Encontrar personas mayores LGTBI en el mundo rural es todavía una tarea difícil. Porque si ser gay, lesbiana o transexual hace 50 años durante el Franquismo en las ciudades era complicado, mucho más intensa era la presión social en los pueblos de España, donde todo el mundo se conocía. Por eso muchos de ellos fueron condenados a la invisibilidad en el entorno rural y a lo que se conoce como "sexilio" –la marcha a las ciudades en busca del anonimato–, que ahora comienza a revertirse.
Es el caso de Alfonso Rodríguez Fraile (71 años), que ha vuelto a su pueblo natal, Santoral de Cuellar (Segovia), tras jubilarse. "Yo ya nací homosexual y aquí no podía ser", cuenta. Con 23 años se marchó a trabajar a Bilbao como albañil y allí permaneció durante más de 40 años. "Fue en Madrid, con 15 años cuando vi la luz. Empecé a ver bares de ambiente y comencé a vivir, aunque escondido", cuenta, ya que regía la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social de 1970 que consideraba la homosexualidad como delito.
Imagen de Alfonso, de 71 años habitante de un pueblo de Segovia
Escapadas a la libertad
La represión franquista ejercía su presión, detenciones, torturas e incluso terapias para revertir la homosexualidad. Pero existían espacios de libertad en las grandes ciudades como Madrid y Barcelona o el olvidado Pasaje Begoña en Torremolinos (@PasajeBegona), que aprovechando el boom turístico de los años 60 en la Costa del Sol vivió durante unos años en un limbo de permisión hasta la redada de 1971, comparada con Stonewall, que cumple ahora 50 años. Por allí pasaron artistas nacionales e internacionales como Sara Montiel, John Lennon, Luchino Visconti o Amanda Lear, musa de Salvador Dalí.
"Desde entonces se han conseguido muchos derechos, como el matrimonio homosexual en 2005. Yo volví al pueblo tras muchos años y ahora soy como soy, muy abierto, y espero que me respeten por ello. Pero aún queda camino por recorrer, ya que sigue habiendo ofensas, delitos de odio como el de Barcelona hace unos días", recuerda Alfonso Rodríguez, que ha encontrado comprensión en la asociación Segoentiende (@segoentiende). Por eso, le gustaría haber ido este año al Orgullo de Madrid para visibilizar su lucha y "disfrutar del ambiente", pero no podrá por problemas de movilidad.
Falta de referentes y visibillidad
"La gran diferencia entre el pueblo y la ciudad es cómo lo vives y la visibilidad. Hay mucha población mayor de 60 años que no ha sabido hacerse visible, lo cual no quiere decir que no hayan vivido una vida fuera del armario", sostiene Mané Fernández, Vicepresidente de la Federación estatal de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (@FELGTB). "Otros casos terminaron aceptando la presión social, se casaron, tuvieron hijos y se normalizaron, pero la mayoría no se han visibilizado o no lo han hablado con su entorno".
Es el caso de Jesús Castellanos (58 años), de Alcázar de San Juan, que también ha regresado al pueblo tras pasar más de 20 años entre Madrid y Barcelona. "Mi hermana fue la primera persona con la que tuve confianza para contarle que era gay. Pero en mi familia siempre se dio por supuesto. Nunca salí del armario, incluso teniendo una pareja durante 7 años en Barcelona. Mi madre preguntaba en plural, pero nunca lo hablamos", explica.
Otro de los problemas en la época era la falta de referentes. En este sentido, los mayores del colectivo LGTBI sienten una gran diferencia frente a cómo lo viven los jóvenes del colectivo hoy en día, mucho más conectados por la redes y con más figuras donde verse reflejados. "Para mí las películas de Almodóvar llegaron demasiado tarde. Pasé mi infancia en los 70 y mi adolescencia con falta de pareja, no me gustaba ninguna mujer y no quería ser un bicho raro. Todo eso te lo vas guardando dentro", reconoce. "No tengo ningún trauma, ni he sufrido agresiones en el pueblo, pero sí me he sentido muy solo e incomprendido. Si he pasado de los 25 a los 50 años fuera es por algo", dice Jesús, que apunta a otro de las realidades que caracteriza a los mayores del colectivo LGTBI.
¿Volver al armario a los 60?
La soledad se entremezcla con la sexualidad de los mayores, un tema tabú en general y aún más en el caso de las personas del colectivo LGTBI. "Cuando me preguntan en el pueblo siempre digo que soy gay, pero que ya no ejerzo", reconoce Jesús, de Alcázar de San Juan. Una postura que no comparte el segoviano Alfonso, "yo soy libre y tengo mis cosillas", afirma, "aunque muchas veces fuera del pueblo".
