Gran Canaria; Mazarrón, en Murcia; o Ciudad Real… son algunas de los puntos que han sido noticia en los últimos días por muertes por ola de calor. Saltan a los titulares, porque se trataba de personas jóvenes con buena salud. Pero más allá de estos casos, el calor mata a muchas otras personas y el mayor impacto se produce entre quienes tienen más edad.
Este año, se estima que ya han muerto 3.705 personas por la temperatura extrema –tanto alta como baja–, el 95% mayores de 65 años –3.571–.
Y en concreto, si nos centramos sólo en el calor excesivo, desde el pasado día 1 de junio, 1.919 personas habrían fallecido debido a esta causa, de las que 1.814 corresponderían a mayores de 65 años, según los datos del Informe del Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo), del Instituto de Salud Carlos III. Una cifra, que ya supera los datos del conjunto de los años anteriores a la pandemia.
Normalmente, estos fallecimientos están asociados a la comorbilidad, la combinación de enfermedades, que se ven descompensadas por el calor.
Por ello, los expertos urgen mayor ambición en los planes para mitigar los efectos del calor excesivo. Porque el cambio climático está dibujando ya, cada año, veranos más extremos.
Las cifras advierten de otro año con mortalidad récord
Metidos aún en el mes de agosto es pronto para sacar conclusiones, pero los expertos muestran ya, sin ambages, su alarma. “Todo apunta a que este año será parecido al 2022”, advierte Daniel López Acuña, epidemiólogo y ex director de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la OMS. El año pasado fue especialmente letal.
“En lo que va del 2023 se han registrado alrededor de 276.000 defunciones que nos sitúan en niveles semejantes de mortalidad al 2022 y hay ya más de 3.000 defunciones atribuibles a la temperatura”, apunta López Acuña.
“Ahora mismo es difícil hacer este análisis, porque la Covid ha trastocado todos los datos” y estadísticas, asegura Pascual Piñera, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias, (Semes).
“Las cifras correspondientes a 2023 son un tanto engañosas porque se comparan con promedios altos que incluyen los tres últimos años” coincide López Acuña. “En rigor, habría que comparar con periodos pre pandémicos para tener una comparación que fuese informativa y significativa”. Si lo hacemos, vemos que, hasta el 15 de agosto, las temperaturas ya han matado a más personas en el conjunto de los años previos a la pandemia: el 2019 y el 2018. “Antes de la pandemia ya ocurría”, asegura Piñera. “Los meses de verano, al igual que los meses más duros del invierno, son letales para las personas mayores”.
Otros estudios presentan cifras más alarmantes. Según ‘Mortalidad relacionada con el calor en Europa durante el verano de 2022’, publicado en la revista Nature Medicine y firmado por varios investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) ligado al Hospital Clinic y la Universitat Pompeu Fabra, el verano del año pasado fue el más cálido en toda Europa desde, al menos,1880. En toda Europa, el calor extremo está detrás de 61.672 muertes prematuras, un 41% más de fallecimientos atribuidcos a las altas temperaturas que en los últimos veranos, según un estudio publicado en la revista Nature Medicine. En España, el estudio atribuye al calor 11.324 muertes. Este estudio entiende por mortalidad prematura atribuible al calor, los fallecimientos que no se hubieran producido si la temperatura se hubiera quedado dentro de un rango óptimo para la estación.
Brecha de género en mortalidad por calor
A la brecha salarial, brecha en las pensiones, y en otros ámbitos, hay que sumar una más: la brecha de la mortalidad por calor. Las mujeres, y especialmente las mujeres mayores, mueren más por calor que los hombres. Según el estudio publicado en Nature Medicine la mayor comorbilidad de las personas mayores centra la mortalidad entre los sénior. Pero, además, el estudio revela que existe un 56% más de decesos relacionados con el calor en mujeres que en hombres.
