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El obispo emérito de Tenerife, monseñor Damián Iguacen, ha fallecido este 24 de noviembre, a los 104 años de edad, en la ciudad de Huesca. Se había convertido en el obispo más longevo del mundo.
Monseñor Iguacen ha fallecido en la residencia Saturnino López Novoa de Huesca, donde residía en los últimos años. Según su lema episcopal, "era el último de todos y el servidor de todos", una persona "trabajadora, sencilla, entrañable, piadosa, con una conversación ágil y siempre con alegría y gozo", le ha calificado el obispo las Diócesis de Huesca y de Jaca, monseñor Julián Ruíz Martorel.
Ruíz Martorel ha resaltado la "sencillez", "humildad", "trabajo" y "ejemplo" en todas las labores que desempeñó en su vida. Según ha glosado, ha sido "una vela que se ha ido apagando poco a poco, pero que deja el ejemplo entre quienes le conocieron". El pasado 11 de octubre cumplió 50 años como obispo habiendo desempeñado su trabajo en Huesca, Barbastro, Teruel-Albarracín y Tenerife.
Damián Iguacen Borau nació el 12 de febrero de 1916 en la localidad zaragozana de Fuencalderas. Cursó estudios en el Seminario de Huesca y la ordenación como sacerdote llegó en 1941. Su primer destino lo tuvo en diversas parroquias de la diócesis oscense. Se le recuerda especialmente en la de San Lorenzo. También se ocupó del vicerrectorado del seminario de esta ciudad y durante un breve periodo de tiempo fue administrador apostólico de Huesca.
En 1970, se le consagró como obispo en la Catedral de Barbastro. Cuatro años después, pasó a dirigir la Diócesis de Teruel y Albarracín y en 1984 se convirtió en prelado de Tenerife, de donde es obispo emérito. También ocupó diversos cargos en la Conferencia Episcopal Española y publicó varios estudios y libros sobre el patrimonio histórico y sobre advocaciones marianas.