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Los pacientes con alzhéimer son más sensibles a los estímulos musicales que las personas sanas. Esta es una de las primeras conclusiones del proyecto Sensogenoma, que investiga sobre cómo la música influye en nuestros genes y, especialmente, en los de los pacientes con deterioro cognitivo.
Estos primeros resultados se obtienen después de un año del lanzamiento de este proyecto de investigación en septiembre de 2022, que realizan los grupos multidisciplinares GenPoB (Grupo de Genética de Poblaciones en Biomedicina) y GenViP (Grupo de Investigación en Genética, Vacunas y Enfermedades Infecciosas) de la USC y del IDIS, liderados por el catedrático de la USC Antonio Salas y el doctor Federico Martinón, jefe de servicio de Pediatría en el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago.
Para alcanzar estos resultados, el equipo analizó muestras de personas usuarias de la asociación de Alzheimer Agadea, así como de personas sanas, antes y después de un concierto de la Real Filharmonía de Galicia.
Así, estas muestras pudieron ser contrastadas con los genes que están expresados de manera alterada en pacientes con deterioro cognitivo, para lo cual se analizó el transcriptoma de más de 1.200 enfermos con deterioro leve cognitivo y alzhéimer.
Según ha explicado Antonio Salas este martes en la presentación de los resultados, hay miles de genes que se alteran y que, además, "impactan de manera diferencial en los pacientes con alzhéimer y en las personas sin deterioro cognitivo". "Expresan más que las personas sanas, mientras que las personas sanas tienden a dosificar mejor esa expresión genética", ha afirmado Salas.
En esta línea, ha manifestado que "lo más sorprendente es que el estímulo musical propicia que la inmensa mayoría de los genes se expresen en dirección contraria a como se expresan en los enfermos con deterioro cognitivo". "Es intuitivo pensar que este efecto de la música implica un efecto compensatorio en los genes alterados en el alzhéimer, como si se tratase de un efecto terapéutico", ha asegurado.
Estudio preliminar
Con todo, tanto Antonio Salas como Federico Martinón han reconocido que este estudio es "preliminar" y piden "ser cautos". "La ciencia no va a la velocidad que uno desea, sino a la velocidad que se puede", ha recordado Salas.
En este sentido, Martinón ha asegurado que, aunque se puede "especular", todavía es "muy pronto" para saber cuál es la correlación clínica.
"Lo que vemos es que esas rutas que ya pueden estar alteradas, con la sobreexpresión de la música lo hace en la dirección contraria de la enfermedad. Ahora, podemos especular si eso puede tener un efecto terapéutico", ha insistido Martinón.
La coordinadora del proyecto y musicóloga, Laura Navarro, ha señalado también que hay "un falso concepto" de que la faceta en la que más afecta la música tiene que ver con las emociones, puesto que también "afecta a los procesos cognitivos".
Solicitan más recursos
Por otra parte, los investigadores no han querido dejar de lado algo "imprescindible" para que el proyecto siga adelante: los recursos económicos. Por eso, han vuelto a pedir la colaboración de instituciones y de empresas privadas.
Martinón y Salas han asegurado que contactaron con múltiples agencias y con "todas las posibles empresas" que pudiesen estar interesadas. Sin embargo, han lamentado que tuvieron "buenas palabras", pero no recursos.
Por el contrario, sí han querido destacar y agradecer el apoyo de empresas como Gadisa o la asociación Paideia, que permitieron el avance del proyecto.
"Instamos a las empresas gallegas. Estamos abiertos a la colaboración y creemos que es un proyecto emocionante y que la idea de vincular los estímulos musicales a la salud y a la enfermedad y hacerlo de una forma rigurosa creemos que tiene una utilidad y que es complementario. Para investigación hacen falta ideas, pero también recursos", han reivindicado.