“Cuando se producen situaciones de emergencia, las personas de edad corren un riesgo especial”, explica López Acuña. Pero, además, “las mujeres mayores corren un mayor riesgo que los hombres, porque con mayor frecuencia son viudas y viven solas, y también debido a las desventajas de género que tienden a acumularse a lo largo de la vida”. Menores pensiones, menores recursos…
Suben las hospitalizaciones
“La evidencia muestra que las personas de edad a menudo son pasadas por alto en los sistemas de respuesta de emergencia, lo que agrava sus vulnerabilidades y empeora su capacidad para responder y adaptarse a los desastres”, como pueden ser el calor extremo, explica López Acuña. “Las temperaturas extremas y los picos de calor genera problemas” explica Pascual Piñera. “Agudiza las patologías de base de los mayores y eso trae consigo un repunte de la mortalidad”.
Este año se observa también un repunte de las visitas a urgencias y de las hospitalizaciones. “El cuadro es pacientes pluripatologicos y polimedicados que, como consecuencia del calor, se descompensan de su patología de base. Se descompensan de su insuficiencia cardiaca, de su proceso neurológico ode su proceso respiratorio y por ese motivo acuden a urgencias. Muchas veces acuden con una deshidratación importante y, sobre todo, con agudizaciones de su propia enfermedad” explica Piñera.
Calor y Covid
Además, las urgencias de los hospitales españoles se están encontrando con un cuadro que se repite este verano: personas mayores con deshidratación por calor que, además, dan positivo en covid.
El coronavirus debilita a esas personas mayores con cuadros de deshidratación por calor y con sus enfermedades crónicas descompensadas. En muchos casos, requieren ingreso, ya no en las UCIS, sino en planta convencional.
Los expertos piden mayor ambición al Gobierno
Desde el pasado día 15 de mayo, está activo el Plan Nacional de Acciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperaturas sobre la Salud, que se extenderá hasta el próximo 30 de septiembre. Su objetivo es prevenir y mitigar los efectos negativos que el calor excesivo puede tener sobre la salud de los ciudadanos, en especial en los grupos más vulnerables, como las personas mayores.
En virtud de este plan, se emiten alertas diarias con los niveles de riesgo sanitario (los avisos rojo, naranja o amarillo por temperaturas máximas). Además, el Ministerio de Sanidad y la Agencia Estatal de Meteorología han elaborado un decálogo de recomendaciones para proteger a la población de los daños por exceso de calor.
Pero todos los expertos urgen una mayor ambición porque el calor extremo va a ser cada vez más habitual. Los autores del estudio publicado en la revista Nature Medicine piden a los gobiernos europeos aumentar “la ambición y la efectividad de los planes de prevención y adaptación al calor con urgencia”. “Nuestros resultados requieren una reevaluación y fortalecimiento de las plataformas existentes de vigilancia del calor, planes de prevención y estrategias de adaptación a largo plazo”, concluye el artículo.
También desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) piden que los sistemas sanitarios y de atención pública estén mejor preparados para el cambio climático. Porque el calor no va a remitir.
“El cambio climático es una problemática más que va a alterar una serie de patologías, y como cualquier otra requiere que se hagan previsiones y abordarlo”, asegura Gabriel del Pozo, secretario general de la Confederación estatal de Sindicatos Médicos (CESM). “El sistema sanitario tendría que ser autosuficiente -en cuanto al número de profesionales- en cualquier época del año, con plantillas suficientemente bien dimensionadas. Y esto es lo que la Administración no se ha preocupado por resolver.”
“Las lecciones aprendidas de las olas de calor que se experimentaron en muchos países europeos en 2003 han servido de base para las estrategias de preparación de muchos de los países afectados. Esta ola de calor subrayó la necesidad de desarrollar y aplicar para reducir la mortalidad entre las personas de edad”, explica López Acuña. Como ejemplo, después de aquel año, “el Gobierno de Francia anunció la financiación de hasta el 40% de los gastos de los acondicionadores de aire para las habitaciones de las residencias”.
Algunos expertos piden medidas similares aquí. “Para personas mayores pluripatológicas, quizá es necesario que se subvencione este tipo de cosas: aires acondicionados portátiles, ventiladores… lo que necesiten” dice Pascual Piñera. “Hace falta reforzar el sistema sanitario, hace falta un plan nacional de salud y pacto por la salud. Pero sobre todo tenemos que empezar a concienciar a todo el mundo de lo que supone el calor, de que cada vez va a ser cada vez mayor, y de que hay que cuidar a los mayores de forma muy especial”.
