Desde la parroquia de San Sebastián de Badalona (Barcelona), regida por el padre Felipe Simón, que desde hace tres años se encarga también de la Fundación DM Sant Josep creada con la voluntad de asumir y fortalecer la actividad social y de asistencia a los más desfavorecidos del humilde barrio de Pomar que se construyó hace 50 años en la periferia del área metropolitana de Barcelona. Se trata de un núcleo muy humilde en el que hay unas 4.500 personas de las que un 33 % son mayores de 65 años y muchas de ellas viven solas.
La Fundación ayuda a personas en situación de pobreza y vulnerabilidad ofreciendo acompañamiento integral y apoyo a sus necesidades. Para ello cuentan con un plantel de voluntarios que realizan visitas, reparto de ropa y alimentos y reparaciones domésticas.
Comida caliente
Una actividades que se canalizan a través de distintos proyectos sobre los que ha tenido una fuerte repercusión los efectos la actual pandemia de Covid-19. “Cuando comenzó la crisis nos llamaron desde protección civil para pedirnos que no cerrásemos la iglesia sino que siguiésemos atendiendo a los más necesitados del barrio tal y como venimos haciendo y desde el primer momento hemos mantenido abierta nuestra Capilla de adoración perpetua y el culto y también nuestra labor de acción social en la que se engloban actividades como la Despensa de San José con alimentos fundamentalmente secos como arroz, legumbres, pasta".
También se ocupan, aunque ahora esté cerrado y esperando que al entrar en la Fase 1 de la pandemia les permitan reabrir, el comedor solidario que abría cada miércoles donde "dábamos a 70 personas una comida caliente, sana, nutritiva y equilibrada mientras la gente socializaba, sobre todo con los mayores para que no estuviesen solos. En cualquier caso, seguimos repartiendo esta comida caliente una vez a la semana para la gente más necesitada del barrio que, o bien viene a recogerla o bien, si no pueden hacerlo por ser mayores, se la llevamos a sus casas y además de la comida les entregamos productos de higiene y de limpieza y les acompañamos”, nos dice el padre.
"Lo que más nos preocupa es la gente mayor, sobre todo la que vive sola. Hemos localizando los casos de mayores a los que teníamos que atender con voluntarios y lo hemos gestionado en todo momento para que nadie pasase necesidad, no sólo de comida, sino también psicológica, para que estuvieran cuidados, acompañados, que nadie muriera solo en su casa…", explica el sacerdote.
La necesidad se ha triplicado
También nos cuenta Felipe Simón que al empezar la pandemia la parroquia atendía a unas 40 familias pero ahora este número se ha triplicado y ya son más de 120 pero él es consciente de que “este número de familias irá aumentando conforme avance el desconfinamiento y se vaya perdiendo el miedo y se acaben sus pocos ahorros. Sobre todo somos conscientes de que habrá mucha gente que venga por primera vez, gente que sufre lo que llamamos pobreza vergonzante, que no estaban acostumbrados a pedir porque eran autónomos, tenían su pequeño negocio o eran trabajadores que ahora han perdido sus trabajos y se encuentran en una situación de pobreza sobrevenida que les avergüenza”.
En la parroquia también han intentado ver cómo se está gestionando este problema desde los servicios sociales de Barcelona y fueron hasta la Fira de la ciudad condal donde se ha acogido a unas 800 personas de la calle y también estuvieron en barrios como el de Ciutat Vella, donde intentan poner en marcha un banco de recursos que “creo que es hacia donde nosotros debemos ir”, explica el sacerdote antes de aclarar que “los bancos de alimentos están desbordados con las solicitudes de Caritas, servicios sociales, parroquias, fundaciones, ONGs… y un banco de recursos podría incluir alimentos pero también productos de primera necesidad, higiene, limpieza doméstica. Esto es lo que estamos intentando gestionar a través de los servicios sociales del ayuntamiento de Badalona y con la Generalitat para que nos cedan un local en el barrio porque nuestros almacenes son muy pequeñitos para la gran cantidad de gente que necesita ayuda”.
Con este fin están movilizándose desde la parroquia para solicitar la ayuda de empresas y particulares y conseguir tener "un buen stock" de estos productos. "Todo lo que nos aporten será bienvenido. Lo ideal sería que a través de nuestra página web https://dmsantjosep.org/, tanto empresas como particulares nos hagan llegar su ayuda", pero también se puede llamar a la parroquia al número 93 395 41 54 o ingresar sus donativos, indicando si lo desean a qué quieren que se destinen, en las siguientes cuentas corrientes ES38 2100 3323 0322 0007 9067 y ES02 2100 3323 0522 0001 3172 de La Caixa.
