El motivo por el que los supermercados no tienen ventanas

El supermercado es un lugar donde cada semana, a veces incluso más a menudo, pasamos largos ratos haciendo la compra. Ahora, con la tendencia a la alza de los precios de la alimentación, esta rutina es cada vez más complicada. La cuenta final no deja de subir y, en ocasiones, nos damos cuenta de que esta ha crecido más aún con cosas que, en realidad, no necesitábamos. Pero, ¿por qué ocurre esto?

Quizá ya lo hayas notado alguna vez o, si no, mira a tu alrededor la próxima vez que entres a un supermercado a hacer la compra. Observarás que no hay ventanas y que, sin importar la hora del día, hay una luz artificial constante. Podrías entrar de día y, al salir, sorprenderte de ver el cielo oscuro sin haber percibido cómo caía el sol.

La explicación detrás de este curioso detalle es una estrategia psicológica cuyo objetivo es que compres más. Su lógica es la siguiente: si no tienes conciencia del paso del tiempo, harás tu compra con mayor lentitud. Si, en cambio, entrases al supermercado y vieses cómo va cayendo el sol y empieza a oscurecer, probablemente te darías más prisa en terminar la tarea para volver a casa.

Estrategias para guiar el comportamiento

La ciencia ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo en estudiar la conducta de las personas. Estos descubrimientos se han aprovechado para intentar pensar estrategias que guíen nuestro comportamiento. Por eso, son muy útiles para las empresas, cuyo principal objetivo es convencernos para comprar sus productos.

Los supermercados no escapan a esta lógica, sino todo lo contrario. Están cuidadosamente diseñados para que compres lo máximo posible. Y, según parece, la mayoría funcionan bastante bien: entras con la intención de comprar cuatro productos básicos y, cuando miras la cesta en la caja, ves que la has llenado sin darte cuenta.

La ausencia de ventanas no es la única estrategia psicológica que aprovecha los sesgos cognitivos y los instintos inconscientes. Los colores son muy importantes, así como la elección de qué se coloca a la altura de los ojos en las estanterías.

Otro ejemplo es la distribución de las secciones. Si te fijas, en general, los productos más básicos suelen estar al fondo. Con esto, consiguen que las personas tengan que atravesar toda la tienda y, a medida que recorren otros pasillos, es muy probable que cojan algo más que habían olvidado o, sencillamente, se les ha antojado al verlo.

Dos trucos para evitar comprar sin necesidad

Las estrategias psicológicas no son una ciencia exacta que funcione siempre y con todo el mundo. Aunque la sugestión puede ser potente, hay algunos trucos que restan eficacia a estos diseños.

El primero de ellos es la clásica lista de la compra. Tradicionalmente se ha utilizado un papel, un ticket antiguo o cualquier superficie sobre la que se pudiera escribir. Ahora, con la irrupción de las nuevas tecnologías, mucha gente se ha decidido a utilizar su teléfono móvil, ya sea con el bloc de notas de este o aplicaciones específicas, como Listonic o Bring!, que permiten compartir la lista y hacerla colaborativa entre todos los miembros del hogar.

Si limitas la compra a lo que hayas apuntado, notarás como evitas productos que no necesitabas. La clave está en pensar lo que necesitas lejos de las técnicas sugestivas y ajustarte a ello lo máximo posible.

El segundo consejo consiste en hacer la compra sin compañía. Suele ocurrir que, al ir en grupo, la cuenta final asciende. Además, ir una sola persona es más rápido, por lo que se combate esa estrategia que busca mantenerte dentro el mayor tiempo posible.