Cierres de camas “intolerables”
La Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) denuncia como intolerable los cierres de camas en verano. Se justifican por la menor demanda asistencial, especialmente en territorios donde la población disminuye en verano. Sin embargo, desde la Federación recuerdan que las olas de calor incrementan notablemente” esa demanda. Además, “las zonas costeras y algunas poblaciones del interior ven incrementada notablemente su población en este periodo veraniego”.
“Estamos como todos los veranos”, asegura Gabriel del Pozo. “Según las zonas hay una sobrecarga de usuarios con la misma cantidad de profesionales o incluso disminución de estos por vacaciones, y en otras como en hospitales donde disminuye la población, se cierran camas”. “Consideramos excesivo el porcentaje de camas que se cierra, que en ningún caso debería de superar el 10% de las camas, y en las zonas receptoras de población debería estar por debajo del 5%”, advierten desde FADSP.
“La relación entre la falta de profesionales y la mortalidad de la población se podría resumir en que resulta evidente que hay una peor atención sanitaria cuando disminuye el número de profesionales o cuando estos están sobrecargados, saturados. Es decir, cuando el paciente debe esperar largo tiempo para unas pruebas diagnósticas y un posterior tratamiento”, añade.
Ciudades calientes y olas de calor: cóctel explosivo
Existe un fuerte vínculo entre el sobrecalentamiento urbano, olas de calor, y número de fallecimientos. Es una de las conclusiones de la investigación ‘La tendencia de la mortalidad relacionada con el calor en España’ incluida en la publicación ‘Sobrecalentamiento urbano: mitigación del calor y el impacto en la salud’.
En España se da un cóctel explosivo: una de las esperanzas de vida más altas del mundo, alta densidad urbana en las ciudades y una incidencia importante de las olas de calor en verano. A esto se suma que el parque inmobiliario español presenta problemas de sobrecalentamiento, por su antigüedad. “La mitad de los edificios se construyeron antes de 1980”, señala el estudio.
“La rápida urbanización, el aumento y el envejecimiento de la población, combinados con el incremento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos, presentan graves desafíos mundiales para el futuro próximo", apunta una de sus autoras, la profesora del Departamento de Ingeniería de la Universidad Pública de Navarra, Laura Carlosena.
La OMS ha pedido a los gobiernos que diseñen planos de temperatura de las ciudades. ‘Mapas urbanos de calor’ para ayudar a los ciudadanos a conocer qué zonas son las más y menos sofocantes o peligrosas durante los episodios de altas temperaturas. "Esos mapas ayudarían a reducir las víctimas de las olas de calor, no sólo entre las personas que no tienen capacidad para costearse sistemas de aire acondicionado, sino entre los trabajadores más expuestos a las altas temperaturas", indica María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS.
Las ciudades se sobrecalientan y los expertos urgen una mayor planificación. Algunas soluciones pasan por fachadas verdes, zonas de sombra, más arbolado, cubiertas reflectantes de techo frío, entre otras. “La infraestructura verde mejora el clima urbano y el confort térmico”. Sin embargo, “las zonas verdes en España son insuficientes”, apunta el citado estudio.
La Agencia Estatal de Salud Pública, en el limbo
El parón legislativo tras las elecciones adelantadas del 23J dejó varias iniciativas en el aire, entre ellas la Ley por la que se crea la Agencia Estatal de Salud Pública, que se estaba tramitando de urgencia en la Cámara Baja. Todas estas iniciativas formaban parte de una reforma en profundidad de la salud pública tras la pandemia de Covid-19 que el Gobierno presentó hace ya dos años, como parte del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
Además de la Agencia, esta reforma también contemplaba una nueva Estrategia Española de Salud Pública, ya aprobada, y un nuevo Sistema de Vigilancia en Salud Pública, que aún no había llegado al Consejo de Ministros. Ahora, todo queda en el limbo.
Sobre el autor:
Beatriz Torija
Beatriz Torija es periodista y documentalista, especializada en información económica. Lleva 20 años contando la actualidad de la economía y los mercados financieros a través de la radio, la televisión y la prensa escrita. Además, cocina y fotografía.