que suele poner la residencia por defecto, comenta, es "una cama articulada y baño adaptado", aunque depende del centro.
Método de trabajo
"Cuando organizas la vida con 12 personas es diferente que con 200. Tienen autonomía de gestión y personal que es fijo, sin rotación. Toda la vida se hace en torno a un pequeño grupo y la atención se basa en la personalización", explica.
Por esta razón, ejemplifica, "se trabaja en actividades regladas no tanto pseudoterapéuticas, sino con sentido". Es decir, las dinámicas con los mayores se adaptan a cada uno de ellos según sus gustos y preferencias.
Para lograr tal fin, aparte de tener un personal muy formado, estos países se caracterizan por poner a disposición del dependiente una alta ratio de trabajadores. "Es muy común que en Suecia o en Dinamarca haya tantos empleados como residentes. En España, trabaja una persona a tiempo completo por cada 2 usuarios, contando a todos", sostiene el director de inforesidencias.com, Josep de Martí.
Y la mayoría de los empleados suelen ser auxiliares de enfermería o enfermeros y, en algunos casos, cuentan con servicios médicos de apoyo, pero externos a este área de convivencia, señala. Todo el resto de la atención sanitaria se da fuera del sistema residencial.
¿Quién lo paga?
Pero, si algo es determinante en el modelo nórdico es la gran inversión que se hace para poder dar estos servicios. De esta manera, la orquilla de precios que se paga por una plaza al día estaría entre los 120 y 200 euros para Suecia, según un artículo de inforesidencias.com. Unas cifras que contrastan con los 60 euros que se paga de media por plaza y día en nuestro país. "El problema es que en España hemos apostado por un modelo que da una calidad buena ajustada a lo que pagamos. Siempre hemos apostado por un modelo barato", reconoce De Martí.
"No hemos querido pagar más y, al final, se ha hecho con una ratio de 0,5 y sabiendo que una gerocultora va a ganar 1.000 euros al mes, cuando eso no es bueno, debería ganar 1.500, como mínimo. Pero, para que ganen más, alguien tienen que pagar", apunta. Y añade: "Si esperan tener el modelo sueco por 1.700 euros que paga la Comunidad de Madrid por plaza no es posible. Tendríamos que pagar 2.600 o 2.700 euros al mes y pensar que habría que demoler algunas residencias y volverlas a construir".
Y, para ello, la participación del Estado es primordial, al menos en el modelo nórdico, donde la administración paga parte de esas cantidades y se dividen los costes en tres conceptos, según explica De Martí: el alquiler de la habitación en la residencia, que abona el residente; el paquete de cuidados, que el estado financia casi en su totalidad y los servicios médicos externos, que en algunos países nórdicos deben pagarse en parte, mientras que en España son universales y gratuitos.
Residencias en Suecia.
"Son países que garantizan la financiación pública. También pagan muchos impuestos. Son estados en los que hay un sistema democrático profundamente consolidado. Cuando ha habido cambios políticos se han realizado retoques sobre el sistema, pero nunca se ha llevado a cabo una dilapidación del modelo público. La gente no se va a quedar en la calle prácticamente nunca, pero hay varias modalidades muy basadas en lo local, en la gestión a través de asociaciones y una participación escasa de lo estrictamente privado, del mercado", apunta por su parte la gerontóloga Mayte Sancho.
Con todo, el Estado convive con la iniciativa privada, apunta el director de inforesidencias.com. "En Suecia hay una parte importante de las residencias que son privadas financiadas por la administración. Han apostado por un modelo que se llama free choice (libre elección). Hay una gran cooperación público privada", apunta.
Como apunte, en 2009, el 15% de las residencias los gestionaba la iniciativa privada en Suecia, según información aportada por el portal inforesidencias.com y, en 2013, el 24% de los servicios de ayuda a domicilio dependían de empresas en ese mismo país. Mientras, en España, más del 70% de los centros lo gestiona el sector privado actualmente. Aun así, los modelos escandinavos han ido incorporando cada vez más gestión privada, por lo que los porcentajes actuales pueden ser superiores.
Modelo nórdico, sin fondos
Finalmente, cabe destacar también, que, por ahora, esta reconversión de modelo no ha empezado con buen pie, puesto que la misma semana que el vicepresidente ha anunciado que se implementarán cambios en el futuro que vayan hacia este sistema escandinavo, el propio Gobierno ha señalado que no destinará los 1.000 millones de euros que prometió íntegros para Servicios Sociales dentro del fondo extraordinario no reembolsable de 16.000 millones para las comunidades autónomas, según denuncia la Asociación de directores y gerentes de Servicios Sociales.
"Habrá dinero para los tres pilares del Bienestar (sanidad 9.000 M€, Educación 2.000M€, Rentas (IMV) 3.000M€) y para el cuarto pilar que son los servicios sociales, y que atienden a seis millones de personas usuarias y antes de final de año atenderá a más de diez millones, lo que determinen las consejerías de hacienda de las comunidades del fondo común que se transfiere", han criticado en un comunicado.