Imagen de Frasquito de 85 años, con miembros de la Asociación Delta (Andalucía).
Desde organizaciones de mayores como Fundación 26Diciembre (@fundacion26D) confirman que este fenómeno ocurre con mucha frecuencia y reivindican una nueva manera de afrontar la vejez, los cuidados y la sexualidad de los mayores LGTBI, comúnmente olvidados por el colectivo. "No queremos volver a los armarios", denuncia Federico Armenteros, presidente de la Fundación 26D, que trabaja en el proyecto de la primera residencia pública para mayores LGTBI de España.
Aunque parezca sorprendente, la Iglesia también ha supuesto "refugio" para muchos mayores LGTBI como es el caso de los andaluces, tal como explica Rafael Gil, de la Asociación Delta de la Sierra de Cádiz. "En un encuentro en Torre-Alháquime, Frasquito (85 años) nos contaba que él encontró su lugar en la Iglesia, donde cuidaba detalles de su campanario, las imágenes de la Virgen..., un rasgo muy común en los hombres gays mayores de las zonas rurales. Pero también destacó que fue muy duro renunciar a su sexualidad y a los afectos", cuenta Gil.
"La soledad se manifiesta especialmente cuando los gay, lesbianas y transexuales llegan a cierta edad, sobre todo en el ámbito rural si carecen de apoyo social, familiar. Es una soledad diferente a la de las ciudades, más incomprendida", opina Uge Sangil del FELGTBI y es especialmente invisible en el caso de lesbianas y trans. Es sumamente difícil encontrar a lesbianas mayores, pero todos vamos hacia ahí. De ahí la importancia de comenzar a cambiar la manera en la que cuidamos a nuestros mayores y movilizarse ya por unas pensiones dignas", afirma.
Orgullo Serrano y memoria
Con el foco en los mayores y la memoria, varias localidades españolas se han incorporado a la celebración del Orgullo rural entre los meses de mayo y julio. Es el caso del Orgullo Serrano en Cádiz, pionero en reivindicar los derechos de la comunidad LGTBI en los pueblos andaluces. Comenzó en el municipio de Arcos de la Frontera, localidad de la artista Manolita Chen, la primera transexual con DNI en España. "Queríamos rendir homenaje a todos los mayores que han protagonizado 50 años de lucha, con un foco central en los feminismos y las personas trans. Hace seis años solo se unió un pueblo y ahora ya somos 19, por lo que consideramos que es necesario recuperar estos espacios. En las ciudades hay muchas asociaciones LGTBI, pero en el mundo rural es todavía un fenómeno emergente", explica Rafael Gil de la Asociación Delta (@AsociacionDelta).
Adrián Gallero, organizador del Festival Agrocuir (@agrocuir) en Ulloa en Galicia confirma el peso de estas asociaciones rurales como muestra de diversidad de identidades y orientación sexual. "Aparte de la LGTBIfobia, hemos tenido que luchar contra la fobia a lo rural", asegura. "Pero si queremos reivindicar la tierra, lo primero que hay que hacer es valorar a el patrimonio cultural de los mayores, custodios de todo el saber de la experiencia y también de la tierra, que sin ellos, puede caer en el olvido".
Así, el manifiesto de la Asociación Plural (@plural_lgtb) de Castilla La Mancha en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) hacía clara referencia a la memoria histórica en la lucha por los derechos LGTBI: "Somos aquellas personas mayores que fueron detenidas, las que no pudieron vivir en libertad porque la represión franquista existente en tiempos grises era tan grande que quizá no hacía falta la detención efectiva ya que el terror imperaba. No daremos ni un paso atrás en la lucha por los derechos conquistados, para vivir en libertad y diversidad".
La Asociación Plural de Alcázar es además uno de los referentes por la lucha de los derechos de este colectivo en el mundo rural y ha iniciado la campaña por la diversidad Yo me quiero aquí con el objetivo de visibilizar al colectivo y reivindicar el derecho a vivir en los pueblos de manera diversa en la España Vaciada.
Sobre el autor:
Marta Jurado
Marta Jurado es periodista especializada en Sociedad, Economía, Cultura, Política y redactora en el diario digital 65Ymás desde sus inicios. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III y en Filología Inglesa por la UNED, ha trabajado en medios de tirada nacional como El Mundo y Público y las revistas Cambio16 y Energía16. Tiene además experiencia en comunicación corporativa de empresas e instituciones como BBVA o INJUVE.