Parece que fue ayer, pero han pasado 54 años desde aquella mañana en la que Paco Pastor y Tony Sevilla se conocieron el primer día de clase en el madrileño Instituto Cardenal Cisneros. El primero recaló allí procedente de los Escolapios y Tony llegaba desde Cartagena. “Nos caímos bien inmediatamente y los dos teníamos una pasión común, la música, sobre todo la de los Beatles, aunque también nos gustaban mucho los Shadows y Manfred Man", recuerda Paco.
Tres meses después la amistad de aquellos jóvenes de apenas 15 años se vio reforzada con la de otros dos que, como ellos, estaban locos por la música Santi y Eugenio. Entre todos decidieron formar un conjunto, así se conocía entonces a los grupos y bandas musicales. Habían nacido Los Rostros. “Éramos cuatro chavales llenos de sueños y con tan pocos medios como conocimientos musicales que suplíamos a base de ilusión y muchos ensayos”.
“Ensayamos los fines de semana en el local de la iglesia y amenizamos las reuniones juveniles que organizaba el cura, don Ramiro. Fue don Ramiro quien tuvo mucho que ver con que el grupo saliese adelante porque “no sólo nos dejaba ensayar sino que también nos ayudó a comprar nuestro primer equipo: para conseguirlo hacíamos de todo, vendíamos cajas de galletas Cuétara, recogíamos periódicos con una carretilla que nos dejaba un señor del barrio que se dedicaba a la compra de papel usado y todo lo que se nos ocurría para conseguir un duro”, explica Paco entre risas.
Los Rostros comenzaron a curtirse tocando donde les llamaban o podían hacerlo. “Sobre todo en las fiestas de los pueblos, no sólo animando el baile haciendo versiones de nuestros temas favoritos como Cae la nieve o Aline, sino también yendo a las corridas de toros para tocar mientras se hacía el paseillo y en los cambios de tercio. Aún me parece ver a Tony, el batería, haciendo los redobles”.
Agonizaba 1966 cuando el grupo sufre dos bajas. “Nuestros padres no veían nada bien que nos dedicáramos a la música y nos presionaban constantemente para dejarlo porque, además, las notas no eran demasiado brillantes y Santi y Eugenio se vieron obligados a abandonarnos porque en sus casas les prohibieron seguir tocando”.
Los Rostros, Los Cambios y Fórmula V
Era una situación normal entre los grupos de jóvenes que entonces soñaban con ser músicos. Los mismo les sucedió a un grupo que Los Rostros conocieron en un festival, Los Jíbaros, que también habían registrado dos bajas en sus filas por el mismo motivo. La sintonía entre Los Rostros y Los Jíbaros era total y las necesidades de cubrir sus vacantes comunes, así que a principios de 1967 decidieron unirse. “Y como todo eso suponía cambiar muchas cosas decidimos llamarnos Los Cambios” y así comenzaron a tocar juntos Paco (voz), Tony (batería), Joaquín de la Peña ‘Kino’ (guitarra), José Villar ‘Chefo’ (guitarra) y Mariano Sánz (bajo), el núcleo duro de los futuros Fórmula V.
Ya como Los Cambios, hicieron una audición en el Club Paraninfo, “un local emblemático de Madrid donde habían tocado gente tan importante como el Dúo Dinámico, Los Bravos y hasta el mismísimo Tom Jones, pasamos la prueba y nos contrataron para hacer dos pases de 45 minutos cada día durante los tres meses de las vacaciones escolares. Creo que cobrábamos algo así con 100 pesetas al día, de las cuales, por supuesto, no veíamos ni un duro porque todo lo que ganábamos lo invertíamos en mejorar el equipo. Estábamos obsesionados con mejorar en todo y para eso necesitábamos un mejor equipo. Nuestro sueño, y lo conseguimos, era tocar con amplificadores Vox, que eran los que llevaban los Beatles”.
Durante una de esas actuaciones les vio alguien que iba a ser fundamental en el futuro del grupo, el batería de Los Pekenikes, Pepe Nieto, “que también era músico de jazz y colaboraba con gente como Julio Iglesias, Massiel, Nino Bravo, Cecilia o Vainica Doble y era además compositor y arreglista. Le debimos gustar porque volvió acompañado de Maryni Callejo, la mujer que había descubierto a Los Brincos, un grupo que para mí era un referente”.
Los Cambios no daban crédito a lo que estaba sucediendo cuando “Pepe y Maryni se presentaron en el camerino del Paraninfo y nos ofrecen un contrato con la por entonces todopoderosa Philips”. Por supuesto, los jóvenes no lo dudaron ni un segundo y firmaron ese contrato, bueno, o se lo firmaron. “Yo era menor y tuve que convencer a mi madre, que seguía sin ver nada claro eso de que me dedicase a la música, para que firmase por mí”.
“Ensayábamos y aprendíamos en casa de Pepe Nieto, estábamos felices e incluso íbamos a grabar un disco, pero a la compañía no le cuadraba nuestro nombre y nos pidieron cambiarlo. Después de darle muchas vueltas, como nos gustaban los coches y acababan de abrir el circuito del Jarama y estaba muy de moda todo lo relativo a la Fórmula 1, decidimos ser Fórmula Cinco, pero en vez de ponernos un 5, el número de miembros del grupo, lo pusimos en números romanos, "V". Y así se quedó el nombre, Fórmula V. Para nosotros era Fórmula Cinco, pero todo el mundo empezó a llamarnos Fórmula Quinta y así terminó quedándose”, explica Paco Pastor.
