Japón, a un paso de entrar en la nueva era de Naruhito, ya es conocido por poseer la mezcla perfecta entre tradición y modernidad. Pero los misterios sobre su longevidad siguen impactando al mundo. Hay que viajar hasta el archipiélago de Okinawa, a medio camino entre Taiwán y el resto del territorio japonés, para encontrar uno de los lugares con mayor esperanza del mundo y con mejor salud.
Con un clima subtropical que proporciona una fértil naturaleza y biodiversidad, sus habitantes destacan por tener un 40% más de probabilidades de vivir más de 100 años que sus compatriotas japoneses. Pero lo extraordinario no es solo eso, sino su excelente estado de salud. Las enfermedades coronarias, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer, principales causas de mortalidad en Occidente, tienen aquí la tasa de frecuencia más baja del mundo.
Por eso no es de extrañar que hayan sido muchos los estudios interesados en conocer cuál es el elixir de su vitalidad. Justo allí, se instaló en 1975 el Okinawa Centenarian Study, financiado por el Ministerio de Salud japonés, pionero en las investigaciones sobre envejecimiento. Todo apunta a que el secreto estaría en una mezcla perfecta entre estilo de vida activo, dieta moderada en calorías y una filosofía existencialista y vital.
Fuente: Ministerio de Interior de Japón
Filosofía Ikigai
En este territorio, pese a haber sido foco de tensiones y conflictos bélicos, impera un modo de vida tranquilo basado en la vida comunitaria y vital, conocido como ‘ikigai’. “Uno de los aprendizajes vitales más importantes de nuestra convivencia en Okinawa fue que sus habitantes estaban siempre ocupados haciendo cosas”, explica Héctor García, autor junto a Francesc Miralles, del libro sobre los secretos centenarios de los japoneses para una vida saludable y feliz, Ikigai (Ed Urano, 2016).
“Nadie estaba realmente jubilado.¡La ciencia nos dice que cuando la gente se retira en Occidente la probabilidad de caer enfermo se eleva!”, cuenta García. Tener un ikigai claro y definido un motivo para existir, una gran pasión, es algo que según sus defensores confiere satisfacción, felicidad y significado a la vida. Tal como defienden los japoneses, todo el mundo tiene uno: algunos lo han encontrado y son conscientes de él, y otros lo llevan dentro pero todavía lo están buscando.
Dinámicas como las labores agrícolas constituyen además una práctica habitual por parte de los mayores, que trabajan en sus huertos hasta edades avanzadas y que podrían contribuir a su longevidad. También la vida comunitaria en la que los ancianos son muy respetados a nivel social y, en muchas ocasiones, objeto de celebraciones públicas. “Pero lo más importante en la vida de todos nosotros es tener un propósito, o varios. El resto es secundario”, afirma el autor catalán, destilando la esencia de la filosofía de esta isla japonesa.
El primer secreto que se filtró como la gran clave de la larga vida de los habitantes de Okinawa fue su dieta variada, baja en calorías, con gran cantidad de verduras y productos del mar (pescado y algas). De ahí, que muchos nutricionistas occidentales comenzasen a apostar por esta combinación rica en vitaminas y minerales, incluidos los antioxidantes y moderada en proteína. Antes de que la comida rápida entrara en las islas, en Okinawa se ingería en promedio un 11% menos de calorías que lo que se considera el consumo normal recomendado para un adulto, según la BBC.
Desde hace décadas, algunos médicos y científicos han argumentado que limitar de manera continua la cantidad de proteínas que consume una persona puede tener muchos beneficios. Y uno de ellos es la desaceleración del proceso de envejecimiento. Pero en opinión de Héctor García, “una de las claves de su dieta es que no abusan y siempre comen hasta estar al 80% llenos”.
La buena suerte genética podría ser otro factor importante. Gracias a la geografía de las islas, las poblaciones de Okinawa han pasado grandes tramos de su historia aisladas, lo que puede haberles dado un perfil genético único. Varios estudios sugieren que esto puede incluir una prevalencia reducida de una variante genética (APOE4), que se vincula con un incremento del riesgo de enfermedades cardíacas y Alzhéimer y mayores posibilidades de tener el gen FOXO3, involucrado en la regulación del metabolismo y el crecimiento celular, según la BBC.
El Okinawa Centerian Study descubrió además que los habitantes de Okinawa tienen menos probabilidades de fumar que el resto de la población y un 97% menos de posibilidades de tener algún tipo de discapacidad. Pero, como el santo grial, no hay una fórmula perfecta, sino que la mayoría de los expertos apuntan a una combinación de varios factores. Ahora, sin embargo, la incorporación de nuevas costumbres amenazan con disminuir el récord de longevidad de la zona, sobre todo entre los más jóvenes.