Escenas dantescas
Tanto parroquia como fundación comparten las mismas instalaciones aunque "nuestro sueño es poder disponer de ese edificio que nos permitiese hacer almacenaje, distribución y acogida para los más necesitados del barrio. De esta forma podríamos dignificar, no sólo la recogida sino también el acompañamiento a las personas porque ahora, con esta situación, la gente hace largas colas en la calle, guardando los dos metros de separación, con mascarillas y guantes y no es digno, incluso por el trastorno psicológico que produce a muchas personas el verse obligados a pedir. Ahora estamos viendo escenas dantescas que recuerdan a países en guerra y que en España debemos tratar de evitar llevando a cabo la ayuda de una manera más discreta”.
Todos los proyectos puestos en marcha por la Fundación Domus Misericordiae Sant Josep salen adelante sin financiación oficial de ningún tipo, ni un euro público. “Las administraciones son interlocutores, nos atienden, pero podían hacer mucho más y no lo hacen”, asegura el padre. Dependen para llevar a cabo su labor del apoyo privado que les ofrecen algunos particulares y empresas. “Nos ayudan de muchas maneras, por ejemplo con el voluntariado corporativo, que es la fórmula que tenemos con la Caixa y gracias a la cual los empleados de sus oficinas colaboran con nosotros puntualmente. También hay laboratorios que nos han mandado sus productos de limpieza e higiene personal, como Isdin o Kim. Supermercados, como Condis o Mercadona, que nos dan comida y casos como el de la Fundación Aguas de Barcelona, que nos hizo una donación económica para poder comprar el material que necesitamos para hacer nuestro trabajo”, aclara el religioso.
Sin embargo ahora puede que la situación cambie. “No me quiero meter en política porque creo que la deben hacer los políticos y que nuestro papel es el de velar por los más necesitados. Me da igual el color político del que gobierne en Badalona, en Cataluña o en España, pero es cierto que ahora en el ayuntamiento tenemos el gobierno de Xavier García Albiol y parece más sensibilizado para ayudar a las parroquias que somos los que estamos más a pie de calle y la gente es al primer lugar que se dirige cuando tiene una necesidad".
De hecho parroquia y fundación han sido el único equipamiento que se ha mantenido abierto todo el tiempo en el barrio. El centro cívico, el de día para mayores, el social… todos estos equipamientos han cerrado. "Hemos sido los únicos que hemos seguido repartiendo alimento y realizando nuestra labor social pero a veces sentimos un cierto rechazo porque somos Iglesia, somos cristianos, pero esperemos que esto ahora cambie un poco. Ahora lo importante es que todos trabajemos y rememos en la misma dirección si queremos superar esta crisis, sin mirar colores políticos ni ideologías”.
Una crisis humanitaria realmente muy seria
Pero aunque la pandemia y el confinamiento ha afectado a la labor social del padre Simón no todos sus proyectos están cerrados. El apostolado de San Alberto Hurtado lleva ya más de dos semanas otra vez en marcha. Se trata del único apostolado que, de momento, mantienen fuera de Badalona. Consiste en “dar de comer y dar atención y compañía a las personas necesitadas de la calle” y para ello se marcaron varias rutas (Paralelo, Drassanes, Maremagnum, Sans...) por Barcelona. En la Fundación hacen estas rutas y llevan a los sintecho lotes de alimentos. Es entonces cuando, confiesa el padre, “yo le digo a Dios: 'Señor, todos estos que están drogados y alcoholizados, a los que apalean, roban y violan, que se están pudriendo en la calle, son tus hijos', y esto es lo que nos mueve, dignificarlos”.
“Hace quince días salimos con un salvoconducto de los servicios sociales de Barcelona y estaba abandonada, era una ciudad fantasma, pero vimos muchísima gente necesitada, yo pensé que estarían todos recogidos en la Feria de Barcelona pero me equivocaba. Llevamos más cien bocadillos y cuarenta bandejas de macarrones y se nos agotó todo. Es una locura la cantidad de gente que vive en la calle. O empezamos a trabajar para atender a toda esta gente o nos vamos a enfrentar a una crisis humanitaria realmente muy seria. Y esto no ha hecho más que empezar porque después a la crisis sanitaria se le une la económica. Tenemos que dar el do de pecho como sociedad”, puntualiza Felipe Simón.