De un fiasco a la cresta de la ola
Y llegó la hora de grabar el primer disco. “Nos llevaron a grabar a Milán, en los estudios de Fonit Cetra que entonces eran de los pocos que tenían ocho pistas y grabamos Mi día de suerte es hoy nada menos que con los 50 o 60 profesores de la Orquesta Sinfónica de La Scala de Milán al completo”. Aquel primer disco fue un verdadero fracaso. “La verdad es que era algo raro, comenzaba a tocar toda la orquesta, luego Tony empezaba a redoblar con la batería y yo entraba cantando. Todo muy raro (risas)”.
Sin embargo aquel disco que en España pasó con más pena que gloria, guardaba una grata sorpresa. “Muchos años después fuimos a actuar a La Habana y todo el mundo nos preguntaba si íbamos a cantar La Carta, desde que bajamos del avión y hasta poco antes de actuar, y la verdad es que no teníamos ni idea de que canción era esa porque nuestra, desde luego, no era. Todo se aclaró cuando alguién de la compañía en Cuba empezó a cantarla: ‘Una carta voy a escribir y quisiera no llorar pues recuerdo cosas de ti que jamás podré olvidar’”. La Carta resultó ser Vuelve a casa, la cara B de aquel primer y fracasado disco y había sido utilizada durante muchísimo años como sintonía del programa de radio más famoso de la isla en su tiempo, un tiempo en el que, además, ya era importante el problema de la emigración a Estados Unidos. “Fue espectacular ver el Malecón absolutamente lleno y todo el público cantando la canción con nosotros”, recuerda Paco.
El fracaso del primer y ambicioso disco dejó al grupo tan hecho polvo que incluso Chefo decidió abandonar la formación. Se incorporó en su lugar Amador Flores ‘Chapete’, que tocaba los teclados y se produjo un hecho providencial en la historia de Fórmula V, la aparición de dos auténticos monstruos del pop español: José Luis Armenteros y Pablo Herrero. “Procedían de Los Relámpagos y son los autores de temas tan importantes como Libre, Un beso y una flor, Libertad sin ira o Como una ola que, para mi, junto a Me cuesta tanto olvidarte de Mecano son las dos mejores canciones que se han escrito en España”.
“José Luis y Pablo nos comprendieron enseguida y cambiaron nuestro estilo para que fuéramos más nosotros mismos y llegó el segundo disco, La playa, el sol, el mar, el cielo y tú que fue un rotundo éxito”. Éxito al que siguieron una inacabable serie de números uno que todo el mundo conoce: Tengo un amor, Cuéntame, Busca un amor, Cenicienta, Ahora sé que me quieres, Vacaciones de verano, Eva María, La fiesta de Blas… y en 1975 Carolina, la canción que cerró un ciclo.
Después de Carolina, en la cima del éxito, el grupo decide separarse hartos de los continuas giras y viajes. "Entonces no teníamos las carreteras que hay hoy ni tampoco AVE ni avión a todas partes” y ya con niños pequeños de por medio..." De hecho, al año siguiente tuvieron que ir a recoger el premio al disco más vendido el año anterior, Carolina, cuando ya se habían disuelto.
Una reaparición por todo lo alto
Pero los integrantes del grupo no dejaron de componer y el gusanillo del regreso les picaba cada vez con más fuerza. Un regreso que tuvo lugar por todo lo alto en 2002 cuando Fórmula V llenó hasta los topes el Miami Dade County Auditorium de la capital de Florida, en esta ocasión con la novedad de la incorporación del batería Emilio Sancho y Giani Scavini en los teclados, ambos antiguos componentes de Los Diablos y de Juan Antonio López, que había sido bajista de Los Salvajes.
Juntos han dado desde entonces cientos de conciertos, siempre llenando y siempre asombrándose con el público que va a escucharles. “Además de nuestros incondicionales de toda la vida, también va a vernos muchísima gente joven que conoce las canciones, las corea y las canta con nosotros. Es asombroso y la explicación nos la dieron hace poco tras un concierto en Logroño cuando nos dijeron que en cualquier fiesta de cualquier pueblo, los grupos tocan cinco o seis temas nuestros, con lo que estas canciones se mantienen tan vivas como siempre”.
Sin embargo, Paco Pastor nos asegura que el pasado 2018 fue el último en la carrera de Fórmula V. “Estoy a punto de cumplir 70 y ya no tengo cuerpo para esto”, le dijo Paco a sus compañeros. Entonces, no tuvimos más remedio que preguntarle por los rumores que circulan últimamente por el mundillo musical sobre la aparición de un nuevo disco del grupo. “Algún bocazas que se ha chivado. La verdad es que estos años hemos venido componiendo temas que se quedaron en el cajón y Emilio los ha reunido. Los trajo a casa y llamamos al gran José Ramón Pardo que lleva más de 50 años difundiendo la música desde la radio y con sus libros y que además tiene la productora Rama Lama Music. Cuando lo escuchó se entusiasmó y sí, está trabajando para publicarlo”, contesta.
La última pregunta antes de dejar a Paco es obligada: Después de toda una vida de música, ‘cuéntame cómo te ha ido, si has conocido la felicidad. Háblame de lo que has encontrado en tu largo caminar’. Tras las risas Paco Pastor contesta sin dudarlo: He sido tremendamente feliz. La verdad es que, cuando empezamos hace más de medio siglo, nunca pude llegar a pensar que Formula V tendría una trascendencia tan enorme. Si me lo dicen entonces no lo hubiese creído".